EL PNV sigue siendo el partido líder en Euskadi tras las votaciones municipales y forales de ayer pese a que concentró en sus listas el impacto de la caída de entre cinco y seis puntos de participación en las elecciones respecto a hace cuatro años. Con independencia de que ese escenario haya favorecido a algunas siglas –muy especialmente a EH Bildu, que ha conservado la movilización de sus votantes, amparada en el protagonismo que le han dado desde el PP y el PSOE en las últimas semanas– una caída tan sensible de la afluencia a las urnas reclama una reflexión sobre el tono y las estrategias de la campaña electoral por parte del conjunto de las fuerzas políticas. Euskadi sigue votando mayoritariamente con criterios de proximidad pero no se escapa de las corrientes de debate que buscan rescatar la polarización del voto entre las izquierdas y las derechas españolas. En ese marco, el panorama resultante de la experiencia electoral de ayer consolida dos marcos de decisión para el votante vasco. El primero es el que determina el modelo de país entre las fórmulas de PNV y EH Bildu. Así lo entiende una mayoría de votantes y así lo manifiestan en las urnas. El segundo es el de un espacio de menor calado electoral pero que acaba por precipitar mayorías y minorías en los ámbitos institucionales vascos y que es la traslación de la hoja de ruta de la derecha española, que le ha servido para alcanzar un peso suficiente y amenazador sobre las expectativas del PSOE y Pedro Sánchez de encarar con garantías las elecciones previstas a finales de este año. Ante ese escenario, cuyos protagonistas mantendrán una interesada crispación hasta que se materialicen o no los relevos buscados en el Gobierno español, los partidos vascos deben responder con la estabilidad de las propias instituciones. Salvaguardar su actividad y mantener una certeza en su acción sobre las políticas a desempeñar. La gestión debe seguir siendo una prioridad en tanto los tres últimos años ha sido la garantía de sostenibilidad del país pese a pandemias, crisis energéticas e impacto de la inestabilidad exterior. Se abre un espacio de un largo año en el que habrá que tomar buena nota de quién sucumbe a la tentación de supeditar todo a intereses electorales hasta la celebración de las autonómicas vascas a costa de renunciar a los consensos que necesita Euskadi.