BILBAO. Pilt marcó el rumbo del rock metálico vasco en el tránsito del milenio. El grupo euskaldun vizcaino, convertido en banda de culto, regresa hoy a los escenarios más de una década después de su disolución, con un concierto en el Kafe Antzokia para el que se han agotado las entradas. “Nuestras canciones tienen mucha vida y energía todavía”, explica su líder, Rafa Rueda. El quinteto actuará mañana en la sala Totem (Iruñea); en Bonberenea (Tolosa), el viernes 12; en Jimmy Jazz (Gasteiz), el sábado 13; y participará en el festival EHZ de Lekorne, el 30 de junio y el 1 y 2 de julio.

¿Hay nervios?

-No puedo parar (risas). Estoy contento, camino del último ensayo general en un garito que nos han dejado. Vamos a dar los últimos toques.

¿Han ensayado mucho?

-Una vez por semana desde el mes de octubre. Creo que estamos muy en forma, a pesar de las dudas de algunos (risas).

¿Está la banda engrasada y ha bastado con una mirada o ha costado volver al pasado?

-Como dijo Fray Luis de León al volver a la universidad tras estar en la cárcel, “como decíamos ayer...”. Pues eso nos ha pasado. Al principio, fue raro por la falta de costumbre, pero pronto nos vimos como hace 15 años, sorprendidos de la memoria humana, que es capaz de guardar cosas insospechadas, tanto los textos como la música de las canciones.

¿Por qué y en qué momento se decide el regreso?

-Había gente que nos lo pedía desde hace años, pero ha sido fruto de que nos apetecía y de la propia casualidad. Ibilaldia vuelve a celebrarse en Mungia tras 20 años y como en su día hicimos la canción, alguien de la organización nos sugirió montar algo especial. Al final, hablamos en una de las cenas que solemos hacer, en septiembre de 2016, y empezamos a mirar las agendas. Y vimos que este mayo había posibilidad de volver con ciertas garantías. Y aunque lo mantuvimos en secreto un tiempo, al final tiramos adelante.

Han optado por cinco conciertos concentrados, nada de gira.

-Ha sido imposible cuadrar más fechas debido a nuestras agendas. Es una pena no poder ir a Madrid, Barcelona, Sevilla, Vigo... y otros puntos de Euskal Herria. Va a ser algo puntual y, en el caso vasco, yendo a diferentes zonas: las cuatro provincias de Hegoalde y un punto de Iparralde.

Pilt fue cuarteto, trío... y reaparece como quinteto.

-Al ser especial, la mejor manera de hacerlo era que Txarlie Solano y David González, que tocaron el bajo en el grupo, estuvieran también. Debíamos estar todos, aunque ha supuesto un trabajo extra arreglar las canciones de cuarteto a quinteto. Ambos alternarán el bajo y la guitarra en estos conciertos, según la canción. Así ha sido más fácil.

¿Qué sonará en el concierto, canciones de todas las épocas?

-Será un concierto de una hora y media, aproximadamente, y todos hicimos una lista con lo que debería sonar. Las pusimos en común y muchas coincidían, la verdad. También pedimos consejo a la gente en redes sociales y hay que decir que ha habido bastante cuórum. El repertorio reflejará todas las épocas de Pilt, de los cinco discos: las más conocidas y algún tema que no sonó en su día en vivo.

El grupo vivió varias etapas en cuanto a sonido.

-Nos relacionaban siempre con Hil da Jainkoa y el metal, pero teníamos muchos ambientes diversos...

Pilt era también rock oscuro, denso y con un punto industrial ¿no?

-Pues sí. Y la gente lo ha sabido ver con el tiempo. Estos conciertos tenían que reflejar bien todos esos ambientes. Incluido el pop, un estilo que luego yo hice en solitario pero que ya estaba muy presente en Pilt. Éramos un grupo muy ecléctico, lo que nos hacía interesante.

Con la madurez y la perspectiva del tiempo, ¿cómo ve ahora a Pilt?

-Sus canciones han aguantado muy bien el paso del tiempo. Estos conciertos no van a ser un revival, ya que estarán a la altura de cualquier propuesta actual, lo que no es fácil. Eso te lo da el poso del tiempo, que decide qué aguanta y qué no. Ha sido una sorpresa ver que el repertorio está vivo y que las canciones tienen mucha vida y energía. No tenemos la sensación de tocar temas de hace 15 o 20 años.

No vendieron mucho, pero hoy son una banda de culto. ¿Cuál fue su mayor aportación?

-No fue deliberado, pero creo que el hacer lo que nos apetecía el cuerpo de la manera más sincera y natural. No teníamos complejos al crear, lo que, a la larga, ha sido un plus. Ahora, la gente tiene una visión más global nuestra, más allá de Hil da Jaiankoa.

¿Habrá operación rescate de la discografía del grupo?

-En principio, no. Los venderemos en los conciertos. Y está en Spotify.

Y después de estos conciertos ¿Desaparecerá Pilt?

-¡Vete a saber! (risas). Yo vuelvo a grabar en julio un disco en solitario tras muchos años; Berri Txarrak también tiene planes para otoño; Txarlie vuelve a Madrid con Mabü; Aitor Abio continúa con Revolta Permanent; y Xanpe sigue grabando en su estudio y produciendo grupos. Las agendas han sido el mayor impedimento para no alargar esta vuelta.