El órgano más antiguo de Euskadi se encuentra en Ziortza y fue construido en 1686 por Joseph de Echevarría. Sus tubos de fachada proceden de un órgano todavía anterior, del año 1540 aproximadamente. En 1993, Jose Mari Arrizabalaga construyó el órgano del coro a imagen y semejanza del antiguo.
“No hay muchos lugares tan indicados para grabar un disco de música histórica como Ziortza”, explica Albert Recasens, musicólogo e investigador del grupo del Instituto Cultura y Sociedad (ICS) de la Universidad de Navarra. Recasens es también director de La Grande Chapelle y con esta agrupación, que interpreta música vocal e instrumental de música sacra antigua, tuvo la oportunidad de ofrecer un concierto la pasada edición en el monasterio de Zenarruza.
El musicólogo e investigador catalán ha recuperado una serie de obras del compositor Sebastián Durón, que recuerda y recrea el tiempo en el que se velaba el cuerpo inerte de Jesucristo en el Santo Sepulcro, desde la deposición de la Cruz hasta que resucita. En esta ceremonia, se exponía el Santísimo Sacramento en el altar durante tres días, el tiempo que Cristo permaneció en el sepulcro.
“Pero no nos limitamos sólo al concierto. Koldo Narbaiza, alma mater de estos ciclos de Zenarruza, nos animó también a realizar una grabación. Además, el órgano es un instrumento coetáneo de Durón. Se restauró y suena con los tubos de época, con el tono que escuchaba el compositor”, explica Recasens.
El disco Sebastián Durón. Música para las Cuarenta Horas, editado por Lauda, se ha publicado esta semana y recupera uno de los actos de devoción de la época del compositor de Brihuela, las conocidas como siestas. “De la mano de Durón, tenemos la oportunidad de reconstruir una de las ceremonias más importantes que se organizaban en la Corte todos los jueves, viernes y sábado de cada mes, a la que asistían la familia real y su séquito, nobles y embajadores”, explica el musicólogo.
El resultado tiene un gran valor patrimonial: “La música no entra en la agenda de cosas urgentes para recuperar y, sin embargo, nos define nuestra identidad, nuestro pasado... y además nos hace disfrutar. Sebastián Durán fue un compositor muy importante en su época, utilizó melodías muy pegadizas que provenían del ámbito profano, un repertorio vocal sacro con mucho sabor popular. Su música circuló ampliamente por las instituciones religiosas de su tiempo, no sólo a través de la Península Ibérica, sino también a través de toda América, por eso se han conservado los documentos”, afirma Albert Recasens, que ha buceado en archivos de Madrid, El Escorial, Jaca, Palencia, Segorbe, Barcelona, Segovia, Valencia, Canet de Mar, Ciudad de Guatemala y Sucre.
Exiliado a Iparralde
Nacido en Brihuega (Guadalajara) el 19 de abril de 1660, Sebastián Durón se convirtió en uno de los más relevantes compositores españoles del Barroco español en diferentes ámbitos: música religiosa, instrumental y teatral. A comienzos de 1680 se trasladó a Sevilla para opositar al puesto de organista segundo de la catedral, donde permaneció poco más de cinco años. En 1685 decidió abandonar Sevilla para trasladarse a El Burgo del Osma, donde tomó posesión de la plaza de primer organista de la catedral.
Su labor como organista y compositor llegó a tal extremo que el rey Carlos II le llamó para suceder en 1691 al organista José Sanz, que se jubiló ese mismo año. En poco tiempo, Durón se convirtió en uno de los compositores favoritos de la corte madrileña, tanto de música religiosa como de música escénica.
En 1706 Felipe V, al recobrar Madrid, mandó al exilio a Durón por haber manifestado públicamente su adhesión a la casa de Austria. Por ello se instaló primero en Baiona y luego en Pau. Murió en Iparralde, en Cambo-les-Bains, en 1716, enfermo de tuberculosis.
Más grabaciones
La histórica Colegiata de los monjes cistercenses de Ziortza acogió también en 2019 la grabación de las Suites para violonchelo solo de Bach interpretadas por el chelista bilbaino Asier Polo, junto a un vídeo, que se difundió a nivel internacional, y que sirvió para dar a conocer también este lugar especial y mágico, ubicado en las laderas del monte Oiz. El proyecto contó con el apoyo de la Diputación de Bizkaia y BBK.
La grabación se realizó durante una semana en la Colegiata de Zenarruza coincidiendo con la XXX Edición de los Ziortzako Kontzertuak.