John Cabang es uno de los tantos hijos de la globalización. Nació en Madrid, tiene orígenes filipinos y se siente vasco. Llegó a la localidad guipuzcoana de Irura cuando apenas tenía tres años, por eso habla euskera como un nativo; y conoció el atletismo como se conocen todos los deportes cuando todavía se es un crío: gracias a los amigos. Primero fue un pasatiempo que compartió con el fútbol, después una afición y ahora toda su vida. La razón por la que el próximo 4 de agosto debutará en unos Juegos Olímpicos como el flamante representante de Filipinas en la prueba de los 110 metros vallas, donde también estará el navarro Asier Martínez. “Soy criado en Euskadi aunque mi sangre es filipina. De ahí mi deseo e incluso mi obsesión por competir por ese país. Solo conozco a mi madre, pero mis dos progenitores son de allí y siempre he sentido esa llamada de mis orígenes”, explica Cabang en declaraciones a Basque Team. Por eso, aunque el guipuzcoano admite que fue la Federación Española de Atletismo la que primero le ofreció participar con ellos, “sabía que quería representar a Filipinas, así que les dije que no”.
A sus 22 años, el atleta de la Real Sociedad ostentael récord de Euskadi de 110 vallas; pero lo que realmente le otorgó el billete olímpico fue su posición 29 en un ránking mundial que premiaba a los 40 primeros. Porque conseguir la mínima impuesta por la Federación Internacional de Atletismo para ir a París se antojaba complicado. Con todo, este año Cabang ha conseguido cruzar la meta en 13,37 segundos, a tan solo una décima de los 13.27 segundos de la mínima que implantó la Federación Internacional para la ocasión. “Mi ciclo olímpico no ha sido como el de otros que ya sabían que podían estar ahí si trabajaban duro. Yo soy muy joven y hasta hace dos años no sabía hasta qué nivel podía llegar. El año pasado el objetivo era simplemente hacerlo lo mejor posible, pero en este ya empecé a ir a más pruebas importantes con el objetivo de sumar puntos”, reconoce el de Basque Team. Y una medalla de bronce en el Campeonato de Asia en Pista Cubierta en 60 metros vallas y un cuarto puesto en los 110 vallas del Campeonato de Europa respaldan sus palabras.
De hecho, el punto de inflexión de Cabang, ese que le hizo pasar de abandonar este deporte durante meses a querer dedicarse a él, fue en 2019. “Cambié de equipo y de entrenador, pero el nuevo técnico supo motivarme y darme razones para seguir entrenando. Y a partir de ahí no es que supiera que iba a hacer estas marcas, pero sí que iba a darlo todo para conseguirlas. Gracias al nuevo entrenador encontré la motivación para regresar”, dice el atleta guipuzcoano. Así, el culpable de que Cabang esté a once días de debutar en unos Juegos es Martín de la Fuente. El entrenador. Quien le ha guiado hasta llevarlo a la salida olímpica. “Su punto fuerte es que técnicamente es impecable pasando la valla. Siempre lo ha hecho bien pero año tras año vamos puliendo los pequeños defectos y ya es casi perfecto. Además, él es su primer crítico y su primer evaluador. Es un perfeccionista nato”, recalca De la Fuente para Basque Team.
Un saltador felino
Quien también destaca la técnica de Cabang es Ramón Cid, uno de los mayores expertos de Euskadi en atletismo. Para quien fue uno de los mejores atletas estatales de finales de los setenta, el olímpico por Filipinas es un deportista “muy bonito de ver, muy felino y rápido de movimientos”. Además, asegura que Cabang llega a París “en dinámica ascendente”. Pero a pesar de tanto halago, el joven atleta reconoce que necesitó ayuda psicológica porque “siempre he sentido miedo de hacerlo mal, siempre me he sentido inferior a los demás”. Afortunadamente eso ya está superado y ahora Cabang acude a París a “hacer mi carrera, a lo mío y sin fijarme en los demás”. “Siempre he soñado con unos Juegos, con escuchar mi nombre y saludar a las gradas”, concluye. Un sueño que cumplirá el domingo 4 de agosto, con la primera ronda de los 110 metros vallas.