Una brillante elección estratégica permite a Marc Márquez reinar en Alemania
bilbao - Marc Márquez venía de ganar las seis últimas ediciones del Gran Premio de Alemania, que ayer era la novena estación del tren mundialista de 2016. Pero cuando se había alcanzado el ecuador de la prueba de MotoGP, no cabía imaginar que el de Cervera gozaba de opciones de sumar su séptimo triunfo seguido en territorio germano tras haber defendido la ventaja de ser poleman apenas tres curvas y verse constantemente relegado; la prudencia era su hoja de ruta.
Es más, consumidas 17 vueltas de las 30 programadas en el circuito de Sachsenring, el catalán ocupaba la novena posición; había llegado a liderar la prueba Danilo Petrucci, tumbado por su ímpetu sobre el asfalto mojado, porque comenzó la carrera con una pista sobre la que escupía la lluvia. Tras la caída del espumoso piloto italiano, sus compatriotas Andrea Dovizioso y Valentino Rossi pugnaban por el mandato, secundados por los asombrosos Jack Miller y Héctor Barberá. Era jornada propicia para sorpresas, para que algún piloto firmase su mejor resultado en la categoría reina. Rebajas en Alemania. Podios a precios de saldo. Un chollo.
De pronto, Loris Baz, apostante, enfiló el camino de los garajes para montar neumáticos lisos. El francés se convertía en el termómetro de la parrilla. Era el globo sonda, el pionero, un explorador que indicaría el camino a seguir, la decisión a adoptar por parte del resto en función de sus registros vuelta a vuelta. Pero Baz no ofreció grandes pistas, dado que un giro después regresaba a su box haciendo aspavientos. ¿Era por el insuficiente rendimiento de los calzos lisos? Nadie ajeno a su equipo lo sabía a ciencia cierta. Justo en ese instante, cuando se apartaba Baz, cuando restaban 13 vueltas para el final, cuando Márquez era noveno y se estaba viendo relegado poco a poco, tomó el de Cervera una determinante postura: visitó su garaje para calzar slicks. Creyó en su ojo clínico y su perspectiva sobre las condiciones del asfalto. La incertidumbre era máxima. A efectos prácticos, sin saber qué había sucedido con Baz, era el primer piloto en apostar por semejante estrategia. Cierto que a esas alturas el asfalto presentaba un carril seco, pero nadie arriesgaba asumiendo la iniciativa. Quizá porque Márquez es ambicioso y no se conformaba con sumar unos pocos puntos para proteger su liderato -gozaba de 24 puntos de ventaja en el Mundial respecto a Jorge Lorenzo y de 42 sobre Rossi-, aspiró a más. Y eso que Lorenzo, su inmediato rival en el campeonato, corría en la 15ª plaza entonces, arrugado por el contexto y condicionado por los flashazos de sus caídas sabatinas, que flagelaban su mente.
Márquez, relevada su moto, regresó a la pista como foco de atención. Todos observaban a su respuesta, prestos a modificar la planificación en función de los resultados obtenidos por el órdago del líder. Pero ya era tarde para poder emularle. Fue una acción crucial, pero de visto y no visto. No dio concesiones en forma de margen de reacción.
Retornó Márquez a la pista a la altura de Lorenzo; pasó 14º por meta en su primera vuelta con calzos lisos. Pero era más rápido que la cabeza de carrera, por debajo de los 4 segundos. De hecho, marcó su mejor tiempo personal en el primer giro. Un azote. Un huracán que se avecinaba, que todos veían venir, pero del que ya nadie podría protegerse. Influyó también la tardía respuesta de los más destacados; a Rossi, desde su pizarra, le mandaron cambiar de moto acto seguido al movimiento de Márquez, pero no obedeció, influenciado por su entorno, por Dovi, Miller y Barberá, que también se debatían por la gloria. Los mecánicos de estos, que tenían ante sí la tabla de tiempos y la perspectiva general de lo que implicaba la decisión de Marc, se desesperaban viendo a sus pilotos autocondenarse.
Se descifró temprano que la estrategia de Márquez era la certera. Con él se abrió la veda. Se comenzó en masa a cambiar de moto. Quedaban ocho vueltas cuando el grupo cabecero, liderado por Dovi y con Rossi, Barberá y Crutchlow de viajeros, cambió sus máquinas; Miller, mientras, se mantuvo en pista como nuevo líder. Muy mala decisión. No en vano, a 6 vueltas del final, Márquez, en tremenda ascensión, superaba al australiano como una exhalación para ganar aislado, sin competencia, idílico. Dio con la receta del éxito, una brillante y arriesgada estrategia que le ha blindado en el liderato del Mundial, desde donde distancia a 48 puntos a Lorenzo, que fue 15º, y en 59 a Rossi, que acabó 8º. La sorpresa la completaron en el podio Crutchlow y Dovizioso, segundo y tercero, respectivamente.
Márquez dio cuenta de su mutación: visceral como era, supo ser paciente cuando las condiciones se lo exigían. Luego fue preciso en la elección del momento para el cambio de moto, crucial en su tercera victoria del año. “Cuando pude, cambié la moto y la estrategia me ha salido muy bien, era la única opción que tenía de luchar por el podio. Arriesgué mucho en las primeras vueltas, pero luego fue fantástico. Tampoco ha sido: de perdidos al río”, dijo, reinventado como está. Ha aprendido de los errores de 2015, privado por ellos de la lucha por el título. Es junto a Laverty y Barberá el único que ha puntuado en todas las carreras; una propuesta basada en la prudencia, en la búsqueda de la regularidad, que, aderezada con el contraste de decisiones de riesgo como la de ayer, puede valer una corona en un curso en el que abundan las caídas.
clasificaciones
1. Marc Márquez (Honda) 47:03,239
2. Cal Crutchlow (Honda) a 9,857
3. Andrea Dovizioso (Ducati)a 11,613
1. Marc Márquez (ESP) 170 puntos
2. Jorge Lorenzo (ESP) 122
3. Valentino Rossi (ITA) 111
1. Johann Zarco (Kalex) 47:18,646
2. Jonas Folger (Kalex) a 0,059
3. Julián Simón (Speed Up) a 20,433
1. Johann Zarco (FRA) 151 puntos
2. Alex Rins (ESP) 126
3. Sam Lowes (GBR) 121
1. Khairul Idham Pawi (Honda) 47:07,763
2. Andrea Locatelli (KTM) a 11,131
3. Enea Bastianini (Honda) a 13,359
1. Brad Binder (SUD) 159 puntos
2. Jorge Navarro (ESP) 112
3. Romano Fenati (ITA) 93