Superados ya sus primeros 25 años de carrera, el grupo estadounidense My Morning Jacket sigue fiel a su planteamiento inicial, el de crear emoción y belleza estirando sin prejuicios los encorsetadas márgenes estilísticos del rock tradicional. Su nueva prueba se titula Is (ATO Records. Pias), un décimo disco en el que vuelven a aunar calidad, elegancia y buen gusto a través de una mezcla de rock, del soft al hard, con psicodelia y country alternativo. “Es un disco sobre el presente, sobre aceptar la incertidumbre y encontrar belleza en el caos”, explica Jim James, su líder.
Conviene regresar a esta banda, si no queremos perder de vista la adaptación del rock tradicional estadounidense a las claves del presente
Conviene regresar periódicamente a esta banda de Kentucky creada a finales de los 90 en Louisville, si no queremos perder de vista la adaptación del rock tradicional estadounidense a las claves del presente y el siglo XXI. James, bien en solitario, en sus colaboraciones o con My Morning Jacket –del inicial At Dawn, pasando por el clímax con X y Evil Urges y llegando hasta el mas reciente Circuital si obviamos su prescindible anterior disco de villancicos–, es un activo importante de esa cadena que une pasado y presente a ritmo de eso que antes llamábamos rock.
La guitarra y la voz de James, magníficamente secundadas por Tom Blankenship (bajo), Carl Broemel (guitarra), Patrick Hallahan (batería) y Bo Koster (teclados), vuelven a las andadas con su décimo disco, Is, en esa particular y encantadora mezcla de soft rock, country alternativo, pop y psicodelia con ligeras gotas de funk y algo de experimentación electrónica. Un híbrido tan inclasificable como magnético, con la fuerza de un imán: la voz cálida de su líder, que nos acoge y abraza con su timbre acaramelado.
Is es un disco de rock contemporáneo. “Este disco es sobre el presente, sobre aceptar la incertidumbre y encontrar belleza en el caos. Queríamos capturar la magia del momento y permitirnos ser vulnerables”, explica James sobre estas diez canciones grabadas en los Henson Recording Studios de Los Ángeles y en las que, por vez primera en su carrera, el grupo se ha abierto a una producción externa.
Vuelven a las andadas con su décimo disco, ‘Is’, en esa particular y encantadora mezcla de soft rock, country alternativo, pop y psicodelia
El elegido es un gran nombre de la producción de las últimas décadas, Brendan O’Brien, responsable de haber modernizado el sonido reciente de Pearl Jam y Bruce Springsteen, sin demasiados aplausos en el caso del de New Jersey. “Me he soltado y dejado que alguien más tome las riendas, disfrutando más que nunca del proceso”, explica James, para quien el título del álbum traslada “una sensación de presencia en el presente; no hay lógica ni razón detrás de este disco, simplemente es”.
Canciones
- ‘Out In The Open’. Se inicia “caminando sobre el océano”, el aliento de un riff de guitarra hipnótico entre múltiples capas y una progresión hasta que el tema estalla entre convulsiones rockeras. Fuera la noche es fría. “Siento que mi corazón se rompe en el presente sin ti”, canta James.
- ‘Half a Lifetime’. Tema sobre el disfrute. Navega por un caprichoso ritmo, entrecortado y hasta molesto que se olvida antes del minuto uno, cuando entra toda la banda y nos regala su bonito estribillo y sus guitarras ácidas.
- ‘Everyday Magic’. Es un canto a la magia cotidiana que vemos “en el corazón, ante mis ojos”, y a la promesa de la fortaleza necesaria para “pedir ayuda”. También aboga por vivir nuestras fantasías, “para ayer”, entre un groove entre funk y country.
- ‘I Can Hear Your Love’. “Puedo oír tu amor”, canta James, incluso cuando su pareja está acostada. Suena demasiado AOR, con sus coros angelicales, su cálido ritmo y ecos de George Harrison. Quizás su melodía se pase con el azúcar.
- ‘Time Waited’. Palabras mayores, una de las canciones de 2025, seguro, gracias a su melodía y tempo, los de las baladas infinitas y perennes. Construido sobre un bello arreglo de piano en bucle, de ecos jazz y extraído de un álbum de Budy Emmons.
- ‘Beggining From The Ending’. “Tal vez no haya un mañana, pero el amor sigue vivo… es todo lo que importa” para que “el mundo avance y la vida continúe”. James cree en el amor sobre un bonito teclado de fondo y un bajo marcadísimo. Suena algo repetitivo hasta que el horizonte se emborrona, expande y se vuelve heterodoxo y gozoso.
- ‘Lemme Know’. Sus primeras notas parecen un cruce entre el ‘Maniac’ de Michael Sembello en Flashdance y el ‘Part-Time Lover’ de Stevie Wonder, y su ambiente bailable prosigue después mientras habla de “soltarse y liberarse” entre una percusión casi disco que no desentona del todo.
- ‘Squid Ink’. Rockera, con una base densa, ambiente de psicodelia opresiva con sus teclados y cierta distorsión hard, a lo The Black Keys. Explora la sensación de verse atrapado en un entorno tóxico y la lucha por salir de él a través de la autoconfianza.
- ‘Die For it’. Prosigue la vestimenta rockista con el añadido de un bajo que aporta tanta melodía como ritmo. Sus arreglos derraman psicodelia a raudales en su estribillo, donde se repite “vuelve a vivir”.
- ‘River Road’. Y rodando, rodando, como en el estribillo de su cierre, se llega al final con este blues rock lento y pesado que emula el ‘Ride On’ de los de AC/DC. Habla de “aclarar mi mente”. ¿Quizás ante la deriva de su país?