La subida de los tipos de interés y el endurecimiento de las condiciones de acceso al crédito están frenando las peticiones de financiación de las empresas vascas. Confebask considera que por ahora no hay riesgo de un frenazo en las inversiones de la compañías, pero reclama que los fondos Next Generation UE lleguen “en el tiempo y ritmo adecuados” para evitar un parón en la actividad productiva.

El último informe de financiación de la patronal vasca, hecho público ayer, constata que el crédito nuevo a las grandes empresas ha iniciado 2023 con caídas en un entorno de tipos de interés al alza. Es cierto que el arranque de este año se compara con el de 2022, un ejercicio muy positivo para las empresas en el plano crediticio, el de la “recuperación” de los ritmos habituales tras las pandemia.

Pero también se percibe cierta ralentización y Confebask “vigilará” la evolución de los próximos meses. Así lo trasladó ayer a DEIA Pablo Martín, responsable de Economía de la patronal vasca. Martín es el autor del informe, que detecta que hasta febrero el crédito nuevo a la gran empresa supuso el 42,6% frente al 51,9% del mismo periodo del año pasado.

Son casi diez puntos de caída motivados por la escalada de los precios de financiación. En concreto, el tipo medio de interés que pagan las empresas vascas se ha situado en el 3,82% en el arranque de este año, el dato más elevado desde diciembre de 2008. Es decir, las compañías de Euskadi están pagando en estos momentos los tipos de interés más altos desde la crisis financiera por los créditos nuevos. De modo que “se lo piensan más” antes de llamar a la puerta de los bancos. Eso no quiere decir que estén renunciando a invertir en las áreas que impulsan el crecimiento. El largo periodo de precios bajos del dinero ha reforzado la tesorería de las compañías, que tienen en general fondos en caja para atender los gastos básicos para la actividad productiva. De hecho, el responsable de Economía de Confebask estima que la actividad de financiación de las empresas está viviendo en estos momentos un proceso de “normalización”. La época de tipos de interés bajos, incluso negativos, ha llegado a su fin y el tejido económico se está adaptando. Es por tanto “lógico” en cierta medida que el crédito nuevo tenga un “comportamiento más moderado”. Las empresas se adaptan al endurecimiento de las condiciones de acceso al crédito tanto en precio como en las condiciones de concesión. “Si finalmente van llegando los fondos europeos, las perspectivas para la inversión no son malas. A ver si llegan en el tiempo y el ritmo adecuados, en ese caso no habrá problemas para financiar los proyectos”, destaca.

Tipos inferiores a la media de la UE

En ese contexto, el boletín de la Confederación Empresarial vasca sobre Financiación Empresarial destaca, entre otros aspectos, que aunque “sigue subiendo” el precio del crédito a las pymes en el Estado “continúa por debajo de lo que pagan las pymes europeas”. Así, el tipo de interés del crédito para nuevas operaciones para pymes en el Estado a un año se situó en febrero en el 3,97%, ligeramente por encima del dato de la CAV, lo que supone el valor más alto desde enero de 2015, pero todavía lejos del 5,36% de abril de 2013.

En cuanto al crédito nuevo para las grandes empresas, si en el conjunto de 2022 ascendió a 358.850 millones frente a los 299.368 de 2021, con el mayor volumen de crédito nuevo desde el año 2015, sin embargo, hasta febrero de 2023 se ha reducido.

En función del tamaño de empresa, Confebask observa que el año pasado el crédito creció, tanto los concedidos a pymes como sobre todo a grandes empresas. Sin embargo, en los dos primeros meses de este 2023, aunque aumenta el destinado a pymes, se reduce el de grandes empresas, que son las que disponen de más recursos propios

“Hay un relativo cambio de tendencia, sobre todo en las grandes empresas , en un momento como el actual son las que tienen más colchón tras varios años de acceso fácil al crédito y ahora no tienen que recurrir a nuevo crédito”, detalla Martín. La patronal vasca también subraya en su informe que la morosidad se mantiene en niveles muy bajos, aunque deja de caer, y que la financiación no bancaria creció un 54% en 2022, si bien sigue teniendo un bajo peso en el conjunto de la financiación empresarial. Una muestra de la fortaleza del tejido productivo vasco. l