El dos por uno de Weezer
Los de EE.UU., cabeza de cartel en el Bilbao BBK Live, publican un disco de versiones y de inéditos ‘Black album’, orientado al pop descafeinado
The Beatles, The Beach Boys y Buddy Holly, nombres imperecederos del pop y el rock del último medio siglo, alimentan las canciones de los californianos Weezer, banda que será uno de los cabezas de cartel del Festival Bilbao BBK Live de este próximo mes de julio. Tras vivir la gloria del estribillo pop refulgente a finales del siglo pasado, a lomos del power pop y el pop alternativo de los 90, navegan sin rumbo en los últimos años y llegarán a Kobetamendi con un descafeinado Black music (Warner) y un disco de versiones.
Dicen que las matemáticas son una ciencia exacta... A veces, fallan. Basta con analizar los recientes dos últimos lanzamientos del cuarteto estadounidense: uno más uno hacen... ¿medio? No, Weezer, cuarteto liderado por el compositor, cantante y guitarrista Rivers Cuomo, que completan actualmente el guitarrista y teclista Brian Bell, el bajista Scott Shriner y el batería Patrick Wilson, no están en su mejor momento.
Lejos quedan sus espectaculares inicios, hace ya más de un cuarto de siglo, cuando grabaron su debut homónimo (con portada azul, dada su fijación por los colores) bien asesorados por el líder de The Cars, Rick Ocasek. Le siguió Pinkerton, con menos ventas pero igualmente atractivo en su mezcla de power pop y ruidoso rock alternativo, con influencias de The Beatles, The Beach Boys, Pavement y Pixies, y las melodías como argamasa de sus melodías y guitarras.
Cierto que han vendido casi nueve millones de discos, pero después del conocido como Green Album su carrera ha sido (cuando menos) errática, con una discografía marcada por las rarezas de Cuomo, un tipo curioso al que le gusta tanto la literatura como el mar o el fútbol americano, y marcado por múltiples inseguridades personales. Adolescente eterno, el tipo parece divertirse desconcertando a sus seguidores con discos alejados de la magia de sus inicios.
El presente El grupo arrancó 2019 con Teal album, que recoge diez versiones de temas míticos, buena parte de ellas de los 80, cuando creció Cuomo. Nadie parecía creer como necesario un disco así, y menos con una selección tan cuestionable como la realizada. El problema surgió cuando la versión de la insufrible Africa (¡esos teclados AOR!) de Toto, previamente interpretada en algunos conciertos, se convirtió en un éxito.
Y Weezer anda falto de ellos desde hace tiempo, así que Cuomo se lanzó a completar el lote grabando un repertorio de canciones de pop mayoritario, comercial y blandito, firmadas por a-Ha, Tears for Fears, Eurythmics o Michael Jackson, entre oleadas de sintetizadores ampulosos y cargantes. Apenas el pop sesentero de The Turtles, con un Happy together rockerizado pero banal, como el recurrente Stand by me o el mítico Paranoid de los protoheavy Black Sabbath, se salvan de la quema. Ese disco de versiones incluye también el éxito de los 90 No scrubs, del grupo femenino de r&b TLC, además de su versión de Billie Jean. Y no es casualidad tras oír su nuevo disco de temas originales, Black album, que acaba de publicarse y añade una muesca más en la errática trayectoria de los californianos, que nos entregan una pachanga que busca el gran público y se dispara en direcciones y estilos múltiples, de manera inconexa y sin el más mínimo atisbo del lustre pop de sus primeros discos, el de canciones preciosas como Island in the sun, Buddy Holly, Tired of sex, Photograph o Say it ain’t so.
El disco, que arranca con la frase “hasta luego, adiós”, incluida en el single Can’t knock the hustle, un pop con un groove muy marcado negroide y con un puente de guitarra latino, desbarra con el leve aire reggae de Zombie bastards; el pop mayoritario y electro de Living in L.A.; un I’m just being honest (¿de verdad? ¡menudo título!) con ecos de Coldplay; una fútil Byzantine, que suena a verbena estival caribeña, y California snow, que se recrea en una épica pretenciosa y en el acercamiento a ritmos urbanos.
Sin llegar, ni mucho menos, a deslumbrar, se salvan el pop clásico de High as a kite, aunque su producción resulta excesivamente melosa; la balada Piece of cake, que con su base marcada y su coro facilón puede que ascienda en listas a pesar de su leve aire psicodélico; la directa Too many thoughts in my head, con el estribillo más certero del lote y Cuomo luciendo falsete; y un tema dedicado a Prince, The prince who wanted everything, a ritmo de riff glam y en la que se oye “la única forma de escapar es bailar, bailar, bailar entre las llamas”.