“Una fiesta de cumpleaños”. Así define Agus Barandiaran, el compositor, cantante, trikitilari y líder de Korrontzi, el concierto que abrirá mañana escenario de Plaza Nueva en Aste Nagusia 2024, en el que el grupo de folk conmemorará su vigésimo aniversario en un concierto con la Banda Municipal de Bilbao, bajo la dirección de José R. Pascual Vilaplana. “La fuerza y el empuje del grupo, que es una de nuestras características, se multiplica por diez con la banda”, explica Agus en esta entrevista, en la que anuncia “varias sorpresas” en las colaboraciones. El disco que festejó el aniversario contó con la colaboración de músicos como Erramun Martikorena, Tapia eta Leturia, Jesús Cifuentes (Celtas Cortos), Hevia, Iñigo Etxezarreta (ETS), Gontzal Mendibil, Itziar Ituño o Phil Cunningham.

Le cojo entre dos conciertos en Portugal y Burgos. ¿Va bien el verano?

—Estamos en las dos peores semanas del año. Bueno, peores entre comillas, porque la semana pasada tocamos casi todos los días, venimos de cuatro conciertos seguidos en Portugal y ahora vamos a Burgos… Y ensayo con la Banda Municipal en medio antes de ir a Cataluña y regresar a Bilbo. Va muy bien, sí.

Cero vacaciones entonces.

—Cero, casi sin días libres, pero estamos disfrutando con este aniversario. Y creemos que la gente también.

Son 20 años y las ganas y la pasión siguen como el primer día ¿verdad?

—Por supuesto, especialmente porque Korrontzi fue una apuesta personal mía. Empecé a tocar la trikitixa, me metí en el mundo de la romería y la fiesta pero, en un momento dado, empecé a componer para probar cosas nuevas y luego pensé en grabar esos temas. Ahí surgió el grupo.

Seguro que muchos le tildaron de loco por dejar las romerías.

—Por supuesto, el primero mi aita. Cuando hacía romerías siempre tocaba y dormía en casa, pero con el grupo empezamos muy pronto a tocar en Berlín o Roma. Me decía que parecía que iba para atrás en lugar de avanzar (risas). Lo veía así aunque estuviera súper orgulloso, sobre todo al explicarle que buscábamos ser un escaparate de la cultura vasca, reinvidicarla en el mundo. Ningún dinero paga tanto esfuerzo.

Un grupo acarrea mucho curro.

—La gente ve lo bonito, que estás en el escenario con mucho público aplaudiéndote. Eso nos da fuerza, pero hay muchos días sin dormir, un día de furgoneta para tocar en Praga… Lo hacemos a gusto, que conste.

Es una característica de su carrera.

—Rufino Arrola, mi maestro, me dio mi primera clase en su bar, en 1988, cuando no había partituras de triki, me dijo que esto hay que vivirlo y que la gente tiene que bailar cuando tocas. La trikitixa es para alegrar a la gente y hacerla bailar, y esa tiene que ser tu actitud. Eso aprendí y he intentado siempre. Cuando tengo algún bajón, pienso en Rufino y qué haría él. Me da fuerzas para seguir enseñando esta cultura y tradición, tratar de ser un escaparate humilde de ella.

Esta respuesta en los conciertos es fruto de la buena acogida del disco conmemorativo que grabaron junto a grandes nombres del folk

—El disco fue un regalo para nosotros, hacer un resumen y empaquetarlo todo ahí, con información de conciertos, carteles y música. Recogimos las canciones más conocidas y nos hicimos acompañar por un montón de amigos, así que un regalo personal para mí y también para la gente, que lo ha recibido muy bien. Mucha no sabía que llevábamos tantos años, sobre todo la primera década, cuando no había redes sociales y actuamos más fuera que aquí. No se enteraban que íbamos a Alemania o a Estados Unidos. Ahora sí, se han enterado y descubierto al grupo con un disco que es un reconocimiento a la labor hecha.

El álbum se situó en lo mejor de la lista europea de sonidos folk y étnicos. Es un gran logro y no solo para el grupo, también para la música en euskera y Euskal Herria.

