OMO comentamos en estas páginas, el PNV, dentro de sus enmiendas a la ley presupuestaria española, planteó la modificación indirecta de la Ley del Deporte de 1990 (LD) en dos cuestiones que afectan singularmente al deporte estatal de élite. Por un lado, los nacionalistas vascos proponían eliminar de la legislación la obligatoriedad para los clubes profesionales de convertirse en sociedades anónimas deportivas (SAD), y por otro, y en relación con los cuatro clubes exentos de esa transformación, la supresión de la necesidad de presentar por sus directivas avales personales y solidarios para responder en caso de pérdidas patrimoniales. Temas de indudable repercusión deportiva y económica.

Pues bien, finalmente, estas relevantes enmiendas cuentan con el apoyo mayoritario del Congreso de los Diputados y se van a convertir en realidad, es decir, se producirá por esta vía la modificación puntual y sobrevenida de la LD en esta materia. Se trata de un destacable logro de los jeltzales, no solo en su fin primordial de beneficiar los intereses vascos, sino también en aras del bien general, en este caso con el objeto de actualizar y racionalizar el régimen jurídico del deporte profesional español.

Veamos brevemente las consecuencias propias y las colaterales, entendiendo por éstas las que van más allá de la intención principal, por mucho que resulten sustanciales fuera de Euskadi, sin ir más lejos en una entidad de la importancia del FC Barcelona, y sobre todo en el interés de sus actuales gestores.

En primer término, con la primera de las modificaciones legales, ya no será condición necesaria el que los clubes que accedan a las categorías profesionales (Primera y Segunda División de fútbol, y Liga ACB de baloncesto) tengan que pasar por un difícil proceso de conversión en SAD. Ello afecta favorablemente hoy a la SD Amorebieta y a los demás clubes que ascendieron a Segunda, y por extensión a los que pudieran hacerlo esta temporada (entre otros, Real Unión de Irun o CD Tudelano). Hay que subrayar, y he aquí la oportunidad de la medida, que se adelanta un cambio previsto para la nueva LD, y se evita así un trance que ya no se exigirá en unos meses. El beneficio lo es para todos los clubes estatales en esa tesitura, comprobada la inocuidad de la obligación conversora cuando funcionan los controles económicos por parte de las ligas organizadoras.

En segundo lugar está el tema de los avales de los clubes no SAD (Real Madrid, Barcelona, Athletic y Osasuna). La exigencia legal a sus directivas quería asegurar la responsabilidad gestora, pero no siendo decisiva al efecto, como decimos, la forma jurídica, y sí los controles auditores externos, predicada además la libertad asociativa en la normativa europea, los avales se han convertido en imposición rígida y desmedida para estos clubes, un auténtico veto de acceso a su gobierno.

De esta manera, y esto es noticia de calado, en las elecciones del Athletic (en el año entrante), como en las de los demás clubes no SAD, puede propiciarse su apertura, mayor participación y democratización. Eso sí, la eliminación de la garantía legal de los avales ha de compensarse con la previsión en los estatutos sociales de cada entidad de requisitos de acceso y responsabilidad para quienes pretendan tomar las riendas del club.

No puede soslayarse que, dispuesta la necesidad de constituir y renovar los citados avales directivos por el 15% del presupuesto de gastos de cada club, con el riesgo de ejecución cuando se producen pérdidas anuales, resulta ciertamente perentoria la concreta situación del FC Barcelona y de sus actuales rectores, que iban a ver ejecutado su inicial aval, y necesitado depositar uno nuevo en próximas fechas por una cantidad superior a los 124 millones de euros. Un verdadero cuello de botella para su presidente y junta directiva, aun pretendiendo responsabilizar del tremendo cañón a la anterior dirección.

El cambio legislativo asegurado por el PNV es importante para los clubes vascos, y una auténtica bendición para los regentes blaugranas. Más que con cava Joan Laporta debería celebrarlo con un buen txakolí. ¿O pedirá incluso su afiliación en Sabin Etxea?