Erika. No soy perfecta es un fotocuento muy especial, diferente al resto, como su protagonista, pero cargado de valores, como la historia que relata, basada en hecho reales y acompañada por unas imágenes espectaculares que enseñan a los más pequeños cómo son realmente los animales en libertad, captados, además, muy cerca, en el entorno del monte Ezkaba.

Alfonso Bañeres, veterinario de la Asociación Basati y autor de los textos, y Alfredo Piedrafita, músico y autor de las fotografías, son los creadores de esta pequeña joya editorial, que ha visto la luz de la mano de Erein. “Alfonso y yo nos conocíamos desde hace años -recuerda Alfredo- y él siempre solía decir, al ver mis fotos, que eran de cuento. Hasta que un día me vino con la idea de crear, precisamente, un cuento con fotografías reales en lugar de los típicos dibujitos para niños. Y nos decidimos a hacerlo”. Así nació Erika, que está protagonizado por “una eriza que fue una paciente real de la Asociación Basati, en la que atendemos a animales sin dueño, abandonados o maltratados. A Erika la abandonaron porque se le habían quedado una pata necrosada, y no la querían porque ya no era bonita. Erika era una eriza africana, una especie exótica que ahora ha sido declarada como invasora, por lo que ha sido prohibida su comercialización, aunque hay gente que las tiene. Es un animal muy bonito, amable... pero como había que gastarse dinero en curarle la pata, ya no molaba tanto porque, además, al dolerle, se ponía a la defensiva y les pinchaba, por lo que la abandonaron en un clínica veterinaria. Justo en ese momento acabábamos de tener la idea de hacer el cuento y decidimos que fuera la protagonista. Pero antes la operamos, la dejamos con tres patas y la adoptó una veterinaria de nuestra clínica”.

Una vez recuperada, comenzó la sesión de fotos bajo el objetivo de Alfredo Piedrafita, pero antes, dieron forma al cuento propiamente dicho, que no ofrece sino una historia emotiva y educativa en esencia. “En primer lugar, es un alegato contra la imperfección, contra el bullying entre los niños, se trata de darles un criterio de autoestima para que no se vengan abajo por ser distintos o imperfectos, ya que no hay nadie realmente perfecto. Por otra parte, está la intención de intentar evitar el abandono de animales y la adquisición de mascotas exóticas como capricho consumista. Y, en tercer lugar, dar a conocer nuestra fauna, un patrimonio que la mayoría de la gente desconoce y alucina al ver las fotos de esos animales, que están sacadas, en su mayoría, aquí al lado (en Ezkaba)”. Y es que en el libro aparecen desde un cárabo, un zorro, una ardilla, una culebra, un gato, una gineta o un murciélago.

Precisamente, en las fotografías radica gran parte de la originalidad y excepcionalidad de este fotocuento. Según explica Piedrafita, “la idea era mostrar los diferentes animales con los que se va encontrando Erika en el bosque, y la relación que entabla con ellos. A partir de este hilo conductor los elegimos bajo el criterio de que todos vivieran por aquí cerca”. Para poder tomar estas imágenes, Alfredo Piedrafita, que se define como un hombre de extremos, ya que pasa del ruido, el rock, al silencio más absoluto, la fotografía de animales en libertad, explica que “la foto final es casi lo de menos, para mí, lo divertido es prepararte, ir al monte, saber dónde les gusta posarse... Una vez que controlo al animal, tengo un escondite y preparo una especie de estudio natural; pero, y quiero recalcarlo, sin alterar para nada su hábitat. Son horas de espera, que muchas veces dan resultado con unas cuantas fotos y otras con ninguna. Además, hay fotos de día y de noche; estas últimas las hago con infrarrojos, dejando las máquinas preparadas para que capten al animal cuando pasa”.

Erika es un fotocuento dirigido a niños de 4 a 10 años, con los textos separados de las imágenes para que se puedan contemplar al ser leídos. Ya está a la venta al precio de 15 y la idea y visto el éxito que está teniendo esta primera edición, es que sea el primero de una serie.