El cruce de caminos de Mark Olson y Rubén Pozo
El fundador de The Jayhawks y el ex-Pereza se juntan en una gira ligada al folk-rock que recala hoy en Bilbao
rubén Pozo, ex-Pereza, es un urbanita madrileño chuleta y rockero, mientras que Mark Olson es un estadounidense que vive en Joshua Tree, viste camisas a cuadros y aportó el aire más bucólico a los mejores discos de The Jayhawks. Ambos se conocieron en León, en un concierto, se gustaron y ahora recorren el Estado en una gira que tiene como combustible el folk-rock y que hoy pasa por la Sala BBK.
A las 20.00 horas tendrá lugar este apasionante y casi irrepetible cruce de caminos musical que tuvo su germen en León, hace aproximadamente un año. Olson y su esposa, la noruega Ingunn Ringvold, que le acompaña a las voces, percusiones y a los teclados, conocieron al madrileño en uno de sus conciertos y la admiración mutua, sumada a la mediación de un amigo común, lograron poner en marcha esta gira de doce conciertos marcada por la honestidad, la pasión por la música, la actitud, la claridad y belleza de unas melodías marcadas por la tradición.
Aprender y pasárselo bien. Ese el objetivo de Rubén en esta gira compartida junto a “un maestro” del folk y el country, dice en alusión a Olson. El madrileño, que a su actitud rock sempiterna suma ahora una imagen curiosa y barbuda, se dio a conocer en Buenas Noches Rose y llegó al éxito popular junto a Leiva en Pereza gracias a discos como Animales y Aviones y canciones de la proyección masiva de Princesas, Lady Madrid o Todo, donde supieron sumar las influencias de Tequila, Ronaldos y Burning y hacer que las jovencitas bailaran y gritaran de nuevo con el rock’n’roll de melodías pop.
Tras algo más de una década compartida, el dúo se disolvió y Pozo ha entregado desde entonces dos discos en solitario. Ni Lo que más ni En marcha, este último editado el año pasado, se han acercado siquiera al éxito masivo de Leiva pero ambos muestran a Rubén feliz con una carrera más modesta y, en ocasiones, en formato acústico, con sus canciones folk-rock, herederas de The Byrds y Tom Petty y sus Heartbreakers? y también de la ranchera.
“Soy un animal de banda, de los que aportan al proyecto común, y nunca me había planteado hacer un disco en solitario. Pero las cosas han ido así y todo es tan estimulante? Estoy descubriendo cosas nuevas de mí y me corre la sangre con un ímpetu que pienso que necesitaba sin llegar a saberlo”, explica Rubén.
“Tengo tal aluvión de sensaciones y emociones que me planteo por qué no lo he hecho antes. Se me ha abierto un horizonte nuevo en lo artístico y lo personal”, indica el madrileño, que a su admiración por Lou Reed y la Velvet destaca ahora también la pasión que siente por Serrat, Sabina, Vinicious de Moraes o Woody Guthrie.
Un maestro Si para acotar el trabajo de Rubén hay que hablar de Pereza, conviene mirar a The Jayhawks para valorar como se merece a Olson, co-líder de The Jayhawks, banda que grabó discos maravillosos como Tomorrow the green grass, donde la Americana, la música de raíz folk, country y rock, se alió con el pop en canciones inmortales. Él aportaba el rostro más acústico y folk del grupo pero decidió abandonarlo para cuidar de su pareja enferma de aquel momento, la también cantautora Victoria Williams.
Y parece que definitivamente, aunque regresó en los últimos años a los escenarios e, incluso, a compartir disco con su amigo/rival Gary Louris en ocasiones.
Olson, que grabó con el grupo The Creekdippers y después ha editado varios discos en solitario, se muestra feliz con su actual visión de la música, más cosmopolita y viajera, al igual que más modesta, familiar y casi artesanal. “Es muy importante encontrar un significado a nuestra vida porque si no lo logras, estás perdido”, nos explicó cuando pasó por Euskal Herria para presentar su disco Salvation blues, cuyo folk bebía del blues pero con melodías pop que recordaban a su antigua banda.
El trabajo más reciente de Olson, que ya presentó en tierras vascas junto a su pareja noruega actual, lleva el título de Good-bye Lizelle, se editó en el año 2014 y, logró la unanimidad de la crítica (de Mojo a Rolling Stone) debido a la apertura de miras que muestra tras los viajes del matrimonio por Sudáfrica y Armenia en canciones de fuerte poso espiritual.
Estas fluctúan entre los aires medievales, el folk californiano de Crosby, Still & Nash, ecos de Love y el folclore centroeuropeo e hindú.
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