- “Estoy fuera de las polémicas porque no pienso en ello. Es una decisión del público”, asegura con tranquilidad Calixto Bieito en referencia a la salva de abucheos que recibió hace unos días al salir a saludar al público tras el estreno de su montaje de Tristán e Isolda, de Richard Wagner, en la Ópera de Viena. “Están renovando el repertorio y siempre es difícil en estos teatros. No puedo evitar que haya gente que se queje. Es un estreno en Viena”, expone el director artístico, relativizando lo ocurrido, antes de revelar que ya está trabajando en otro estreno para la misma institución, donde la próxima temporada presentará dos obras de Mahler.

Según Bieito, la Ópera de Viena está inmersa en una renovación de producciones realizadas en los años 40 o 50 que todavía la gente va a ver. “Se trata de que lo han visto de una manera concreta y quieren seguir viéndolo así”, considera Bieito sobre la resistencia mostrada por el público. En cualquier caso, aclara que al margen de lo ocurrido en el estreno -en el que, no obstante, los cantantes y el director de orquesta fueron ovacionados-, su montaje de Tristán e Isolda está vendiendo casi todas las entradas.

“Es una producción con la que estoy especialmente contento. No siempre ocurre que haya una comunión total con el director de orquesta y con los cantantes”, declara el director artístico, quien prefiere pensar “en cómo ha fluido, si he explicado lo que realmente quería”.

“He tenido producciones de las que se han dicho cosas tremendas y después han estado 12 años en cartel”, argumenta Bieito, quien pone como ejemplo El rapto del Serrallo, con cuya versión provocó un escándalo en Berlín en 2004. El director artístico reconoce que, en alguna ocasión, incluso ha sufrido una agresión. “Es este el mundo en el que vivimos. Las cosas que se decían de Schönberg y de otros compositores, gente mucho mejor que yo, eran terribles. Mahler no tuvo éxito en ninguna de las óperas que estrenó en Viena. Ahora nadie se atreve a decir nada de Mahler”, asevera.

“No soy muy consciente de esas cosas, no me gusta el ruido. Adoro mi trabajo”, expone el director artístico, que ya piensa en su próximo proyecto en Viena, donde ofrecerá su versión personal de Das Klagende Lied (La canción del lamento) y de Kindertotenlieder (Canciones a los niños muertos), dos composiciones vocales de Gustav Mahler. “Es un experimento ponerlo en escena, no creo que se haya hecho nunca”, zanja.