Zestoa, fiestas entre termas, palacios y restos arqueológicos
La villa del Urola ofrece un bonito entorno natural, visitas teatralizadas y múltiples actividades al aire libre
cERCANA a Azpeitia y Zumaia, la villa de Zestoa, fundada en los últimos años del siglo XIV y protegida por el macizo de Izarraitz, vive este fin de semana las fiestas de Santa Inés en el barrio de Iraeta. Aprovechando la celebración, se puede visitar la localidad, famosa por sus termas centenarias, el palacio Lili y sus restos arqueológicos.
Aunque su popular balneario, fundado en 1984, pionero en el turismo termal y único que se mantiene en activo en Euskadi, no abrirá sus puertas hasta inicios de marzo, Zestoa bien merece una visita. Y se puede aprovechar este fin de semana para disfrutar de las fiestas del barrio de Iraeta, que ofrecen un programa de actos que incluye misa, partidos de pelota, herri kirolak, chocolatada y diversos actos infantiles distribuidos entre sábado y domingo.
Y si no es este, cualquier otro fin de semana merece la pena desplazarse hasta Zestoa para conocer su rico patrimonio natural circundante y el histórico y artístico del casco urbano. Al frente, el palacio Lili, del siglo XVI, que mantiene vestigios de sus antiguos molinos y ferrerías. No muy lejos destacan las construcciones de Portalekoa, Lizenziadokua y Arretxe, y resulta obligado pasarse por el santuario rupestre de Ekain.
Esta cueva, que pertenece a Deba aunque su acceso está en Zestoa, ofrece un importante conjunto de figuras rupestres que incluye osos, ciervos y caballos que datan de la época Magdaleniense. La cueva se encuentra cerrada al público y solo puede ser visitada bajo autorización restringida. Tras permanecer ocultos durante miles de años, sus tesoros se pueden contemplar en una réplica, denominada Ekainberri y ubicada en el valle de Sastarrain, a 600 metros de la gruta original.
Los interesados pueden realizar visitas guiadas para conocer los restos arqueológicos de la villa, teatralizadas en el caso del palacio Lili, los baserris de los alrededores (para degustar el queso Idiazabal) y disfrutar de múltiples actividades al aire libre, desde paseos a caballo a rutas naturalísticas o espeleología.