“Pido un imposible: paz, justicia, equidad, bienestar... y libertad”
A sus 75 años, el trovadorcubano se ha embarcado enuna gira, que lleva por título‘Esencia’, que le traerá elsábado día 23 aEuskalduna Jauregia
BILBAO - “Absolutamente tranquilo y en paz, conmigo y con la vida”. Así se siente el veterano Pablo Milanés, que se ha embarcado, a sus 75 años e inasequible al desaliento, en una gira denominada Esencia que recalará el sábado en Euskalduna Jauregia tras ocho años sin visitar Bilbao. El cantautor, adalid de la Nova Trova cubana junto a Silvio Rodríguez, defiende la máxima de José Martí de que un pueblo sin música es un pueblo sin alma aunque se niega a responder cuestiones políticas y sobre la Cuba actual en una entrevista en la que reconoce como imposible su deseo de paz, justicia, bienestar y libertad. Las entradas para el concierto bilbaino, que cuestan entre 38 y 62 euros, están a la venta en Euskalduna Jauregia y en los cajeros Kutxabank.
Está bien de salud, ¿no? ¿Olvidado ya el trance que tuvo con su riñón?
-Sí, por suerte ya está más que olvidado, pues la recuperación y adaptación han sido muy buenas. Por supuesto, hay que cuidarse y en eso estoy.
¿Se siente un ‘renacido’, como sugirió en un disco reciente?
-Sí, ese concepto lo usé en la época en la que grabé el disco Renacimiento (2013) porque necesitaba hacer una revisión y adentrarme en géneros musicales que han sido fundamentales para mí. Uno de ellos es la música renacentista y de ahí vino el título, más por ese lado que por la cuestión del renacer. De hecho, fue un disco en el que está presente ese estilo, también el barroco, y de paso me propuse que renaciesen otros géneros cubanos que estaban más olvidados, como el changüí y la conga.
‘Esencia’ es el nombre de su gira actual. No será casual.
-No, no es casual. Coincide ahora con un momento en el que quiero expresar la naturaleza de mi música, los elementos básicos de mi creación e ir a la raíz de todas ellas. Además, la puesta en escena es más intimista, más delicada.
Se le espera en Bilbao con ganas, ya que hace ocho años que no nos visita.
-Cierto. ¡Cómo ha pasado el tiempo! Me apasiona el País Vasco, me gusta todo y tengo allí grandes amigos; y concretamente en Bilbao. No puede ser que haya pasado tanto tiempo...
En el disco ‘Renacimiento’ tituló una canción ‘Dulces recuerdos’, con la vista en España y la legalización del Partido Comunista. Lo serán para usted las viejas canciones, imagino.
-Todas mis canciones me gustan. En determinados momentos tengo algunas más presentes que otras, pero todas son especiales.
¿Y le gusta compartirlas, que la gente las coree con usted?
-¡Claro que sí!
Creo que hay también algún estreno en Euskadi, con canciones como ‘Vestida de mar’.
-Mis composiciones más recientes son, efectivamente, Vestida de mar y Días de luz. Y tengo alguna que otra por ahí.
¿Compone regularmente? ¿Al piano o a la guitarra?
-Compongo con la guitarra y una vieja grabadora de casete para la que cada vez es más difícil encontrar cintas para grabar. Sin eso no podría componer?
¿Sigue sin tocar la guitarra en los conciertos?
-He vuelto a tocarla en vivo porque ya estoy recuperado de un pequeño problema en la mano que me impidió hacerlo durante un tiempo.
En la canción ‘En paz’ decía bendecir la vida y sentirse con ella en paz. ¿Lo sigue estando?
-Absolutamente tranquilo y en paz.
Y “muy cerca del ocaso”, seguía después. ¿Qué le impulsa a salir de gira cuando la mayoría de los mortales, a su edad, goza de su jubilación?
-Ese verso es de En paz también, del poeta mexicano Amado Nervo. Es como una especie de testamento vital que, como usted dice, sería natural hacer por la edad, pero yo no puedo, no quiero clasificar la vida por etapas. Aunque el cuerpo nos vaya llamando la atención, mi impulso constante es cantar, hacer música y sobre todo, cantar en vivo.
El amor siempre ha estado presente en su obra; e imagino que en su vida ¿verdad?
-Por supuesto que sí, el amor ha sido y es fundamental.
Y no es lo mismo un amor de otoño que el otoño del amor ¿verdad?
-Efectivamente, he vivido varios otoños de amor a lo largo de mi vida y ahora tengo mi amor de otoño en plena forma.
Todos le homenajean y cantan. Últimamente, desde Haydée a la coral Stella Maris de Priegue, Niña Pastori o Julieta Venegas. ¿Se siente un símbolo?
-Bueno, más que un símbolo, que suena muy místico, espero que al menos algún buen ejemplo hayan tomado de mí.
¿Cómo logra sentirse igual de cómodo tocando trovas, baladas, boleros, son montuno...? Al final, todas ellas son ramas de la rica la herencia afrocubana. ¿Cuál es su particularidad, la que la hace especial y única?
-La música es una, es buena o es mala; y dentro de las buenas hay categorías que se pueden aplicar a todos los países. Si tienes una formación adecuada, o sin ella, puedes trabajar con todos los géneros del mundo sin que tenga que ser necesariamente y obligatoriamente el de tu país. En mi caso, yo me nutrí primero de nuestra música, porque fue la influencia que tuve directa de mi familia, y luego conocí el barroco, el jazz, el rock, el folclore de muchos países, los movimientos de Nueva Canción latinoamericanos y del mundo? Con todo eso me forjé un estilo que, como ve, no sale de la nada, sino que es la formación de los años y la aplicación del conocimiento y la técnica al talento que más o menos se tenga.
Llegará a Bilbao acompañado del dúo formado por Caridad Varona (cellista) e Ivonne Téllez (piano). ¿Qué me puede adelantar de sus acompañantes? ¿Le alejan de los guiños jazz de otras giras?
-No necesariamente, porque el jazz cabe en todos los instrumentos, pero en esta ocasión he querido seleccionar una serie de canciones mías con cierto lirismo y algunas desconocidas que aprovecho para sacarle jugo a ese formato que suena, creo yo, muy bien con esas canciones. En esta ocasión y como le dije, después de muchos años, en algunas canciones logro coger la guitarra nuevamente, para convertirlo en un trío que se lleva musicalmente muy bien.
¿Está al tanto de las últimas tendencias y modas en la música? ¿Qué le parece el ‘reggaetón’? Yo lo veo en las antípodas de su música, excesivamente lineal y nada delicado.
-Exactamente así pienso yo del reggaetón. Y por otro lado, si no escucho toda la música no puedo criticar.
¿Le falta educación a la música... y al ser humano?
-Notablemente. Cuando falta la música falta espiritualidad, falta sentimiento, falta cultura. Como decía nuestro maestro José Martí: “Un pueblo sin música es un pueblo sin alma”.
En sus conciertos nunca faltan clásicos como ‘Yolanda’, ‘El breve espacio en que no estás’ y ‘Yo no te pido’. ¿Qué le pide hoy usted, al mundo y a los seres humanos?
-Algo imposible, porque yo no lo voy a ver: paz, justicia, equidad, bienestar? y libertad.
“Esta gira coincide con un momento en el que quiero expresar la naturaleza de mi música”
“Me apasiona el País Vasco, me gusta todo y tengo allí grandes amigos; concretamente en Bilbao”
“Me nutrí primero de nuestra música, y luego conocí el barroco, el jazz, el rock, el folclore de muchos países?”
“Cuando falta la música falta espiritualidad, falta sentimiento, falta cultura...”