En el balancín continuo del dúo dinámico materia-energía/energía-materia, los humanos hemos transitado por múltiples fuentes de energía, desde calentarnos al sol, utilizar madera o carbón, gas y petróleo, aprovechar la energía geotérmica, hidráulica, eólica o mareomotriz y ahora la solar calórica o fotovoltaica para dentro de unas décadas hincar el diente a la de fusión que nos permita abandonar definitivamente la nuclear de fisión que todavía empleamos. Pero todas las fuentes de energía han presentando siempre el mismo reto, su almacenamiento para poder ser utilizada en cualquier lugar y momento sin vivir al albur de producirla en el instante mismo de su consumo. Supercondensadores, baterías químicas, pilas de combustible de hidrógeno, aire comprimido, almacenamiento térmico, volantes de inercia, bombeo hidroeléctrico... todas son válidas para un futuro de suficiencia de energía y al mismo tiempo descarbonizado. Es en el futuro ya presente de la eficiencia energética en el que se mueve la actividad investigadora tecnológica del CIC energiGUNE de la mano de su directora Nuria Gisbert.Europa espolea la eficiencia energética, no solo utilizando menos energía, sino usando mejor la que consumimos; y lo quiere conseguir poniéndose a la cabeza mundial de las nuevas tecnologías de almacenamiento. “Para no perder esa batalla tenemos que reducir los costes de los sistemas de almacenamiento. El análisis de las causas técnicas, científicas, económicas y sociales que aceleran la evolución del mundo moderno, y la previsión de las situaciones que podrían derivarse de sus influencias conjugadas es la ciencia de la prospectiva, que ha venido para quedarse y aún crecerá más; y con ella se generará más investigación. Es el reto”, señala a DEIA Nuria Gisbert, doctora en Dirección Empresarial, Conocimiento e Innovación, con 20 años de experiencia vinculados al sector de la energía, en el sector privado y en centros de investigación, quien considera que hay que buscar sistemas de almacenamiento energético cada vez más eficientes y seguros, para lo que se necesitan centros como el CIC energiGUNE, “donde se diversifican productos de empresas que ya están trabajando en esta línea, apoyando a otras organizaciones a posicionarse y a generar estructuras de tecnología asequible”, explica, al tiempo que muestra su satisfacción por el fichaje de investigadores como el que acaban de realizar de una “potente” nueva directora general, que al integrarse en el centro atraerá más inversión privada, “un objetivo que se suma al de la propia investigación”.

El CIC energiGUNE instalado en el parque tecnológico de Miñano (Araba) es un centro de investigación referente en Europa en el campo del almacenamiento de energía electroquímica y térmica. Con más de 600 publicaciones y 13 patentes acumuladas hasta este año, el centro vasco participa en las iniciativas más importantes del continente (Batteries Europe y Batteries 2030+) y se ha consolidado como el principal referente continental en baterías de estado sólido en el Sur de Europa.

También buscan sistemas alternativos al petróleo. “El hidrógeno como almacenamiento energético es otra apuesta de Europa, porque es un vector de generación de energía más barata y sostenible; lo que fomentará un transporte alternativo al que propicia el petróleo, aunque todavía haya que rebajar sus costes”.

el hidrógeno gana terreno

Gisbert observa que las empresas que provienen del sector del petróleo están realizando un viraje. “Estamos viendo que no habrá una única tecnología ganadora, sino un reparto en los transportes, que los vehículos eléctricos serán más utilitarios, más domésticos; sin embargo, para las largas distancias, el hidrógeno se posiciona como un vector decisivo, alternativa contundente al transporte con petróleo. Por eso, las empresas del sector petrolífero y gasista se desplieguen para darlo todo”, explica con convencimiento.

Es cierto que las empresas tiran mucho de energía eléctrica, su fuente primaria. “Pero lo importante es que sea más de origen renovable. Europa, el Estado y el País Vasco ya han hecho su apuesta clara en sus estrategias: que las entidades utilicen menos energía y hagan un uso más eficiente de ella. Para conseguirlo es básico contar con sistemas eficaces de almacenamiento”, añade Gisbert, presidenta también de BCARE spin-off de CIC energiGUNE, empresa de asesoramiento integral en el ámbito del almacenamiento energético.

Preguntarse cómo utilizar la materia y la energía nos plantea cómo combinar ecosistema con economía, un mundo con el que sensibilizarse. “Empecemos a pensar en la ropa y el móvil que utilizamos... y reciclemos de la mejor forma. Aquí entramos en otra línea por la que Europa también apuesta fuerte. Introduce el concepto de “diseñado para ser reciclado”, en cómo hacer que la tecnología sea más reciclable y dé más de sí su vida útil. Es otra forma de ahorrar energía”.

