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Manuela Mena: “Aclarar las autorías es una cuestión de responsabilidad”

Manuela Mena tuvo la oportunidad de conocer personalmente al pintor Francis Bacon y ayer impartió una charla sobre el artista en el Guggenheim

Manuela Mena: “Aclarar las autorías es una cuestión de responsabilidad”

bilbao - Manuela Mena, jefa de Conservación de Pintura del Siglo XVIII y Goya del Museo Nacional del Prado, impartió ayer la sesión Los viajes de Francis Bacon: del Norte al Sur en el Museo Guggenheim, en el marco de la exposición del artista irlandés que podrá visitarse hasta el 8 de enero en la pinacoteca.

Conoció a Francis Bacon, ¿cómo era personalmente?

-Le conocí cuando ya era bastante mayor. Era un hombre encantador, de unas maneras lo más exquisitas que uno se pueda imaginar. Era de una naturaleza impresionante hacia los demás, eso es lo que sentí cuando le conocí. Por supuesto era muy inteligente, desprendía luz.

Sin embargo, en sus cuadros trata temas como la violencia o la soledad.

-No digo que no, pero él decía que era optimista a pesar de hacer ese tipo de pintura. Creo que eso lo reflejaba, porque transmitía alegría por donde pasaba. A mí lo que más me gustaba de él era que radiaba una sensación de libertad absoluta.

¿Qué influencia de pintores españoles puede verse en sus obras?

-Fue un artista que miraba mucho al pasado, que perteneció todavía a una generación que conocía bien el arte anterior. Creo que ahora los artistas más jóvenes solo miran el arte antiguo cuando se encuentran con el arte, pero ni lo buscan ni van a verlo. Bacon sí lo buscaba, era una persona que le gustaba locamente tanto el arte antiguo como el moderno, el de cualquier época.

¿Y qué huella hay de Goya en sus creaciones?

-Él mismo decía que Goya era un gran artista pero que a él no le interesaba. Sin embargo, creo que hay una forma de violencia perteneciente a Goya que le tenía que interesar o gustar, una cierta violencia de la sangre, por ejemplo la que aparece en El 3 de mayo en Madrid, ya que aparecen formas similares en las obras de Bacon posteriores a sus viajes por España.

El Prado acaba de ceder una sala propia a El Bosco, tras la celebración de su V centenario. ¿Por qué no se lo había planteado antes?

-Siempre hemos mantenido una sala para El Bosco, pero había una serie de obras contemporáneas que dialogaban con su pintura de una forma especial. La idea detrás de esta nueva instalación es que los visitantes puedan sentirse otra vez, de alguna forma, dentro de la exposición celebrada por su centenario, aunque es un poco imposible.

En el marco de la celebración de dicha exposición hubo cierta polémica sobre la autoría de algunas obras de El Bosco, ¿qué papel ha jugado el Prado?

-Con las obras que tiene el Prado de El Bosco, y con los estudios que se han realizado desde hace años, hay una importante autoridad establecida. Mis compañeros conocen mucho su obra, porque convivir con las piezas de un artista es también lo que hace el conocimiento, ya que permite ver los cuadros con una profundidad absoluta. Por ello es muy posible que el Prado tenga una autoridad que no tengan en otros sitios, por mucho que quieran.

El Prado desmintió la firma de Goya de ‘El Coloso’.

-El área de pintura del siglo XVIII del museo y otras secciones que han trabajado sobre ello, como restauración, conocen muy bien la técnica de Goya. Es una cuestión de responsabilidad. El Prado es una institución fuerte y que no quiere equivocarse, cuando decimos una cosa es porque estamos seguros de que estamos aclarando algo y estableciendo la verdad.

El museo inauguró ayer la exposición de Clara Peeters, la primera muestra con una mujer artista como protagonista.

-Ahora mismo hay mujeres sin las cuales el arte no sería comprensible, y creo que es algo que en el Guggenheim se puede ver bastante bien. El problema que tenían las mujeres, en el arte anterior al siglo XIX, es que el pintor tenía que copiar el desnudo de todas las posiciones y movimientos. Eso estaba prohibido para la mujer, por lo que no podían tener de ninguna forma la preparación exigida entonces para ser un artista, salvo algunas mujeres que eran hijas de artistas, como Artemisa Gentileschi.

Usted tuvo la oportunidad de vivir de cerca la llegada a Madrid del ‘Guernica’ de Picasso, ¿cómo lo recuerda?

-Soy una persona muy fría, aunque no lo parezca, y tuve la sensación de que se estaba haciendo justicia. Lo viví como una justicia histórica al propio Picasso, que aseguró que pensaba hacer un cuadro para el Prado, y como justicia al propio país, que recuperaba un hecho doloroso reflexionado a través del arte.