Nirvana NevermindCome as you are

Aprovechando el sello Sub Pop de Seattle como trampolín, Nirvana se convirtió en la banda de moda de los adolescentes apáticos de finales de los 80. Pero su origen estaba en Aberdeen, pequeña ciudad del Estado de Washington, lluviosa y marcada por la industria maderera. Allí creció Cobain, al igual que el bajista Krist Novoselic, nacido en California entre inmigrantes croatas. Se conocieron en el instituto y, como buena parte de sus fans, crecieron en familias disfuncionales, divorciadas, empobrecidas por los excesos fiscales de Reagan y atemorizadas por el sida y una posible guerra nuclear.

Cobain solía ir con el pelo sin lavar, barba incipiente e indumentaria andrajosa. Su ira, aislamiento y problemas de salud (hiperactividad, dolor estomacal, bronquitis crónica y desviación de columna) le llevaron al rock de Kiss, Aerosmith y Led Zeppelin, a volverse un porrero y a ver la luz con el punk de Black Flag y Sex Pistols. Tras proyectos lampiños como Fecal Mather, del que se conservan maquetas, Cobain, siempre al borde de la indigencia, y Krist, vegetariano rayando el alcoholismo, formaron Nirvana.

Tal y como cuenta la magnífica biografía de Azzerad, que incluye análisis de canciones y más de un centenar de fotos inéditas, pósters, flyers y letras manuscritas, dieron el primer paso con una maqueta, a inicio de 1988, que les costó 152 dólares. El libro, editado originalmente en 1993 y ahora disponible en castellano, fue la primera aproximación al trío, ya que su autor se convirtió en amigo de sus miembros y tuvo a acceso a horas de entrevistas con ellos, su familia y colaboradores. Como las de los baterías que pasaron por la banda: Dale Crover, Chad Channing y Danny Peters.

Una versión de Love buzz, de Socking Blue, permitió a Nirvana estrenarse en single antes de su debut en largo, Bleach, cuyo título alude a una campaña de 1989 en la que se conminaba a los drogodependientes a limpiar sus jeringuillas con lejía. El libro revela que costó 606 dólares y que incluía en los créditos a un segundo guitarrista, el melenudo Jason Everman, un fan del speed metal que amplió Nirvana a cuarteto durante un tiempo aunque no llegó a tocar en el álbum.

Batería fijo y estrellato

Cobain renegó del sonido “unidimensional, lento, plomizo y poco melódico” de Bleach. Y si algo deja claro la biografía, por la que pasan Sonic Youth, Melvins, REM, Dinosaur Jr, Pixies, Gun N’ Roses o Pearl Jam, es que el líder de Nirvana era un amante de las melodías, como ya demostraba About a girl. El grupo no se consolidó hasta la llegada a la batería de Dave Grohl, batería igualmente porrero y fruto de una familia divorciada, aunque, en su caso, un tipo agradable y normal en el trato.

Con su contundencia y capacidad para hacer coros, llegó el escándalo. Me refiero a Nevermind, hoy con más de 30 millones de copias vendidas. Cobain dice que sus canciones, con su éxito Smells like a teen spirit al frente, son “pegadizas, buenas, molonas y potentes”, pero reniega de su sonido. “Me da vergüenza, ya que parece más un álbum de Mötley Crüe, le dice a Azzerard. La culpa fue del productor, Butch Vig, y de las mezclas digitales de Andy Vallace, que limaron el sonido hasta convencer a la MTV y las radiofórmulas de la época.

El libro analiza exhaustivamente el fin de la inocencia del grupo (la portada de Nevermind es obvia), su éxito y la irrupción de Courtney Love en la vida de Cobain, que se debatía entre “ser un capullo nihilista y alguien tremendamente vulnerable y sincero”. Entre el amor por la líder de Hole y sus problemas crónicos de estómago, que le llevaron a gastar 400 dólares diarios en heroína para poder aguantarlos. Y a sufrir el acoso de la prensa, especialmente de Vanity Fair, cuyo artículo, en el que decía que Love consumía droga en su octavo mes de embarazo, estuvo a punto de hacerles perder la custodia de su hija, Frances. “Llegamos a pensar en el suicidio”, recoge el libro.

Antes de que se volara la tapa de los sesos en 1994, ya con Azzarard alejado de su círculo cercano, Cobain pudo grabar su disco favorito, In utero, con Steve Albini, con un sonido crudo e intenso, y clásicos como Rape me. “Así es como hemos querido sonar siempre”, le dijo Cobain a sus biógrafo, antes de comentar que “antes me muero que grabar otro Nevermind”. Y lo hizo, pero antes dejó para la historia un disco casi conceptual sobre el dolor. “Es inevitable que refleje mi vida”, explica Cobain, “como la de cualquier persona que haya sufrido dolor”.

Inéditos

Se puede convocar a Nirvana en clave de futuro, ya que el 12 de noviembre se editarán varias reediciones de Nevermind. Serán hasta 94 audios y pistas de vídeo, 70 de ellas nunca publicadas, que van desde las ediciones digitales y en vinilo a cajas de lujo. Entre el material exclusivo destacan cuatro conciertos que documentan su histórica ascensión en el escenario. Son los realizados en 1991 en Amsterdam y Del Mar, en California, y ya en 1992 en Melbourne y Tokyo.