El quintento madrileño despunto en México, en 2014, antes de lograr el éxito en el Estado español y llevar su repertorio a Estados Unidos y hasta Tailandia. Este verano mitigan el ansia de actuar en directo tras más de un año de silencio debido a una pandemia, que impidió compartir con sus seguidores su último y tercer disco, Impulso. "Nada sustituye a un concierto en vivo, pero me jode no poder ver los labios a la gente, saber si está cantando" debido a la mascarilla, explica su compositor, pianista y cantante, Andrés Ceballos.

Vienen de tocar en Iruñea y agotar localidades...

—Sí, fue muy bonito, pero quiero más. Se nos está activando el modo gira de verano, haciéndonos recordar otros estíos más normales donde no parábamos en casa. Está siendo un tiempo mejor que el año pasado, pero no todavía normal al 100%. A pesar de las limitaciones y obligaciones, es bonito ver cómo esto se está reactivando. Eso sí, cumpliendo todas las medidas de seguridad.

¿Cuándo tiempo estuvieron sin ofrecer conciertos?

—Casi un año y tres meses, que han sido durísimos. Yo me volqué en la composición y encontré una gran belleza en escribir, algo que me llena mucho. Fue un tiempo muy casero, teletrabajando, ya que tengo un estudio en casa (risas). Salieron muchas ideas y canciones nuevas, pero nada que ver con la emoción de los conciertos. Me refiero a los de verdad. Esos que se pusieron de moda on line eran horribles, no me gustan nada. Es que nosotros somos cinco y para sonar de manera conjunta no había forma. Había muchos retrasos y fallos. Fueron soluciones puntuales, pero nada sustituye a un concierto en directo.

¿Cuántos recitales llevan ya en esta gira del regreso?

—Estaremos cerca de la treintena y acabaremos el verano con casi unos 40, pero no los he contado. Van de los más chiquititos a otros en los que hemos doblado turnos, a las seis y las ocho de la tarde, por ejemplo, debido a los aforos reducidos.

A Bilbao viene el grupo al completo, no en formato reducido.

—Claro, claro. Vamos todos, los cinco, y con todo el espectáculo y el equipo completo, lo que garantiza su buen desarrollo. Recuerdo que antes de la pandemia fuimos a Bilbao a ver a Maná. Y ahora iremos a tocar nosotros, en el Bilbao Musik Fest. Vamos con ganas de tener al público lo más cerca posible aunque no podamos saltar todos como antes y juntarnos. En Iruñea logramos esa cercanía.

Ustedes tienen un público muy joven, incluso acuden a verles niños. ¿Cómo reaccionan a estas restricciones al no poder saltar y bailar?

—Siempre que puedo suelo bajar con el público y me paseo. Al no poder la gente levantarse, yo me suelo acercar, pero manteniendo la distancia de seguridad. Tratamos de hacer el concierto lo más cercano posible. Lo que más me jode es no poder leer los labios a la gente, no saber si están cantando debido a las mascarillas. Bueno, es lo que hay, un verano muy especial donde lo cultural tiene que brillar y dar ejemplo. Seguro que en Bilbao lo vamos a pasar genial.

¿No ven en sus ojos si el público disfruta?

—No, no se aprecia. Si se mueve algo en el asiento o levanta los brazos... ahí sí. Pero cuesta saber si cantan con la mascarilla, ya que con auriculares estamos aislados.

¿Con qué se van a encontrar en Bilbao? Imagino que repasarán sus tres discos.

—Completamente, con especial dedicación a Impulso, el último que publicamos. Se editó una semana después de decretarse el confinamiento y tiene canciones que han gustado mucho como Capítulos, 5 sentidos, La distancia, Epiphany o Valeria. En el último año largo apenas las hemos podido tocar porque no hubo gira, ni aquí ni en América Latina.

El disco se lo comió la pandemia.

—Lamentablemente, sí. Por eso tiene una gran importancia para nosotros, vemos que ha cumplido un valor añadido, ofrecido un impulso. Acompañó a nuestra gente en un momento en el que casi no se editaron discos porque no era rentable. Nosotros sí, tiramos para adelante.

