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Una loa a Pablo Guerrero, cantautor de la transición y autor del himno ‘A cántaros’

El compositor y poeta extremeño ha fallecido a los 78 años a causa de un cáncer

Una loa a Pablo Guerrero, cantautor de la transición y autor del himno ‘A cántaros’EFE

Desolación y dolor. Ese el sentimiento que ha dejado entre el mundo de la cultura la muerte del cantautor y poeta extremeño Pablo Guerrero, a los 78 años, en Madrid, donde residía, a causa de un cáncer. Adalid de la canción de autor de la Transición y autor de himnos como A cántaros, fue además un músico inquieto y pionero en su apertura a ritmos globales y la electrónica, siempre con su garganta al servicio de la libertad y la poesía. “Esa letra, la de A cántaros, es muy actual, tiene que llover mucho todavía”, lamentó en un encuentro con DEIA.

El cantautor extremeño Pablo Guerrero falleció ayer, martes, a los 78 años de edad en Madrid. “Nada es fácil, y tampoco la vida”, cantaba en Busca la gente de mañana este músico que fue un icono de la Transición y de la canción de autor en los años 70 gracias a su canción icónica, A cántaros –“tiene que llover, tiene que llover a cántaros”, cantaba añorando una etapa de libertad tras la muerte de Franco–, y a otros temas como Hoy que te amo o A tapar la calle.

Su trayectoria como cantautor y poeta fue reconocida con numeroso premios, como la Medalla de Extremadura (2000), la más alta distinción de esta comunidad autónoma; el premio a Toda Una Vida, de la XIII edición de los Premios de la Música, (2009) y la Medalla de Oro de Bellas Artes (2022), entre otros galardones.

Guerrero fue, sin pretenderlo, maestro de la generación de cantautores de los años 90, con Ismael Serrano y Javier Álverez al frente. De hecho, con este último grabó un disco compartido en 2009 y colaboró en una nueva versión de su himno más conocido junto a Luis Pastor, Lourdes Guerra, Cristina Lliso (Esclarecidos), Ismael Serrano y Álvaro Urquijo de Los Secretos, gente que “ve la música de forma parecida a la mía”, explicó a DEIA durante la promoción de su antología Lobos sin dueño (Warner), que coincidió con el 40º aniversario de la grabación de su himno.

“Sin el impulso de los sueños y la esperanza estaríamos en la cama todo el día”, nos explicaba este extremeño humilde y culto, que inició su carrera pensando que “lo de cantar era algo transitorio, un pecado de juventud”, y que definía su trabajo

como “la pequeña artesanía de hacer y cantar canciones”, en conversación con este diario.

A Guerrero, en muchas ocasiones, le pudo su faceta de poeta sobre la de cantautor. “Esa antología se presentó en formato de disco libro y seguí un criterio literario. El poeta le ha podido al cantautor al elegir canciones coherentes y con una mirada del mundo contemporánea”, proseguía en la entrevista con motivo de ese “libro de poemas con canciones”. Luego, proseguía asegurando que “no me enfado si me llaman poeta; me gusta porque canto palabras más que melodías”, nos aclaraba.

Carácter pionero

Su voz podía acariciar o convertirse en áspera, según la canción y el tema tratado. “Así somos las personas, tiernas pero también respondemos a las agresiones enfadándonos”, justificaba este músico que, sobre todo a finales del siglo XX y tras su encuentro con el productor y músico Suso Saiz, abrió su canción de autor a sonidos tradicionales del folk ibérico, la música étnica, la electrónica y la psicodelia en discos como Alas, alas y Luz de tierra.

Preguntado por su inquietud y audacia musical, Guerrero reconocía ambas virtudes porque decía ser “un devorador de música”. En su opinión, “la gente joven creo que aprecia el que sea inquieto, que no me haya repetido y conformado con lo sabido, y que haya arriesgado en cada disco”, proseguía. Él, su cuerpo, se ha ido, pero las letras de sus canciones seguirán siempre vigentes. “Me lo dice mucha gente, que tienen más significado que cuando las grabé. ¡Ni que fuera un profeta, me dicen!”, nos explicaba entre risas.

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Quizás la razón es que le cantara al sentimiento y al ser humano; y eso no lo cambia ni el tiempo… ni la muerte. De ahí la actualidad de la letra de A cántaros. Tiene que llover mucho todavía. “Hay que volver a la fiesta y a la alegría de tomar la calle”, explicaba con su verbo libertario colgado de su eterna barba mientras confesaba que su canción propia favorita era Sueños.

“Es la que canto con más emoción porque sin el impulso de los sueños y la esperanza estaríamos en la cama todo el día”, concluía nuestra inolvidable conversación. ¿Quién puede atar a quien está hecho de nubes y ya vuela alto, muy alto? Para los alumnos y seguidores del maestro Guerrero sigue siendo tiempo de vivir, de soñar y de creer.