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Miguel Zugaza: “Estoy muy satisfecho de haber podido contribuir a la modernización del Prado”

Lleva 14 años al frente del Museo del Prado, aunque como confiesa, “sigo viviendo en Durango”, a donde regresa los fines de semana. Zugaza habla de los proyectos y retos que encara al frente de la prestigiosa pinacoteca

Miguel Zugaza: “Estoy muy satisfecho de haber podido contribuir a la modernización del Prado”Oskar Martínez

bilbao - Dicen que nadie es profeta en su tierra, pero este no es el caso de Miguel Zugaza (Durango, 1964), que dirigió el Bellas Artes de Bilbao desde 1996 hasta 2002, una época fascinante y a la vez complicada, según recuerda. Una etapa de cambio en el museo, en todos los órdenes. Durante su dirección, el museo se amplió, cambió su estructura jurídica y se estableció una nueva relación con el ámbito privado; en definitiva, se mejoró la capacidad física y operativa de la institución. “Fui su director durante seis años y ahora, cuando paso por allí, lo hago con un placer enorme para disfrutar de su colección, de la programación que hace, pero sin tener responsabilidad alguna. La sensación es muy diferente”, confiesa.

A Miguel Zugaza le gustan los retos. En 2002, le ofrecieron la dirección del Prado y no lo dudó. Ha conseguido mantener la independencia en el desarrollo de su cargo, sobreviviendo a los diferentes ministros de Cultura, tanto del PP como del PSOE. Suele comentar que la dirección no se la ofreció un gobierno de un partido, sino una institución que tenía un proyecto de modernización que pasaba por un gran consenso.

Durante su etapa, la pinacoteca madrileña ha alcanzado sus más altas cotas de público (más de 2,6 millones de visitas en 2015), de autofinanciación (70%), de autonomía (como organismo público), y de horario de apertura (7 días a la semana). Ahora, el museo está inmerso en un proyecto de transformación digital, que proporcionará al usuario una atractiva experiencia para disfrutar del Prado de una forma distinta. Un proyecto del que Zugaza hablará hoy en un acto académico en Bilbao, junto con Ricardo Alonso (fundador y director de GNOSS).

¿Qué importancia tienen Internet y las nuevas tecnologías para los museos?

-En el ámbito de los museos, la gran revolución es la posibilidad y la oportunidad de acceder a una audiencia universal a tiempo real a través de Internet y de las nuevas tecnologías. Así como otros sectores de la cultura, como el mundo editorial y el de la música, lo ven con más recelo porque han cambiado el mercado en el que han funcionado hasta ahora, Intenet es para los museos una oportunidad magnífica para cumplir la misión de difusión y educación, para los que que fueron creados.

¿El Prado se sitúa a la vanguardia de los museos en la Red?

-Hace ya años, fuimos el primer museo que facilitó el acceso y la navegación por imágenes en mega alta resolución de sus obras maestras a través de un proyecto pionero con Google Earth. Rompimos el miedo que teníamos como institución de compartir el mayor tesoro que tiene cualquier museo, que es su colección. Desde entonces, hemos trabajado con esa confianza en la oportunidad que nos ofrecen las nuevas tecnologías.

¿La posibilidad de ver las exposiciones por Internet no acabará restando visitantes a los museos?

-Hay mucha gente en el mundo que nunca va a tener la oportunidad de viajar a Madrid, de entrar en el Prado y de disfrutar de la experiencia directa con las obras originales. La nueva web la hemos orientado en esa dirección, ya no solo para preparar o completar la visita presencial al museo, sino también como una auténtica experiencia en sí misma. Pero, además, también se ponen al servicio del usuario de la web los contenidos científicos y el avance del conocimiento del museo. Es algo muy enriquecedor para el visitante, pero también para la propia institución. Los museos históricos surgieron con dos misiones, la conservación material e intelectual de la colección, y a la vez, ponerla a disposición de la sociedad para su educación. Las nuevas tecnologías nos permiten cumplir de una forma definitiva con esta misión original del museo.

En 2013, presentó un plan de actuación contra la crisis y este año han cerrado con más de 2,6 millones de visitantes.

