En el ejercicio de llevar la danza a un nivel más cinematográfico, Lucía Lacarra y Matthew Golding fusionan ambas disciplinas para explorar el territorio de la intimidad iluminando todos sus escondites emocionales. Ambos bailarines vuelven hoy al Teatro Arriaga para ofrecer el estreno estatal de In the still of the night, una pieza con la que el espectador viajará al pasado para conocer lo que ocurrió durante una noche y entender la repercusión que tiene en el presente. La pareja artística ideó el espectáculo antes de estrenar Fordlandia, que ya presentaron en Bilbao y con la que siguen de gira. Solapar espectáculos mientras concibe otros proyectos es posible para la bailarina guipuzcoana, siempre en lo alto de la cúspide, que cuenta con el apoyo del teatro de Dortmund.“Esta vez queríamos contar una historia, algo muy difícil que se hace poco. Y sobre todo es difícil cuando solo son dos en el escenario”, afirma Lucía Lacarra, inmersa en los ensayos, sobre In the still of the night. Evitando la estructura clásica de una narración, con un principio, un desarrollo y un desenlace, el objetivo fue que el espectador “fuera descubriendo poco a poco, a través de imágenes que representan flashbacks de una noche, lo que le ocurre a la pareja en el escenario”. Todo ello lo logran fusionando el cine con la danza, con la música y las proyecciones, jugando con las ideas y los detalles para lograr que sea una pieza “coherente”.

A diferencia de Fordlandia, donde Lacarra y Golding incluían imágenes que conectaban con el hilo conductor que hablaba de la necesidad de estar en el exterior y de encontrarse, en esta ocasión, “es una obra de danza en el escenario”. Ello significa que ambos bailan en el momento en el que se ven las imágenes del pasado. “Está todo coreografiado”, asevera la bailarina, quien concreta que las coreografías han sido diseñadas por Matthew Golding. “Es producto de algo muy personal e íntimo: nosotros dos en el estudio hablando de las ideas, del concepto, de la historia. Y luego trabajando los pasos. Se crea una conexión que para cuando llegas al escenario es algo que llevas dentro”, expone esta guipuzcoana de prestigio internacional.

Ese engarce creativo al que han llegado en el espectáculo funciona también gracias a la afición compartida al cine. “Matthew tiene un ojo increíble como director, es el que dirige todas las escenas que hemos grabado nosotros”, explica Lucía Lacarra, desde el otro lado del teléfono, sobre quien es su pareja también en la vida real. Muy partidarios de mezclar las artes, lejos de la visión puramente clasicista de la danza, en esta obra optan por llevar la cinematografía a su terreno. “Al fusionar la danza con otras artes se le da otra dimensión”, considera la bailarina, quien añade: “Hace conectar a personas con gustos diferentes a los que quizás no les va la danza clásica, pero una vez que se mezcla con otras formas de arte, ganan en interés”.

Así, el espectáculo evoca por momentos a clásicos cinematográficos como Grease o Ghost. “Los flashbacks, matiza la bailarina sobre la pieza en la que el espectador reconocerá temas de Five Satins, Philip Glass, Edith Piaf, Max Richter, Righteous Brothers o The Ronettes. “No queríamos poner un periodo de tiempo específico, pero sí queríamos que esa noche reflejara el pasado. Puede ser hace diez días, diez meses, diez años o 50 años”, indica Lacarra, quien explica que en esa ambientación retro se enmarca también el Ford Mustang del 69 que consiguieron ex profeso para el espectáculo.

Dos giras a la vez

In the still of the night se estrenó el 16 de octubre en Dortmund, donde han ofrecido dos funciones. “Está muy fresco. Al ser la primera vez que lo hacemos en gira hay que rehacer el montaje, la iluminación...”, indica sobre la función que ofrecerán hoy en el Teatro Arriaga, antes de volver a Alemania a final de mes. Mientras tanto, seguirán de gira pero con Fordlandia, pieza por la que Lacarra estuvo nominada al premio a mejor intérprete femenina de danza en la última edición de los premios Max. “La semana que viene nos vamos a Gran Canaria, Las Palmas... Y de ahí a A Coruña”, concreta. De lo que no cabe duda es de que el Teatro Arriaga es una cita fija en cualquiera de sus giras. “Siempre será especial, es el primer teatro en el que estuve sentada con 13 años viendo un espectáculo de danza que, además, fue el estreno de la compañía de Víctor Ullate”, afirma la bailarina, que dos años después comenzó su carrera profesional en el Ballet de Víctor Ullate, compañía que dirigió durante un año antes de su cierre en 2019.

Actualmente, Lucía Lacarra se considera afortunada al tener “la maravillosa suerte” de trabajar en el teatro Dortmund. “Para nosotros es una plataforma indispensable, ya que nos ofrece la posibilidad de tener ese espacio para crear y coproducir con ellos las obras que luego bailamos en gira”, apunta la bailarina, quien, en líneas generales, considera que “la situación nunca ha sido sencilla y ahora va a ser más complicada con la pospandemia”. Esa observación, además, adquiere más relevancia dependiendo del país. “Los que antes estaban rezagados ahora lo están aún más”, indica comparando la desigual coyuntura entre España y Alemania. “En otros países la danza es algo necesario, a nivel educativo, anímico. Es nutrición para el alma. Y aquí se considera un lujo innecesario. La pandemia no ha facilitado que eso cambie”, valora.

Esa observación se enfatiza aún más tras examinar la situación de compañías que apenas han actuado en dos años. “No es lo mismo bailar en un estudio que bailar en un escenario; no es lo mismo ensayar que actuar delante de la gente. Y esa sensación, esa adrenalina, es algo que uno pierde cuando no la utiliza”, indica basándose en testimonios de otros compañeros del sector. Afortunadamente, Lucía Lacarra y Matthew Golding pueden afirmar que únicamente estuvieron fuera de los escenarios cuatro meses: del 7 de marzo de 2020, cuando participaron en una gala en Bielorrusia, al 7 de julio del mismo año en el que retornaron al Teatro Arriaga. “Nos hemos sentido bendecidos”, asegura la bailarina que ha conseguido acoplar las giras para los dos espectáculos que tienen en cartelera mientras esa incansable actividad se refleja, a su vez, en el futuro. “Tenemos una tercera pieza que está en el horno. Vamos a hacer una colaboración con bailarines de la compañía de Dortmund, pero será una historia original nuestra”, adelanta Lacarra.

“Es producto de algo muy personal e íntimo: nosotros dos en el estudio hablando de las ideas, del concepto, de la historia”

“El Arriaga siempre será especial, es el primer teatro en el que estuve viendo un espectáculo de danza con 13 años”

“En otros países la danza es algo necesario. Es nutrición para el alma. Y aquí se considera un lujo innecesario”

Bailarina