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Cantante y actriz

Ana Belén: “No hay que perder la esperanza, somos capaces de resistir ante el caos actual”

Tras seis años de ausencia musical, Ana Belén recalará con su gira de regreso, ‘Más D Ana’, en Bilbao el próximo 16 mayo y a finales de año en Donostia e Iruñea

Ana Belén: “No hay que perder la esperanza, somos capaces de resistir ante el caos actual”

Seis años después de bajarse de un escenario como cantante, Ana Belén se apresta a salir a la carretera de nuevo tras un largo periodo volcada en el teatro con la gira Más D Ana, en la que alternará las canciones de un inminente disco titulado Vengo con los ojos nuevos con sus éxitos de siempre. “Si no los cantara, me apedrearían”, explica entre risas Ana Belén, que actuará el 16 de mayo en Bilbao, en Euskalduna Jauregia. “No hay que perder la esperanza, somos capaces de resistir ante este caos”, indica en esta entrevista la artista, cuya gira recalará también el 8 de noviembre en el Kursaal donostiarra y el 13 de diciembre en Iruñea, en Baluarte.

Por fin, ‘Más D Ana’. Ya tocaba ¿no?

—Sí, casi seis años después. La última gira acabó el 23 de diciembre de 2019, meses antes de la pandemia. Es mi mayor tiempo sin gira musical. Es que en 2021 inicié el proyecto teatral Eva contra Eva, que luego lo encadené con otro, Antonio y Cleopatra, y después con Romeo y Julieta. Seis años haciendo teatro, una pequeña cosita en una serie y una película en 2024. No he estado de brazos cruzados, pero quería volver a un escenario a cantar mis cosas.

Uno de sus últimos discos se titula ‘Vida’. Cantar, en su caso, es parte vital de la suya.

—Sí, sí. La posibilidad de comunicarte con la gente que te ofrece la música es maravillosa. Es importantísima en mi vida, y no porque sea cantante, sino a nivel vital. La música está siempre presente, incluso cuando no cantaba. Víctor, que solo canta cuando tiene un fin, cuando prepara un disco o tiene conciertos, se ríe mucho de mí porque yo canturreo al oír la radio o cuando voy por las escaleras mecánicas de unos grandes almacenes y suena alguna canción por la megafonía. Lo hago sin darme cuenta, pero nunca con mis canciones.

Dice que no ha estado de brazos cruzados, pero habría que reivindicar el hecho de relajarse y descansar. Todos lo necesitamos ante el vértigo y ansiedad de estos tiempos ¿no cree?

—Perder el tiempo es estupendo, y es una constante a lo largo de mi vida después de una gira, de las que sales estresada. Es que el escenario es muy fuerte, dejas mucho en él, te deja vacía. Subir al escenario con otra cosa distinta, el teatro tras cantar, ya me supone un descanso; y viceversa. Ahora bien, cada vez busco más esos tiempos sin obligaciones porque he pasado mi vida, desde niña, con obligaciones a la hora de levantarme para ir al rodaje, estudiar, ir al teatro, a grabar el disco… Siempre he tenido horarios y no me ha pesado, pero cada vez necesito más esos tempos de falta de obligaciones, en los que te tumbas a la bartola y no haces nada. Solo con la mente en blanco y vaguear, que es un verbo que me encanta.

Tiene mala prensa, por cierto.

—Al hacerlo, tu mente igual no vaguea, va de un lado a otro. O coges un libro… Bueno, ahí tu mente está activa. Vaguear, como tú dices, es lo contrario a esa prisa actual por hacer cosas que requieren un tiempo concreto, pero no se lo das. Ahora todo se quiere hacer rápido y atender a tantas cosas y estar en tantos sitios.

Volveremos a escuchar sus éxitos.

—Si no los canto me apredrean, seguro (risas). Y me apetece hacerlo, no lo hago presionada en absoluto. Sería una frustración para la gente no cantarlos, y a mí me gusta como espectadora que hagan lo mismo cuando voy a ver a Bruce Springsteen, Paul McCartney o Simon & Garfunkel. Quiero que me canten Bridge Over Trouble Water, claro que sí.

Y las combinará con canciones nuevas.

—Claro, es una necesidad vital.

Creo que tiene ya un disco en sala de máquinas

—Saliendo de ella, sí, aunque no sé el día concreto. Lo ideal sería que se publicara antes de iniciar la gira. Te puedo adelantar el título, Vengo con los ojos nuevos, que es una de las canciones que incluye, firmada por mi compañero de vida. El resto son cosas dispares compuestas por mucha gente, incluido ese primer adelanto, Bachátame, que es muy bailable y gracioso. La compuso el actor y cantante Jorge Usón.