-La cifra de visitas se derrumbó en 2013, al mismo tiempo que el turismo cayó en Madrid. El Prado es muy sensible a los flujos turísticos, pero en 2015 se han ido recuperando, estamos en las cifras de los mejores años del museo.

De 2010 a 2013, el museo perdió un 60% de la aportación pública.

-Así es, pero para contrarrestar esa merma pusimos en marcha planes para mejorar nuestros recursos. Afortunadamente, hemos atravesado el Cabo de Hornos de la crisis reforzando nuestro autofinanciación, que ya alcanza el 70%. Hemos podido superar ese momento de desfallecimiento de los recursos públicos, pero no renunciamos a recuperar el compromiso de la administración con el museo.

Catorce años al frente del Museo del Prado. Es el director que más tiempo ha dirigido esta institución. ¿Qué balance hace de esta etapa?

-Me siento muy satisfecho de haber contribuido a la modernización del museo; en el año 2007 inauguramos la ampliación y una buena parte de ella estaba dedicada a ampliar la experiencia de los visitantes del Prado. Estoy también muy orgulloso de haber podido contribuir de alguna manera a superar ese momento crítico que ha sido la caída de los presupuestos en estos años. Creo que el balance es muy positivo.

¿Y a qué retos se enfrenta en los próximos años?

-En el futuro del Prado se encuentra el bicentenario del museo, en 2019, un objetivo muy importante. Vamos a intentar recuperar el edificio del Salón de Reinos, antigua sede del Museo del Ejército, el espacio que faltaba por culminar el campus del arte. Es una buena oportunidad para reflexionar sobre el museo que queremos construir de cara al futuro.

¿El Prado forma parte del G-8 de los museos?

-Está entre los grandes museos internacionales. En muchos ámbitos, en la excelencia de sus colecciones, pero también en el ámbito académico, en el de restauración y conservación... Está en una posición muy privilegiada. Por supuesto, también en estos nuevos retos que se nos plantean a los museos históricos: el mundo digital, on line... Estamos tratando también de dar ejemplo de cómo se debe utilizar este entorno de posibilidades.

¿Con qué nos va a sorprender la pinacoteca madrileña expositivamente en los próximos meses?

-Ahora, tenemos dos exposiciones magníficas, una dedicada a Ingres, que estará hasta el domingo de Resurrección, y hemos inaugurado hace unas semanas una retrospectiva de Georges de la Tour. Creo que es un programa extraordinario para Semana Santa.

Y en mayo presentarán la exposición más importante que se ha celebrado jamás sobre El Bosco, con motivo del V centenario de su muerte.

-Será una de esas exposiciones únicas, que no hay que perderse, irrepetibles. Se va a reunir en el Prado, junto con las obras maestras que nosotros tenemos -entre las que se encuentran El jardín de las delicias o La Adoración de los reyes-, el mayor número de originales tanto de pinturas como de dibujos que se conservan del artista.

Vive a caballo entre Madrid y Durango, donde se encuentra su familia. Cuando está aquí los fines de semana, ¿aprovecha para visitar los museos?

-Si tengo tiempo, trato de seguir la actualidad de todos los museos. La verdad es que siempre están muy bien tanto el Bellas Artes de Bilbao o el Guggenheim, como los espacios de galerías privadas, que programan unas exposiciones fantásticas, como la de Txomin Badiola, en Carreras Múgica. Disfruto mucho de las exposiciones como turista, como ciudadano de estos fantásticos museos que tiene la ciudad.

Volver al Bellas Artes le traerá muchos recuerdos de su etapa al frente de la pinacoteca bilbaina...

-Ahora disfruto del museo sin la responsabilidad de dirigirlo, por lo tanto lo disfruto mucho más. Es uno de los grandes museos que hay en nuestro país.

El Prado realiza muchas colaboraciones con el Bellas Artes...

-Ahora mismo tenemos un proyecto conjunto, la muestra dedicada a El Divino Morales, organizada también junto con el Museu Nacional d’Art de Catalunya de Barcelona. Ha sido un placer colaborar con Javier Viar, con la gente de Bilbao. Es uno de los museos más interesantes del panorama europeo. Es un complemento fantástico del Guggenheim, nos retrata como sociedad y refleja la sensibilidad que han tenido la sociedad y las instituciones vascas por el arte.