N junio de 2019 salió a la venta el lienzo de los Desposorios de santa Catalina de Alejandría como obra anónima española del XVII. Fue vendido en una subasta pública, pero tras su limpieza aparecieron las iniciales S. L. en el banco pétreo sobre el que se sienta la Virgen, lo que rápidamente dio la clave para identificar a su autora, ya que se trataba de la firma habitual de la cremonesa Sofonisba Anguissola (hacia 1535-1625).

El cuadro ha sido adquirido este año por el Museo de Bellas Artes de Bilbao y según explicó recientemente su director, Miguel Zugaza, con él la pinacoteca amplía su colección de pintura renacentista y adelanta al siglo XVI la presencia de una pintora en el museo.

A Leticia Ruiz le ofrecieron incluir esta obra en la exposición que comisarió en El Prado dedicada a Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana en 2019, la exposición que más expectación y aplauso concitó en el bicentenario de la institución madrileña. "Teniendo en cuenta que la pintora tenía una producción tan pequeña, una obra firmada era el sueño de cualquier comisario. Evidentemente, se desaconsejó su exportación fuera del territorio español por razones obvias. La suerte es que ha acabado en un museo importante como el de Bilbao. Podía haber acabado en manos de un coleccionista, y hubiera sido una buena noticia, pero que esté en un museo público es lo mejor", explica quien fuera jefa de Departamento de Pintura Española del Renacimiento y del Museo del Prado. Tras 21 años de experiencia en la pinacoteca madrileña, la historiadora y conservadora de arte fue nombrada el año pasado directora de las Colecciones Reales del Patrimonio Nacional.

Esta tarde, a partir de las 18.00 horas, ofrecerá una conferencia en el Museo de Bellas Artes, con aforo reducido, en la que bajo el título de Sofonisba Anguisolla. dama y pintora, abordará la figura de una artista, extraordinaria retratista y adelantada a su tiempo. "Esta incorporación al museo es muy importante, Sofonisba no tiene una gran producción, aunque da que pensar que una mujer que vivió en torno a 90 años, no están muy claras ni su fecha de nacimiento ni la de su muerte, con una vida tan larga, tan apasionante, no realizara más pinturas. Pero realmente, si somos serios, hay muy poca obra a fecha de hoy que le podamos atribuir". Y, sobre todo, muy poca obra religiosa. "Se centró en el retrato, que es la actividad en la que realmente sobresale, pero es verdad que tanto en su tiempo en Cremona, como durante el largo tiempo que pasó en Génova con su segundo marido, hizo producción pictórica, según los documentos y crónicas de la época. Pero realmente, la religiosa es muy escasa", aseguró Leticia Ruiz.

Posición social

Sofonisba Anguissola, sin ser la primera artista de la historia, ascendió varios peldaños en la visibilidad de las mujeres artistas y supo romper con los estereotipos que la sociedad asignaba a las mujeres en relación con la práctica artística. "No estaba en la agenda de la época ser pintora. A las mujeres de alta sociedad de la época se pedía que fueran unas buenas compañeras en el matrimonio, que tuvieran conocimientos de música, de arte, de dibujo... En ese saber un poco de todo para ser una buena compañera de sociedad, los maestros de Sofonisba descubrieron que era una excelente dibujante y pintora. Alertaron a su padre que tenía seis hijos, cinco mujeres y un solo varón, que requerían de dote económica para entrar en un convento o para casarse en condiciones. Ser un medio noble y no tener dinero era lo peor que te podía pasar. Al padre, se le encendió una luz, su hija pintaba muy bien y la convirtió en una celebridad", explicó Ruiz.

Amilcare Anguissola, noble venido a menos y padre de Sofonisba, valoró pronto el talento de su hija. Con más contactos que dinero, escribió a Miguel Ángel en 1557 rogándole que tutelara a su hija y que valorara un dibujo de un crío sonriente que ahora exhibe El Prado. "El pintor quedó muy complacido y le pidió otro más, eso hizo que la fama de Sofonisba aumentara porque, si había suscitado el interés del divino Miguel Ángel, eso hacía que mereciese la pena".

Sofonisba Anguissola consiguió con la pintura mejorar su posición social. Practicó sobre todo el retrato, el duque de Alba apreció su genio y la recomendó en la corte de Felipe II, a la que llegó en 1559 cuando este se iba a casar con su tercera mujer, la sofisticada y jovencísima Isabel de Valois.

"Triunfó en términos de la época, que era llegar a ser una dama de la corte de Madrid. Y fue una suerte personal y para su familia, pero a mí, me parece una desgracia para una mujer con sus dotes artísticas, porque realmente lo que vemos a partir de entonces es una mujer que se casa bien las dos veces - en la primera mejor que en la segunda­- pero no entra en el circuito artístico como lo hizo Lavinia Fontana", concluyó Leticia Ruiz.