Intentaron rescatarlo publicando una edición digital ampliada ¿verdad?

—Exacto, está ya disponible. Ahora estamos trabajando en un nuevo disco que se publicará seguramente a principios de 2022. No podemos parar. En mi caso, viví la pandemia como un periodo creativo dulce. Y ahí creo que seguimos, ya lo escucharán.

Además de las canciones de 'Impulso', no faltarán sus éxitos anteriores.

—Claro, como Enamorarte o Paraíso, que son muy especiales. Esos y otros están. Por ejemplo, Paraíso se publicó hace ya siete años y me trae unos recuerdos preciosos que me transportan a los 22 años. A los niños que vienen a vernos les suelo preguntar si recuerdan la canción y qué edad tenían cuando salió. Es bonito ver cómo crecen esas madres jóvenes que traen a sus hijos a los directos. Ya con tres discos empezamos a ver esa continuidad con gente que nos acompaña desde los inicios y con los que se ha creado una unión muy familiar y bonita.

¿Se ven ya como un grupo consolidado?

—(Duda). Sí... antes de ser Dvicio nos llamábamos Tiempo Límite. Y éramos los mismos, así que llevamos tocando juntos más de 10 años. Nos conocemos y entendemos muy bien, y hemos pasado por varias etapas. Ya tenemos bastantes canciones y el show es muy bonito. Estamos muy orgullosos de él.

Lo suyo es el pop, pero diverso en influencias. Sé que les gustan bandas actuales como Maroon Five, muchos ven en ustedes la influencia de El Canto del Loco y tampoco le hacen ascos a las baladas al piano.

—Somos así, lo has descrito bastante bien. Me siento bien escribiendo y cantando esos temas al piano. Son más medios tiempos que baladas, y donde me gusta poner el sentimiento, como Primera vez o Castillo de cera, que están incluidos en Impulso. Y luego están temas recientes y más rítmicos como Epiphany o Capítulos. Yo diría que Dvicio es la combinación entre ambos tipos de canciones. Y seguiremos cambiando porque en cada disco queremos plantear una cosa. Al principio, no lo pensábamos (risas), solo editar nuestras mejores canciones.

Han tocado en Latinoamérica, ya que su éxito partió de México, pero también en Tailandia, Estados Unidos... Tienen una canción titulada 'No me basta'. ¿Hasta dónde quieren llegar?

—A afianzarnos con nuestro público. Siendo más jóvenes teníamos la inquietud de ir a todos los lados, como si tuviéramos fuego en el culo. Ahora preferimos hacer carrera y consolidarnos, ya que no se trata de hacer una lista de muchos países o continentes. ¿De qué sirve tocar en muchos sitios si no te consolidas en ninguno? Puede llenarte el ego, pero lo importante es llegar y quedarse. Aquí nos ha costado consolidarnos, más que en México, donde empezamos, como bien decías. Ya hemos conseguido tener una comunidad de fans, como una familia que nos sigue y sostiene. Esa es nuestra estrategia actual, tener público en diferentes lugares que regrese a vernos cuando volvamos.

Y eso pasa por no parar ni para coger impulso ¿no?

—Sí, aunque todo pasa por momentos. Estoy muy feliz de lo vivido, pero creo que a partir de ahora nos centraremos en los territorios más importantes.

'Paraíso' fue su primer éxito, la canción con la que se dieron a conocer gracias a YouTube. ¿Cuál sería el paraíso actual para Dvicio?

—Creo que el sueño sería consolidarnos, llenar un WiZink Center en Madrid, por ejemplo, que el disco próximo funcione, que los directos también... Y lograrlo también en Argentina, México y Estados Unidos, países claves para el grupo. Ese sería el paso siguiente, en lo que estamos trabajando ya.

"Venimos a Bilbao con ganas de tener al público lo más cerca posible aunque no podamos saltar todos como antes y juntarnos"

"Los conciertos 'on line' eran horribles, no me gustan nada. Nosotros somos cinco y para sonar de manera conjunta no había forma"