La selección olímpica de baloncesto de Sudán del Sur ha despertado esperanza e ilusión en el país más joven del mundo, que tras haber encadenado conflictos y catástrofes humanitarias desde su nacimiento en 2011 ahora sueña con que su equipo pueda tener opciones, aunque sea lejanas, de subirse al podio en su primera aparición en unos Juegos Olímpicos.

La clasificación para el evento parisino del equipo de baloncesto eclipsó todas las portadas de los periódicos de Sudán del Sur, unas cubiertas que solían ser ocupadas por noticias de conflictos o penurias tras años de guerra. Esta clasificación para los Juegos es un hito histórico para el país, con tan solo 13 años de vida desde su independencia, que trajo a sus ciudadanos un asidero en el que depositar sus ilusiones a través de una selección que tiene opciones de ser la gran revelación del torneo.

Sudán del Sur, único representante de África en el baloncesto olímpico, logró esta hazaña histórica al finalizar como el equipo de su continente mejor clasificado en la Copa Mundial de Baloncesto FIBA 2023, por encima de algunas selecciones punteras como Angola o Egipto.

Recientemente, las Estrellas Brillantes dejaron pinceladas de su grandes capacidades al poner contra las cuerdas a la selección olímpica de Estados Unidos, el mejor plantel del torneo, tras perder en los últimos ocho segundos con una canasta de LeBron James, que salvó la victoria por la mínima a los estadounidenses por 100-101. El combinado africano tuvo en su poder el balón de la victoria, pero no fue capaz de anotar. El presidente de Sudán del Sur, Salva Kiir, habló a raíz de esta gran actuación de la selección olímpica y consideró que “ha inspirado a muchas personas de mente abierta en todo el planeta a saber que Sudán del Sur, como país, tiene mucho que ofrecer al mundo”.

En la fase preliminar, el joven estado africano se enfrentará en el Grupo C a Puerto Rico, Serbia y se volverá a ver las caras con Estados Unidos –con hambre de revancha–, selecciones de máximo nivel mundial contra las que pese a no ser la favorita, podrá demostrar al mundo su valía y embellecer la historia. Un cuadro dirigido por el exjugador de la NBA Royal Ivey, liderado en París por el ex de los Lakers y Clippers, Wenyen Gabriel, recientemente fichado por el Maccabi Tel Aviv, el notable anotador Carlik Jones, el exterior Marial Shayok y el capitán Kuany Kuany.

“África está orgullosa” es el mensaje que se puede leer repetidamente en redes sociales en alusión a la clasificación de las Estrellas Brillantes, que ya no solo iluminarán a un país sino que representarán a todo un continente. Un país en reconstrucción, el séptimo más pobre del mundo, según el Fondo Monetario Internacional, y azotado por la crisis humanitaria y las consecuencias de la guerra civil (2013-2018), ha encontrado a través del baloncesto una razón para ilusionarse, ya que cuando juegan “la violencia cesa, todo se detiene”, aseguró hace un año el seleccionador Royal Ivey. En 2023, el seleccionador, pletórico tras firmar la clasificación para París, habló en rueda de prensa sobre la magnitud de competir en los Juegos Olímpicos, cuando solo un año atrás entrenaban al aire libre “con águilas volando alrededor y las pistas inundadas”. El trabajo desde los despachos de Luol Deng, quien llegara a ser dos veces All Star en la NBA, ha sido fundamental para elevar a la selección que alcanza los Juegos con el ránking FIBA más bajo desde 2004.

Historias de superación

Jugadores como Nuni Omot, que nació en un campo de refugiados de Kenia, o Peter Jok, quien tuvo que emigrar a Uganda después de que su padre y sus abuelos fueran asesinados en la guerra civil, simbolizan en la cancha la esencia de la lucha social para poner a Sudán del Sur en el mapa. “Somos un grupo de refugiados que se reúnen durante unas pocas semanas al año jugando contra algunos de los mejores jugadores de la historia. Esto es mucho más grande que el baloncesto para nosotros”, recalcó Wenyen Gabriel tras la gran actuación ante Estados Unidos.