Bilbao - La Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera (ABAO-OLBE) inició ayer un espectacular broche final a su 66ª Temporada de ópera. Norma, obra de madurez de Bellini y título emblemático en la historia de la lírica basado en la tragedia de Alexandre Soumet, no defraudó en su primer día de puesta en escena. Y es que las 2 horas y 45 minutos divididos en dos actos que se vivieron en el Palacio Euskalduna de Bilbao fue una fusión extraordinaria de melodía sublime, desafío vocal y poder dramático.
Esta tragedia, compendio de ritos ancestrales, conflictos, lealtades y costumbres arcanas, cuenta la historia imperecedera de una poderosa mujer que compromete sus ideales por amor para finalmente encontrarse traicionada por su amante. Para dar vida a los protagonistas de esta ópera, la ABAO reúne un elenco encabezado por la soprano napolitana Anna Pirozzi, quien regresa a Bilbao y lo hace a lo grande, debutando en el papel de Norma, uno de los personajes más difíciles de interpretar en el repertorio belcantista que exige poder vocal dramático combinado con la agilidad y la técnica de una cantante de coloratura. A su lado, el tenor Gregory Kunde como el romano Pollione y la mezzosoprano Silvia Tro Santa Fé como Adalgisa cerraron el trío protagonista. Junto a ellos completaron el cartel el bajo Roberto Tagliavini como Oroveso, la mezzosoprano Itxaro Mentxaka como Clotilde y el tenor Vicenç Esteve como Flavio.
Junto a ellos, también la parte musical estuvo a la altura de las circunstancias. El joven maestro italiano Pietro Rizzo regresó a Bilbao para ponerse al frente de la Bilbao Orkestra Sinfonikoa para dirigir una partitura con enorme carga emotiva y riqueza melódica en lo que constituyó uno de los grandes legados del bel canto. La parte coral fue tarea del Coro de Ópera de Bilbao, con Boris Dujin al frente.
El escenario es fruto de una coproducción de ABAO-OLBE con el Teatro Real y el Palau de Les Arts de Valenciaconcebida por Davide Livermore. La acción se desarrolla en un universo atemporal y elemento central de la escenografía es un árbol concebido como inspiración de las leyendas nórdicas del Yggdrasil, el árbol de la vida. Una estética épica de druidas y sacerdotisas que se movió a ritmo cinematográfico a su alrededor convirtiéndolo en el testigo de los acontecimientos que se desarrollan en la trama. Apenas provista de elementos escénicos para acentuar la teatralidad de la historia, utiliza las videoproyecciones para ofrecer una visión más profunda de los personajes y sus relaciones.
el papel de la mujer Otra de las importantes referencias con respecto a la obra de Soumet es el papel de la mujer. Mientras en la obra del novelista, su Norma termina asesinando a sus propios hijos, presa de un ataque de locura, la Norma de Bellini es un personaje con múltiples facetas (una sacerdotisa coherente con su devoción, una madre que ama a sus hijos, una mujer enamorada y pasional hacia su hombre, una rival vengativa que saca sus más bajos instintos si es necesario...), en definitiva una compleja trama de personalidades cuya solución final es la muerte, pero no como castigo o ejecución de una heroína, sino como la consecuencia lógica de un grave conflicto de intereses.
Esta complejidad interpretativa del personaje, unida a las dificultades vocales de una obra considerada prototipo del belcantismo, ha provocado que solo las verdaderamente grandes sopranos de la historia hayan podido afrontar el papel con la suficiente dignidad. Y la napolitana Anna Pirozzi estuvo ayer a la altura de las circunstancias y no desentonó, y eso que cogía el testigo de auténticos mitos como María Callas o Monserrat Caballé. Y es que cualquiera no vale para Norma. - DEIA