¿El disco sigue ese sonido bailable y latino?

—No, los temas son muy dispares en sonido, pero todos muy bonitos. Al ser de autores diferentes, cada uno requiere su personalidad, arreglos y sonoridad. Las canciones son como pequeñas películas, como cortometrajes con guion y una pequeña historia. Yo las recibo y las interpreto así, como cantante y actriz.

Al no componer, ser actriz le ayudará a convertir en propias las canciones.

—Ya me gustaría componer, pero no es así, para mi desgracia. No me he puesto nunca a ello porque soy muy exigente conmigo misma. Sé que no sé componer. Para qué empeñarme en grabar cancioncillas mías malas cuando hay gente que lo hace de puta madre y, además, es generosa conmigo. Tengo mucho respeto y agradecimiento por los compositores y cantantes. Sé lo que cuesta. Acabo de recordar que el disco incluye un tema de Pedro Guerra.

¿Y de Ojete Calor, con quien compartió no hace mucho ‘Agapimú’?

—No (risas). Les amo profundamente, son dos tipos tan inteligentes e interesantes... Llevaba siglos, no años, sin cantar Agapimú. Gracias a ellos la he recuperado.

‘Bachátame’, por el tono imperativo, me recuerda a ‘Contamíname’.

—Claro (risas). Podría ser una orden aunque con cariño.

David San José, su hijo y de Víctor Manuel, es el lugarteniente principal del disco y de la gira.

—Nos entendemos mucho trabajando juntos. Es estupendo, y no solo él, sino el resto de músicos.

¿Es complejo cuando confluyen lo familiar y lo profesional?

—Puede serlo, pero no con David; al contrario. Es un gran músico y cualquier pequeña discusión que pueda haber acaba resolviéndola fácil por todo lo que sabe. Es increíble cuando me enseña una maqueta para ver si podríamos tirar por ahí y llega con todos los instrumentos grabados, no solo el piano. Luego entran los músicos en el estudio de grabación, eso sí. David es un músico muy completo.

Es un músico, lo suyo es intuición.

—En mi caso, absolutamente, y bien que me ha pesado. Tuve la posibilidad de dar clases de solfeo y piano, y solo aguanté un año. Luego, me di cuenta que fue una pena no aprovechar el momento. Eso sí, a esa intuición, con los años, se suman otras cosas. No sé leer una partitura, pero sí pedir cosas a los músicos, cambiar acordes… El oído se acostumbra, aunque me pesa cierta ignorancia.

‘Isla que habitas en mí’ es una canción suya reciente. Y la película a estrenar lleva el título de ‘Islas’.

—La ha dirigido Marina Seresesky y es un proyecto de 2021 por lo menos. Se aparcó por falta de financiación y la filmamos en mayo de 2024, en Tenerife. Me acompañan en ella Manu Vega, Eva Llorach y el citado Usón. Es una historia de una tía mayor, que soy yo, y un chaval joven, totalmente antagónicos. Son como islas pero confluyen.

¿Somos cada vez más como islas y no vemos más allá de nuestros deseos y necesidades?

—No lo creo, sí es cierto que esa gente hace más ruido y por eso parece que son más. Sigo creyendo que sigue habiendo una gran masa de gente que nos preocupamos del otro, afortunadamente. Y por eso sigue el mundo adelante, de esa preocupación recíproca y del cuidado de lo común. Esa es la única fuerza que tenemos en todo este caos que pretende configurar al mundo.

Seguro que rescata ‘España camisa blanca de mi esperanza’. ¿Sigue ahí la esperanza como motor?

—La escena pinta… glups. No hay que perder la esperanza en que somos capaces de resistir (recalca la palabra). Hay que hacerlo.

¿Dónde se situaría en ese debate abierto en la izquierda ante las peticiones europeas de rearme ante la pinza de Trump y Putin?

—Es una discusión complicada, pero si hay algo que me ha dado fuerza es la manifestación en Roma. Ha sido la ciudadanía la que ha salido a la calle para decir que, por encima de todo, somos europeos y defendemos nuestra identidad. Pues eso, defendámosla. ¿Que hay que discutir de qué manera? Bueno, hagámoslo. Pero no queremos renunciar a ser europeos y a unos valores determinados que tenemos claros. Queremos seguir siendo europeos en una Europa democrática.

Hay voces que ya abogan por una manifestación unitaria en toda la Unión Europea.

—Bueno, si la de Roma se hiciera en las demás capitales, podrían confluir todas. Hagamos ese llamamiento, en la medida de nuestras posibilidades. Las grandes revoluciones siempre empiezan por las pequeñas cosas y por lo más cercano.