BILBAO. El BBVA ha escogido como imagen de su campaña del 40 aniversario de las tarjetas bancarias en España a Cándido Urbano, bilbaino de pro que fue uno de los pioneros en el lanzamiento de las tarjetas. Y es que el ahora jubilado, trabajaba como director de una de las oficinas del Banco de Bilbao en 1971, conociendo de primera mano el lanzamiento. A sus 96 años, recuerda con todo detalle aquella "revolución" del sector que llegó de la mano de la entidad bilbaina.
¿Cómo fue aquel lanzamiento y cómo asumieron los clientes aquella nueva propuesta?
Al principio lo que se impuso fue la extrañeza general. Y es que la tarjeta ofrecía algo que era impensable para todos, también para nosotros los trabajadores: sustituir el dinero por un plástico. Y no solo para pagar, también para poder obtener créditos, lo que era impensable. Lo mejor es que fue algo que se impulsó desde aquí, desde Bilbao. Aunque vino de América fuimos nosotros los que apostamos por ello firmemente.
¿Fue rápida su implantación o costó que la gente entendiese el nuevo concepto?
No, costó. A los clientes no se les convencía fácilmente. Había quienes no se creían que eso fuera posible y decían que era una locura. Pagar sin dinero. Pero al final el concepto se impuso, y lo hizo porque era una herramienta eficaz y útil para los clientes. Pero también gracias a los comercios que se implicaron decididamente, sin ellos no hubiera sido posible.
¿Cómo se usaba una tarjeta de crédito en 1971?
Toda la gestión la llevábamos desde el banco. Los clientes la usaban en la tienda, y eran los comerciantes quienes después traían los recibos, o mejor dicho, una de las copias obtenidas, para que se descontase de la cuenta del cliente. Y en cuanto a la promoción, fue una cosa nuestra, de los trabajadores de las oficinas. Lo primero fue intentar convencer a la gente más adinerada, porque pensamos que podrían confiar más en aquella nueva oportunidad, pero al final triunfó y hoy cualquiera las usa.
¿Por qué cree que al final se impuso su uso?
Por la comodidad. La tarjeta permitía, y aún lo hace, no tener que llevar el dinero encima. Puede salir sin dinero físico, solo con unas monedas y hacer cualquier compra. Si vas a reservar un viaje por ejemplo, no tienes que llevar todo el importe y eso es muy importante para el cliente, da seguridad y es más cómodo. Además hay otra cosa, la tarjeta fue promotora de un desarrollo económico importante.
¿Cómo ve su utilización ahora, cuatro décadas después?
Lo que veo es que cualquiera tiene una tarjeta, o incluso que en el bolsillo tenemos varias, ya que hay múltiples variedades de tarjetas o formas de pago. Pero esta, la que ahora recordamos, la nuestra, fue la primera y nosotros estamos orgullosos de que surgiese aquí.
¿Esperaba ese éxito?
Evidentemente sí, sin duda. Con la tarjeta bancaria se abría un abanico de ventajas, como el hecho de poder dosificar los pagos, por ejemplo. Comprar algo y pagarlo a plazos. Yo estaba seguro de que sería un éxito rotundo y veo que no me equivoqué.