“Mis nietos son mis críticos: cuando no les gusta lo que les presentas pasan de ti y siguen jugando”
Juan Kruz Igerabide acaba dealzarse con el PremioNacional de Literatura Infantily Juvenil 2018 con ‘LetrenTxotxongiloa’, una obraentre el cuento y la poesía
Bilbao - Acaba de obtener el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil con Letren Txotxongiloa, pero ni así se separa de sus nietos. A caballo entre Aduna y Donostia, el escritor guipuzcoano Juan Kruz Igerabide (Aduna, 1956) se encuentra temporalmente en Madrid, desde donde responde telefónicamente a esta entrevista mientras uno de sus pequeños descendientes trata de reclamar su atención. Gracias a las habilidades que adquirió cuando era maestro en Primaria y que perfeccionó durante la paternidad, el que acabó como profesor de la UPV/EHU es capaz de gestionar la situación con envidiable destreza. Más allá de los galardones, algo tendrá su poesía para calmar a las fieras.
Día completo, imagino.
-Totalmente. Ando a tope ahora. Venga a responder llamadas, pero muy contento. Son un par de días de trabajo duro, pero luego a disfrutarlo.
Es Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2018. ¿Qué significa este galardón para usted?
-Sobre todo una gran sorpresa, porque tienen que ocurrir conjunciones astrales para que ocurran estas cosas. Pero también una ilusión y una alegría enorme. Somos muchos los escritores, muchos de gran calidad, y no siempre el trabajo de uno recibe reconocimiento. Por tanto, este galardón es una gran alegría, aunque no me quiero olvidar de los compañeros que, a pesar de su gran calidad y buen hacer, no lo han conseguido.
Tiene ya una trayectoria, una andadura que comenzó con la literatura de adultos. ¿Qué le llevó a decantarse por la infantil?
-En primer lugar, mi trabajo. A los 20 años empecé a trabajar de maestro y me topé con la literatura infantil. Me cautivó hasta tal punto que la he venido trabajando desde entonces. Y también, aparte de mis alumnos y los colegios por los que he pasado, mis hijos y ahora los nietos.
Ahora sus nietos serán sus principales lectores, además de sus críticos más voraces.
-Sin duda: cuando no les gusta lo que les presentas pasan de ti y siguen jugando (ríe). Por lo menos son los más sinceros, pero también los primeros receptores, además de los alumnos, los niños que te encuentras en las visitas a los colegios, etc. En cierto modo, la literatura infantil fue un reencuentro con mi infancia. En la juventud tiendes a una literatura más radical, aunque en mi caso también hubo muchos clásicos además de vanguardistas. Por eso para mí supuso un reencuentro con las lecturas que me gustaban de niño, con ese niño interior del que se suele hablar.
Si tuviera que elegir un solo género literario, ¿con cuál se quedaría?
-Con la poesía. Mi aportación más especial está en la poesía infantil. Pero para mí la poesía está muy ligada al cuento. La poesía me lleva al cuento y el cuento a la poesía. Los trabajo indistintamente.
¿Qué quiere transmitir a través de ella?
-Principalmente, el juego de la vida, de las ilusiones y las desilusiones, del amor, de las vivencias. Tanto el juego cotidiano como el fantástico o imaginado. Esa es la materia prima con la que trabajo.
‘Letren Txotxongiloa’. Título sugerente. ¿De qué va?
-Trata de un abecedario dentro de un juego de títeres situado en la naturaleza. La naturaleza se convierte en un teatro donde las letras toman vida, tanto en sus formas, imitando las formas de la naturaleza -la S imita un cisne, la A una escalera...-, como los sonidos. Hasta que, poco a poco, se va cerrando la función de títeres y se apagan las luces. Es un pequeño cuento-teatro para presentar a las letras y las cosas que hacen. Además, va acompañado de una pequeña grabación que se puede descargar en Internet para una pequeña propuesta de uso de esos sonidos.
Si tuviera que catalogarlo, ¿sería más cuento o poesía?
-Es más poesía, pero esa poesía viene dentro de un cuento muy breve que le da sentido a todos los poemas. Todos los poemas tienen una unidad que está descrita a través de un breve cuento.
¿Más allá de lo lúdico guarda también algún fin didáctico?
-Sí y no. Busca que se aprenda, pero con fines no didácticos. Es un aprendizaje conjunto con el lector. Aprendo a vivir mientras escribo, al igual que el lector aprende a vivir cuando lee. Nos intercambiamos un poco de esa experiencia.
¿Esta obra es el destino de una evolución o una pieza independiente?
-Es un jalón más, un escalón más en mi trayectoria literaria. Intento seguir en contacto con la literatura y la escritura a diario. Aunque sí representa en cierto modo otros trabajos que he ido haciendo.
¿De dónde saca la inspiración?
-Eso se dijo hace mucho: la inspiración viene del trabajo diario, de las lecturas y de la observación. Observo mucho la vida y a las personas con las que me encuentro. Todo eso me da temas, motivos para escribir. La vida cotidiana y la vida imaginada.
¿Cuáles cree que han sido las claves de su obra para alzarse con este galardón?
-Habría que preguntarle al jurado (ríe). Quizá la propuesta de un juego literario con la realidad y la imaginación, al estilo de Gianni Rodari y otros autores de la literatura infantil que han sido mis maestros.
¿Opina que día de hoy la literatura infantil está infravalorada?
-Para nada. En mi caso, pongo la misma seriedad cuando escribo para niños como cuando escribo para adultos. Siempre trato de dar lo mejor que llevo dentro. Creo que es un tópico, aunque sí que existe una literatura de segundo nivel en el ámbito infantil. Pero en la literatura adulta también. Quizá, lo que ocurre es que como la literatura infantil es mayor, también hay más obras con menos calidad. Pero eso no quita que haya otras muchas que sean intachables.
Y hablando de clichés, ¿hay alguien en concreto al que dedique o agradezca esta obra?
-Sí, a la pintora Elena Laura, una gran amiga con la que he colaborado para la creación de este libro desde el principio. Sin ella este Letren Txotxongiloa no habría sido posible. Por eso creo que le debo parte de este honor a ella.
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