—En la trikitixa, a nivel internacional, Kepa Junkera es el maestro y quien abrió puertas. Vayamos adonde vayamos, le conocen. Seguimos ese camino, somos un eslabón de una cadena que hace que, al final, la música vasca esté en festivales o listas internacionales. Lo más importante no es que el nombre de Korrontzi esté en lo alto, sino que sea un grupo o músico euskaldun que representa una tradición y a un pueblo. Así nos hemos presentado ahora en Portugal, representando a una cultura cantando en euskera. Y muchos no conocían nuestra tierra. La mejor respuesta es que nos coloquen en el mapa.

Abre el escenario de Aste Nagusia en Plaza Nueva. ¿Será especial?

—Claro, será como cerrar el círculo de los 20 años. Con 10 hicimos el concierto y luego el disco con la BOS, así que pensamos que qué podíamos hacer. Nos propusieron lo de la Banda y hemos esperado a este aniversario para juntarnos en fiestas de Bilbo. Ponte en mi lugar, te pones a tocar la triki, vas avanzando y, de repente, tienes detrás a 60 musicazos que interpretan tu repertorio, ese que has compuesto humildemente en casa. Ese arin arin, ese fandango…

¿Qué añade al sonido del grupo la Banda Municipal de Bilbao?

—Tocan mejor que yo y te confieso, ahora que acabo de salir del ensayo, que me impone su director, Pascual Vilaplana. Es valenciano y allí de bandas saben mucho, tienen mucha tradición. Es un crac que también me dirige a mí, lo que es un honor. Pasan de tocar repertorios de compositores importantes a mi música. El resultado tiene un empuje y una fuerza que llega a la gente. Al final, Korrontzi se multiplica por 10 con la banda.

¿Está siendo fácil la convivencia entre las dos formaciones? ¿Quién firma los arreglos para la banda?

—Sí, sí. Vilaplana dirige, pero los arreglos son de Xabier Zabala, que ya los hizo cuando colaboramos con la BOS. Los arreglos son diferentes y se ha actualizado el repertorio porque hay mucho material nuevo.

Recientemente, en este diario, Pascual Vilaplana, reivindicaba el papel de su agrupación, asociada lamentablemente a lo ‘populachero’ frente a la visión de alta cultura que proyectan las orquestas. Usted ha trabajado con ambas, ¿está de acuerdo con Vilaplana?

—Sí, la sonoridad y el empuje son diferentes, así como los matices que aportan. Es increíble. Con la sinfónica aprendí mogollón, sobre todo con esos violines o violas que replicaban las melodías de mi triki. Y ahora me pasa con los clarinetes y los bombardinos, por ejemplo, que hacen músicas increíbles. Quien acuda al concierto no digo que vaya alucinar, pero sí que le va a encantar el empuje de la banda. Si algo nos caracteriza es la fuerza, pero con la banda crece.

El espectáculo incluirá baile.

—Por supuesto, será una gran fiesta que incluirá también a la Banda de Txistularis de Bilbao en cuarteto –dos txistulari, silbote y atabalero– y, como no podía faltar, Oinkari Dantza Taldea, que llevan 15 años con nosotros.

¿Y veremos a alguno de los múltiples invitados que colaboraron en el disco del aniversario?

—Ya lo verá la gente el sábado (risas). Alguno habrá sí, pero es complicado ¿eh? Ando con el wasap a fuego para cerrar como se debe lo que será una fiesta de cumpleaños. Será como un cierre de ciclo.

Sería fantástico grabarlo.

—Sí, creo que grabaremos este proyecto, pero no lo haremos en directo, en Bilbo, porque es muy complicado. Seguramente haremos un disco para finales de año grabado en estudio.

Y después de Aste Nagusia, Korrontzi tiene otra cita especial en Getxo Folk, al que está muy ligados.

—Me suena muy lejano, la verdad. Antes pasaremos por Laudio y Lezaun, iremos a Corea también, iré de invitado del músico gallego Abraham Cupeiro en la Quincena Musical de Donostia… En Getxo solo haré solo una aportación en un espectáculo conjunto en tributo al festival, que cumple 40 años. l