No es casualidad que Gary Louris, líder de The Jayhawks, cabeza de lanza del country alternativo en las últimas décadas, haya publicado Black Country (Sham/Thirty Tigers), su tercer disco en solitario, coincidiendo con la celebración de San Valentín. El estadounidense es, a menos de un mes de cumplir 70 años, un tipo enamorado, de ahí que sus último disco sea “una carta de amor” a su reciente esposa. El sentimiento y la reflexión sobre el paso del tiempo se aúnan en un trabajo íntimo, desnudo, melancólico, acústico y melódico de poso folk.

“Te quiero aquí, incluso cuando duela”, le canta Sharon Van Etten al amor. Incluso cuando el mundo se derrumba. Es, quizás, cuando más necesitados estamos de él. Así cerrábamos la semana pasada el reportaje sobre el último disco de la estadounidense… y recuperamos el mensaje para referirnos al tercer disco en solitario de Louris, que se lanza coincidiendo con San Valentín y es una reafirmación y exposición pública del amor que siente por su esposa, Elizabeth, en momentos, como refiere su título, difíciles y oscuros para un mundo con las únicas brújulas de la especulación, la guerra y el fanatismo fascista.

Louris, que visitó el BBK Bilbao Music Legends Fest en 2024, es, desde hace tiempo, el líder absoluto de The Jayhawks desde que su colíder, Mark Olson, hiciera mutis y a pesar de que fuera el último en llegar a una banda que ha dejado discos gloriosos –sin la vertiente arriesgado y heterodoxa de colegas como Wilco, eso sí– en su mezcla de country, rock y pop, si bien es verdad que la deriva artística reciente no aguanta la comparación cuando el dúo lideraba al grupo.

Carátula del disco.

Dark Country, que toma el relevo de Vagabond y Jump for Joy, antiguos discos en solitario de Louris, es el álbum más romántico de su carrera, solo o en compañía, ya que lo dedica a su esposa, la canadiense Stephanie, con la que se casó en 2020 y con quien vive actualmente en los alrededores de Montreal. Allí, en su estudio casero, surgió la inspiración para crear esta decena de temas que grabó casi en solitario, a excepción de las aportaciones de amigos: el pedal steel y la guitarra de Stephen McCarthy (The Long Ryders), y el suntuoso arreglo de cuerdas de Eleanor Whitmore, de The Mastersons.

Siempre más pop y rock que Olson, ahora abraza la faceta más roots en canciones que, como siempre, se caracterizan por su sencillez, clasicismo, buena ejecución, un buen cargamento de melodía y letras de gran hondura emocional y reflexiva sobre el amor y el paso del tiempo. “Es una carta de amor a mi esposa”, explica. “La escribí y la grabé en mi pequeño estudio en nuestra casa en las montañas de Quebec. Solo mi guitarra y mi voz, ocasionalmente piano y un poco de magia de mis amigos. Es mi disco más íntimo y directo”, apostilla Louris, que paralelamente ha lanzado una playlist con sus canciones de amor favoritas.

CANCIONES

‘Getting Older’. Armónica, guitarra acústica, teclas de piano y su voz frágil son suficientes para emocionar. Habla de envejecer y de la valentía necesaria para dejar relaciones que no funcionan.

Couldn’t Live a Day Without You’. “Eres el sol”, la chica de “la sonrisa preciosa”, le canta a su pareja, valiente al asumir errores. Y le basta con voz y unos bonitos y prístinos arpegios de guitarra, con un fondo de teclado. Folk soleado con “doo doo doos” a lo Beatles.

‘Dead Porcupine’. Sombría y aderezada con arreglos sureños a lo Rolling Stones en las piezas blues acústicas de su mejor época. Incluye un lamento y una petición: “Mi chica, nunca me dejes”

‘By Your Side’. Balada que se construye sobre piano y armónica –muy Neil Young– y unos arreglos de violín con una melodía que emula los momentos más líricos de The Jaywhaks.

‘Living On My Phone’. Apenas voz y guitarra, suena fuera de contexto. Mira a su alrededor para realizar una crítica a la dependencia de pantallas para “no sentirse solo”. Se pregunta si no deja de ser “tiempo desperdiciado”.

‘Blow ‘Em Away’. El más rabioso, en letras y en sus guitarras, aunque se mantienen acústicas. Deseos de huida en un coche tomado prestado, a lo Springsteen, con la ventana bajada y sintiendo la brisa.

‘Redefining Love’. “Estoy perdido sin tu amor”, canta en una letra que irradia destellos psicodélicos al plantear un viaje astral “alrededor del sol”.

‘Better To Walk Than To Run’ Los efectos del tiempo –habla de “pasar las páginas” y “risas y lágrimas”– se advierten en esta balada que contrapone la bondad de ir despacio al previsible tropiezo que implica correr. Recuerda a los pasajes más desnudos de Springsteen, como ‘Walk Like a Man’ o el propio ‘Valentine’s Day’.

‘Listening to Bobby Charles’. Con guiño al cantautor autor de ‘See You Later Alligator’, es un folk-blues lleno de imágenes oníricas: “Me siento como un tiburón borracho, oliendo la sangre y preguntándome por qué”.

‘Two Birds’. Amor a primera vista, voz forzada y guitarras restallantes. “Dos pies y un latido en un abrigo raído, te desangraste en la ciudad y me cogiste por el cuello”.

‘Helping Hand’. Todo calidez, bonitos juegos de guitarra en el estéreo, una nota minimal en el teclado e inmediatez melódica.

‘Perfect Day’. Es la más vestida, con arreglos de cuerda y teclado ampuloso. Única versión del disco, firmada en 1977 por Harry Nillson.