Por eso, en los sistemas de almacenamiento en baterías, en lugar de níquel y cobalto, parten de materiales más sostenibles, “buscando que los productos tecnológicos lleguen al consumidor en un mercado circular sostenible, que satisfaga sus necesidades y genere riqueza”.

Transición sostenible

¿La economía puede salvar el mundo verde? Por sus estudios y modelos sobre la economía del cambio climático William Nordhaus consiguió en 2018 el premio nobel de economía. No habla de justicia ambiental y ni sostenibilidad ecológica, sino de actuar frente al cambio climático con mucha moderación económica, porque acciones muy contundentes implicarían más costes económicos que beneficios ambientales. ¿Tan importante resulta la economía en el medio ambiente? “Aportaciones como las de Nordhaus son mucho más realistas y factibles que las de solo los ambientalistas; normalmente los equipos interdisciplinares consiguen análisis más certeros y mejores resultados; los equipos diversificados logran resultados más enriquecedores y te posicionan mejor; este clave de aportación múltiple vale también para la riqueza cultural que aportan personas de diferentes países y culturas, así como la que introduce la variable de género, diversidades todas ellas que propician que las organizaciones funcionen mejor”. Para llevar a cabo una transición sostenible, tanto en innovación como desarrollo, siempre es necesaria la convergencia de distintas disciplinas. “Sí, pero no solo de las más científicas y tecnológicas, porque el aspecto económico es clave. Para conseguir sostenibilidad, las soluciones deben de ser más baratas, y la transición económica, como disciplina humanística, plantea que nos capacitemos en actitudes de futuro, concienciando a las generaciones en la necesidad de reciclar, por ejemplo”, remarca Gisbert, miembro de la Junta directiva de Innobasque, del grupo de expertos del Parlamento Vasco de la energía y del comité científico asesor del Consejo Vasco de Ciencia, Tecnología e Innovación.

¿Existe conciencia suficiente ente la ciudadanía sobre una transición sostenible en tecnologías renovables? “Si me lo hubieras preguntado hace cinco años te hubiera contestado que todavía faltaba mucho recorrido. Pero ahora aprecio mucha mayor conciencia de la necesidad de cuidar el planeta y del impacto que genera el cambio climático en nuestro entorno más próximo”, reflexiona, insistiendo en que como consumidores no solo tenemos que mirar el precio de los productos, sino también su duración. “Aprender a no gastar dos veces para que el producto sea más sostenible, es una convergencia de distintas disciplinas de educación social”, recalca.

atraer talento

CIC energiGUNE cuenta en plantilla con 120 investigadores, con paridad de género y equilibrio en cuanto al origen de procedencia. “El 50% de los profesionales son vascos y el resto internacionales, con 14 nacionalidades diferentes representadas”. Para Nuria, la gran fortaleza del grupo es, por una parte, la capacidad de atraer talento que tiene el equipo de profesionales de primer nivel, con Elena Palomo o Michel Armand, vinculado a los premios nobel de química del año pasado y considerado como el científico más importante del Estado en el sector energético. “Esta presencia de prestigio contribuye no solo a mantener el talento investigador en nuestro ámbito, sino a atraer otros nuevos”. Y, por otro parte, están las instalaciones punteras del Prototipado de baterías, así como el laboratorio de prototipos de sistemas de almacenamiento térmico, integrado, entre otros, por lazos térmicos de aire y de aceite.

Todo ello ha posibilitado que haya sido la institución científica que más financiación haya conseguido en el Estado español en la convocatoria del programa Horizonte 2020 para baterías. Además, de las 11 propuestas que el centro ha presentado ante la Unión Europea para su financiación.

Reconoce que el buen posicionamiento del centro se debe al esfuerzo de este gran equipo y al compromiso sostenido de las instituciones, la colaboración de agentes privados y al empuje de empresas referentes que confían en su trabajo.

¿Y el futuro?

Porque cuando salgamos de la crisis del Covid-19 probablemente nos topemos con la del cambio climático, algo que en opinión de Nuria no solo será una crisis, sino también una oportunidad para reforzarnos en nuestro modo de obtener y almacenar energía de modo más rentable, eficiente y sostenible. “De la crisis del 2008, salieron reforzados los países y empresas que apostaron por las energías verdes; aprendamos la lección. Esta grave crisis del coronavirus puede ser la palanca para la transición energética; también saldremos reforzados, estoy segura”, apostilla sonriente Gisbert.