sus 67 años y después de haber vivido mucho y sufrido no menos, Lucinda Williams no está para tonterías. Está cabreada con el estado del mundo y sus dirigentes, especialmente Trump, y manda un claro mensaje de resistencia a las personas “sin alma” en su nuevo disco, un Good soul better angels (Lost Highway. Popstock!) que rezuma guitarras y un blues eléctrico de aliento punk. “Manténme al lado de los mejores ángeles y las buenas almas”, canta.

Williams es una de las voces más respetadas de la música popular de las últimas décadas, la auténtica reina del country alternativo o de la Americana. Regresa tras Blessed, When the spirit meets the bone y el más reciente, el doble The ghosts ofhighway, una road movie musicada en el que nos contaba su vida y la de su familia a través de las enseñanzas de Kerouac, Dylan, Hank Williams y Springsteen.

La dama que llevaba en el bolsillo trasero “la angustia y un cuchillo de borde afilado” y que cantaba “lo sé todo sobre el dolor”, se olvida de sus anocheceres infantiles, los mosquitos, el calor, la charla con sus vecinos, la Biblia y la intransigencia religiosa que evocaba en su anterior disco, para ofrecernos un retrato ajustado de la coyuntura actual. Grabó Good soul better angels, en Nashville, con su banda de directo, Buick 6, tras salir de gira para festejar los 20 años de su primera obra maestra, Car wheels on a gravel road.

De ese disco rescató a Ray Kennedy para co-producir el nuevo trabajo junto a su pareja, Tom Overby, con quien Williams parece haber olvidado décadas de depresión, alcoholismo y malas elecciones de parejas sentimentales. Good soul better angels es un disco de guitarras... de muchas guitarras. Y muy afiladasGood soul better angels. Si su cantidad y grado de saturación y distorsión, unidos a la rabia que impregna las letras, son un indicativo de su estado actual, se diría que la chica está muy, pero que muy mosqueada.

El nuevo álbum, que incluye una docena de temas impulsados por su voz característica y ajada, capaz de convertir su repertorio en todo un género musical en sí mismo, se recibe como una patada en la boca. En su mayor parte, el golpe nos llega a través de un rabioso blues eléctrico y pesado, de aliento punk y con guiños al Neil Young más caballo loco o al que colaboró con Pearl Jam. Y lo demuestra desde el arranque, con You can’t rule me, cuyas guitarras cortan como cuchillas, o Bad new blues, más lento y pesado.

Las guitarras, saturadas, intensas y distorsionadas, especialmente las de Stuart Mathis, no dan tregua y casi cortan y te hacen sangrar los oídos en temas como Bone of contention o Down past the bottom. Y conviene no dejar pasar Wakin’ up, con el bajo sobresaturado de David Sutton liderando una canción en la que las guitarras entran y salen mientras Williams escupe -más que canta- una letra sobre la violencia doméstica. En ella canta “debería haberme separado, pensé que podría arreglarlo”, y narra cómo el personaje masculino le pide un beso a su pareja tras una agresión.

También hay espacio para pasajes más limpios, donde las texturas de sus discos de antaño, más dulces y melódicos, se cuelan con cuentagotas para ofrecernos una tregua eléctrica. Algo de ello se advierte en Big black train, en su refulgente melodía, y en la maravillosa y escalofriante balada When the way gets dark, una oda al afán de resistencia y superación en la que canta “cuando el camino se oscurece... no te rindas, agárrate fuerte, no tengas miedo, toma mi mano”.

La mayoría de las canciones, acechadas por la oscuridad, las dudas, el miedo y los demonios internos y externos del ser humano en 2020, se muestran como odas contra el poder establecido. “No puedes gobernarme”, canta en You can’t rule me. “Todo son malas noticias”, lamenta en Bad news blues, que alude a la gula y la codicia; le deja un recado a Trump en Man without a soul, tildándole de hombre de odio y sinvergüenza”; alude a los mentirosos, tramposos, ladrones, asesinos y buitres, en Big rotator; y se despide, acariciándonos, con Good souls, en la que desea caminar junto a “los mejores ángeles, con las buenas almas” cuando le falle la fuerza y la esperanza. ¡Brutal!

El nuevo álbum, con una docena de temas impulsados por su voz característica y ajada, se recibe como una patada en la boca