Nevenka Fernández fue la concejala de Ponferrada que logró, por primera vez en el Estado, que el hombre que ejercía violencia machista contra ella (el alcalde de la localidad berciana, el personaje de Olazabal) fuera condenado por acoso. “Ahora va a sentir todo el apoyo que sí ha recibido, por ejemplo, Jenni Hermoso. El que ella no tuvo hace 24 años”, afirma el actor.
¿Estaba nervioso antes del estreno de la película?
No había nervios, había ganas e impaciencia, porque quería que la película se viese ya, que se hablase de ella y generase debate. Creo que el mensaje que proponemos tiene mucha importancia y que no podía esperar más. Había que hablar ya de esto.
Se lo pregunto porque el filme de Bollaín dramatiza el caso de acoso sexual que marcó un precedente en los juicios por este tipo de delitos.
Marcó un precedente, sí. Además, en el año 2000 todo el mundo se puso en contra de Nevenka, nadie la creyó. Parece, eso sí, que las cosas van cambiando. Hoy en día, es imposible negar a la víctima. Primero, se le da cobertura, se trata con ella y se cree en su relato; después, se investiga lo que ha pasado. Pero, insisto, lo importante ahora mismo es la víctima.
Interpreta al primer condenado por acoso sexual en la historia del Estado. ¿Qué mensaje pretende lanzar a las butacas con su interpretación?
Creo que el personaje de Ismael Álvarez se ha quedado en Ismael. Se le quita el apellido porque nunca hemos querido hacer una copia. Utilizamos un caso real, sí, pero hablamos de algo universal.
Explíquese.
Estamos hablando de un personaje muy poliédrico y los hombres vamos a sentirnos identificados en las diferentes fases del acoso que ejerció contra Nevenka. Por eso es importante esta película, porque no solo es una película de muchas mujeres, sino que también habla de muchos hombres.
“Icíar Bollaín conoce muy bien qué es el ser humano y sabe dibujar muy bien el comportamiento. Hemos matizado mucho a Ismael”
Personalmente, ¿para qué le ha servido?, ¿quizá para cuestionar la manera con la que algunos hombres abordan a las mujeres?
Sin duda. Este tipo de comportamiento queda tan claro en la película que identificamos muy rápido un comportamiento propio, el de un amigo… A mí me hace cambiar. Me hace ser más consciente, tener las alarmas mucho más activadas, tener la capacidad de señalar este tipo de comportamientos… El análisis contribuye a ello.
¿Y cómo definiría el trabajo interpretativo que ha tenido que realizar hasta llegar a Ismael Álvarez?
Queríamos construir una persona más universal, no hacer una copia. Icíar (Bollaín) conoce muy bien qué es el ser humano y sabe dibujar muy bien el comportamiento. Hemos matizado mucho este personaje. Lo primero que hice para llegar hasta él fue ver el documental de Ana Pastor, de visionado obligatorio. Ahí le vi comportarse, vi también cómo actuaba en diferentes entrevistas colgadas en las redes sociales y, por otro lado, me encargué de leer libros y manuales sobre el maltrato psicológico.
¿Por ejemplo?
Los de Iñaki Piñuel o los de Marifran Irigoyen, que son muy claros y sencillos de leer y analizar. Con todo esto hicimos un cóctel, que junto al guion, muy bien escrito por Icíar e Isa Campo, dio forma al personaje.
“En mi trabajo he tenido que negar la empatía en todo momento para no sentir como Urko, sino como una persona fría”
Para ponerse en la piel de los personajes, cuentan algunos actores, es imperativo entenderlos, incluso empatizar con ellos. Usted, ¿entiende por qué el entonces alcalde de Ponferrada acosó a Nevenka Fernández?
Entiendo perfectamente cómo se comporta Ismael. Esos manuales me han ayudado a ello. Lo entiendo a nivel psicológico, no a nivel de empatía. De hecho, en mi trabajo he tenido que negar la empatía en todo momento para no sentir como Urko, sino como una persona fría que, en un momento dado, ejerce este tipo de maltrato. No siento empatía, ni la voy a sentir nunca, por una persona sobre la que pesan dos sentencias en firme -fue condenado por el Tribunal Superior de Castilla y León, sentencia que ratificó el Supremo-e insiste en negar su culpa diciendo que todo fue un montaje político. No tengo nada que hablar con este señor. Aún tiene mucho trabajo por hacer.
¿Y qué relación ha construido con la actriz que interpreta a Nevenka, Mireia Oriol? ¿Cómo han gestionado las escenas más duras?
Le invité a pasar unos días conmigo y con mi mujer en nuestra casa, en Muskiz. Vino con su pareja y estuvimos conociéndonos el verano anterior al arranque del rodaje. Ahí empecemos a forjar una amistad y se generó un clima de confianza. Quería que conociera mi vida para que tuviese total certeza de que todas las escenas desagradables que teníamos que hacer se enmarcarían en un ámbito profesional.