L Athletic afrontará mañana una nueva final en su dilatado palmarés, la cuarta en el plazo de un año, correspondiente en esta ocasión a la Supercopa de España que se celebra en Arabia Saudí. Ya es un verdadero logro la clasificación para jugar el torneo, y no digamos hacerlo con éxito, como en la edición pasada conquistada con gran mérito. Lo es singularmente para una entidad como la rojiblanca que con su particular filosofía sigue compitiendo entre los gigantes del fútbol disputándoles títulos. El merecido triunfo ante el Atlético de Madrid, el actual campeón de Liga, demuestra que un equipo lleno de estrellas internacionales, con el entrenador mejor pagado del mundo, puede ser superado por quien lo fundó como sucursal un lejano 1903. El "Bilbao" te ganó, amigo Cholo, a ti que te gusta vestirte de humilde ante el vecino de la capital. Hoy eres un poderoso, pero, efectivamente, no todo es la plata. Ni los petrodólares. Porque esta Supercopa de Riyadh está poniendo en el disparadero lo mucho de obsceno en la avaricia del fútbol español organizado, de LaLiga y de la Federación Española, en esto sí igualados Tebas y Rubiales. Todo por la pasta. Yo me forro, tú te forras, y el sátrapa se pavonea. No importa humillar a los aficionados que sostienen los clubes, y a toda la ciudadanía aceptando euros manchados de ignominia.

Hablamos del llamado sportswatching, variante del whitewatching, el blanqueo de conciencias, de regímenes y de barbaries a través del oropel de los eventos deportivos. Sabemos que el Reino Saudí no pretende cambiar en su odiosa consideración de la mujer, del colectivo LGTBI y de los disidentes de su monarquía feudal. Porque no, no es una cultura distinta a la que hay que respetar y comprender. A quien hay que respetar es al ser humano ultrajado, y hasta ahí ya hemos llegado en otras partes del planeta, con todas nuestras contradicciones y limitaciones. Lo suficiente, debería ser, para no prestarnos a este lavado de cara vendiendo deporte a un postor impostor.

Tampoco conviene ser inocentes y pecar de desmemoriados. Los más talluditos recordarán al Caudillo en una Eurocopa ante la pérfida URSS (1964), o a Videla presidiendo un Mundial cuando se asesinaban opositores en la Argentina (1978), por no remontarnos a la Olimpiada de Berlín del Führer (1936) o al Mundial de Italia del Duce (1934). Hoy en día sigue ofendiendo ver a ciertos jerifaltes hacerse fotos con trofeos y acoger acontecimientos de masas para hacer olvidar a propios y a extraños que los derechos humanos son una entelequia en sus posesiones. ¿Qué hacer ante estos intentos burdos de contínua utilización del deporte, actividad sana por naturaleza? En el caso de la Supercopa de Riyadh, ¿qué postura es exigible a un club como el Athletic que presume, con justo orgullo, de ser una entidad con "valores"?

No compartimos aquello de que el equipo rojiblanco tendría que haber renunciado a viajar a Arabia Saudita por motivo de la índole del régimen que patrocina la competición. ¿A dónde llevaría esa conducta? Y no lo decimos por las sanciones que comportaría en el terreno deportivo o las pérdidas económicas. Nos referimos a lo que supondría el tener que analizar según ese prisma todos y cada uno de los destinos de futuros enfrentamientos internacionales. ¿A qué países se dejaría de ir, incluida la vieja Europa? ¿A Turquía? ¿A Hungría, Kazajistán, Polonia...? No es aceptable que sea un club el que tenga que aplicar ese cedazo, pues haría inviable su propia existencia. El Athletic tiene una filosofía competitiva singular, un valor en sí misma, de acuerdo, pero ni es una ONG ni una asociación pro derechos humanos. Es un club de fútbol que participa en competiciones organizadas por entidades a las que pertenece. Por eso es a éstas a las que corresponde un mínimo nivel de exigencia en las condiciones en las que se lucra por ofrecerlas.

En el caso de la Supercopa es la RFEF la que tendría que cuestionarse si los 40 millones a percibir (supuestamente en parte para el fútbol modesto) justifican acudir a un país que margina a la mujer en la propia competición futbolística. ¿Por qué no incluir en la venta la Supercopa femenina, aun a costa de menos dinero? Lo tomas o lo dejas. Eso sí sería un gesto, y probablemente un avance para semejante régimen.

Lo cierto es que el Athletic es hoy de nuevo noticia en el orbe deportivo, donde seguramente las miradas se fijarán en su modelo único, de valores, basado en competir exclusivamente con jugadores de la tierra, con futbolistas vascos sí. ¿Se puede decir?