LOS primeros acuerdos en las mesas sectoriales de negociación de los diferentes colectivos laborales del sistema educativo vasco abren un horizonte de solución al conflicto mantenido durante meses por las organizaciones sindicales en la enseñanza vasca y confirman las palabras del lehendakari, Iñigo Urkullu, el lunes en el instituto Eretza Berri de Sodupe, cuando consideró que avanzar en las negociaciones “es compatible con mantener la normalidad en las aulas”. La reiterada convocatoria de paros que ha venido afrontando el sistema educativo y que aún afronta con la llamada a la huelga realizada el pasado enero para los días 14 y 15 de marzo y 12 de junio en toda la enseñanza pública no universitaria queda así conjurada en el sector de cocina y limpieza, donde la mayoría sindical ha aceptado la propuesta del Departamento que incluye una reducción de la interinidad y una adecuación de las cargas de trabajo, así como el impulso de la euskaldunización y la formación; también parece conjurada en Educación Especial, a la espera de la confirmación por Steilas de un acuerdo que también reduce la interinidad y contempla dos de las principales reivindicaciones a través de una OPE de 260 plazas junto a la adecuación de la relación de puestos de trabajo y el reconocimiento de las categorías de fisioterapeutas y terapeutas ocupacionales; y se conjura asimismo en el Consorcio de Haurreskolak, tras el acuerdo alcanzado con el mayoritario LAB. Queda pendiente la mesa de docentes, aún sin fecha cuando se hallan convocados a nuevos paros la semana próxima, pero los acuerdos alcanzados enseñan que la vía de la negociación permite hallar perspectivas de mejora laboral, pero también generales en cuanto a la calidad que se demanda de nuestra enseñanza y que debe considerarse asimismo prioritaria por las partes. Que el sector de los docentes sea el más numeroso y por tanto el más difícil para concretar acuerdos en base a satisfacer necesidades o exigencias explicitadas por la mayoría sindical no convierte en necesaria, mucho menos en urgente, la traslación de las divergencias al calendario escolar, condicionando la actividad diaria en los centros, lo que debería llevar a replantear las convocatorias de huelga cuando esa presión se muestra ahora menos efectiva que el esfuerzo negociador.