Bilbao. A expensas de que el debate sobre la transferencia de las Políticas Activas de Empleo a la Comunidad Autónoma Vasca -que integrará el SPEE (antiguo Inem) y Lanbide- vuelva a recuperar las cotas de intensidad que mantuvo entre finales de 2009 y principios de 2010, lo cierto es que los actuales servicios públicos -y a buen seguro que también el futuro Servicio Vasco de Empleo, si no se acierta en su composición, diseño, funciones y funcionamiento- no gozan de ninguna credibilidad por parte de la población desempleada. De hecho sólo tramitan una ínfima parte de las ofertas de trabajo que se gestionan, y sus clientes acuden cada día resignados a tramitar prestaciones, altas o cursillos sin el ánimo de que su visita les reporte un empleo.
Mientras que por cada empleo logrado a través del Inem las empresas de trabajo temporal cerraron diecisiete contratos en la CAV durante 2009, en el conjunto estatal los servicios públicos de empleo registraron 381.050 colocaciones sobre el total de las 13.977.537 efectuadas. Las ETT, sin embargo, intermediaron hasta 1.677.883 contrataciones, lo que supone que el servicio público intervino en un 2,7% de las colocaciones y las empresas privadas en un 12%.
En la Comunidad Autónoma Vasca las ETT gestionaron el 18% de la contratación que se produjo y en la Comunidad Foral de Nafarroa el 24,5%, muy por encima de los niveles estatales.
Llama poderosamente la atención que las empresas de trabajo temporal colocaron a 42 veces más jóvenes menores de 25 años que el SPEE (antiguo Inem). También colocaron a 17 de cada 100 trabajadoras que solicitaron sus servicios frente a una sola de cada cien que colocó el SPEE en la Comunidad Autónoma Vasca durante todo el año 2009.
LANBIDE Los números de Lanbide tampoco son esperanzadores. Así, los datos del Servicio Vasco de Empleo indican que durante el ejercicio pasado se presentaron 9.699 ofertas con 14.379 puestos a cubrir. De hecho, no fueron ni el 2,2% de las contrataciones de 2009 en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa. Sólo un 2,1% de las ofertas se dirigieron a menores de 25 años y ninguna reclamó universitarios de forma específica. Por contra, hubo casi 70.000 demandantes de un empleo, en concreto 66.948 peticiones. De ellas, casi la mitad fueron de mujeres, con 32.952 peticiones.
Conversión a fijos La conclusión parece evidente, y esa no es otra que aquella que indica que los ciudadanos valoran muy positivamente el trabajo que desempeñan las empresas de trabajo temporal. Los rectores de estas compañías aseguran que han conseguido posicionarse como estandartes de calidad, transparencia, igualdad y seguridad en materia de intermediación laboral. Además, enfatizan que tres de cada diez de los trabajadores contratados por estas empresas privadas acaban teniendo un contrato indefinido con la empresa usuaria. Por tanto, y desde ese punto de vista se configuran, según el marco legislativo actual, como un puente hacia el empleo estable.
Obviamente sus detractores mantienen que la mano de obra que proporcionan es de baja calidad, lo que añade aún más precariedad al ya deteriorado mercado laboral para satisfacción empresarial. En cualquier caso, y aun a sabiendas de que su intermediación no está dirigida a encontrar empleos estables e indefinidos ni son eficaces para empleados que quieren probar fortuna en otro segmento, sí sacan de las listas del desempleo, al menos temporalmente, a un nutrido grupo de parados cada año.
Mercado oculto ¿Y el resto? El resto es ese denominado mercado oculto que funciona al margen del sector de gestión del empleo y que aglutinan aquellas ofertas de trabajo que no pasan por los cauces ordinarios, ni por servicios públicos ni tan siquiera por ETT. Son los contactos personales, el boca a oreja y el entorno social. Muchas veces son más efectivos para encontrar trabajo que las oficinas del SPEE u otras agencias. De hecho, entre un 50 y un 75% de las personas que están ocupadas en la actualidad aseguran haber encontrado su último empleo a través de esa vía alternativa y a lo que parece más efectiva.