Pedro Guerra: “Reír y bailar son fundamentales, pero no hay que dejar de pensar”
El músico canario Pedro Guerra celebra hoy en el Teatro Campos, a partir de las 20.30 horas, los 25 años del aniversario de su debut de ‘Golosinas’
bilbao - Físicamente remite a Bugs Bunny, pero con guitarra y un profundo amor por la poesía y las personas. El canario Pedro Guerra, casi único superviviente junto a Ismael Serrano de aquella oleada de cantautores de finales del siglo XX, se ha embarcado en la gira de celebración del aniversario de Golosinas, un debut que incluía temas como Biografía, El marido de la peluquera o Dibujos animados. Hoy actúa en el Teatro Campos.
Va camino de los 25 años de su debut. ¿Cómo se logra algo así, y en primera línea, como Ismael Serrano?
-Bueno, seguramente no existe una fórmula para mantenerse en esta profesión? Yo creo que la constancia y el trabajo son fundamentales; y por supuesto, conectar de alguna manera con un público que te responde con fidelidad.
Imagino que palabras como coherencia y honestidad son importantes en su diccionario personal.
-Intento que sí. Es muy difícil ser coherente al cien por cien en una realidad tan desigual. Uno lo intenta. Y la honestidad la doy por sentada. Soy todo lo honesto que puedo ser conmigo mismo, y de ahí con la gente que siente interés por mi trabajo.
Su último disco es ‘Arde Estocolmo’. Se refiere a que hasta en las democracias avanzadas hay espacio para el caos y la revuelta.
-Bueno, parece que no existen las sociedades perfectas ni absolutamente transparentes. Si te mueves por la periferia del Estado del Bienestar, siempre vas a encontrar marginalidad, abandono y pobreza.
Y en 2019, ¿nos sigue saliendo más que nunca la suciedad debajo de la alfombra?
-Nuestro sociedad no está libre de todo esto. Bajo la alfombra, está la corrupción, el deterioro de la democracia y tantas otras cosas.
En el tema ‘Los lobos’ pide que “tengamos cuidado”. ¿Hay que cerrarles las puertas o vienen con hambre?
-Es una metáfora. El cambio climático obliga a los lobos a llegar a lugares en busca de comida que no son su hábitat natural. Pero no hay que cerrar las puertas a nadie? Hay siempre que entender las realidades desde un punto de vista profundo e intentar acoger y ayudar a quien más lo necesita.
También incluye la canción ‘La risa’. ¿Necesitamos, como individuos y sociedad, reírnos más?
-La risa es fundamental. Está demostrado que la gente que ríe vive más. Por eso hay que reír, y como parte de esta terapia debemos defender el humor y aprender no sólo a reír sino a reírnos hasta de nosotros mismos.
Pero no resulta fácil si oímos, vemos o leemos las noticias, ¿no cree?
-Quizá hay que saber separar. No debemos tomarnos a risa las cosas que no tienen ninguna gracia, que son dramáticas? Pero debe haber un tiempo para todo.
El último disco incluye también ‘Insomnio’. ¿Qué le quita el sueño?
-Duermo bastante bien, por suerte. Escuchándome se pueden saber las cosas que me preocupan y que pienso que no hay que descansar hasta que consigamos cambiarlas.
Es la primera vez que incluye textos ajenos en un disco de Rubén Darío, Rimbaud y Gerardo Diego. ¿Es la constatación de que le alimenta (y la necesidad) la poesía?
-Muchísimo. Soy lector de poesía desde los 14 años. Ese ha sido uno de los pilares de mi formación.
¿Resulta más sencillo adaptar un texto ajeno o contar con la libertad total y partir de cero, sin cortapisas?
-Son dos formas distintas de trabajar, aunque son dos ramas unidas al mismo tronco y con la misma raíz.
Por cierto, si publicara ahora ‘El durmiente del valle’, solo por su título, ¿podría provocar algún error ante la controversia con la exhumación de Franco?
-Bueno, esta es una obra maestra de la poesía y un poema que, a mi manera de ver, encierra un mensaje antimilitarista. Creo que ni por el lado de la poesía, ni por el lado de la guerra puede haber confusión ninguna.
Con la ultraderecha sería difícil “contaminarnos”, en el sentido que proponía su canción, ¿verdad?
-Su propuesta incluye tres frentes: los inmigrantes, la memoria histórica y la violencia contra las mujeres, tan fundamentales en mis canciones que la compatibilidad es absoluta.
Musicalmente sigue con su pasión por la folk, de Canarias a Argentina, Cuba, Brasil... Al principio se atrevía con el funk, alguna guitarra eléctrica, el rap... ¿El tiempo lo cura todo?
-El tiempo lo cura todo, pero no del todo. Ese es el lema de mi canción. Sigo trabajando sobre la misma base, pero también incorporo matices y pinceladas de músicas aparentemente extrañas para mí; aunque no lo son.
Cantaba que “bailar es bueno”.
-Bailar es como reír. Mientras el cuerpo aguante y te guste, no hay que dejar de hacerlo. Pero bailar no tiene por qué implicar dejar de pensar.
¿Cómo son sus conciertos en 2019?
-Estamos en la gira #golosinas2018. Es una vuelta sobre mi debut, que hace 25 años se empezó a gestar. Tocamos su repertorio y repaso el resto de mi discografía en dos bloques: uno solo con la guitarra, y otro con el bajista Toni Gil y el batería Guille Molina.
Casi tres años después, ¿tiene ya nuevas canciones?
-Estoy empezando a escribir, pero el proceso está en fase inicial. La gira actual nos tendrá entretenidos como poco hasta final de año.