Luis Ángel Gaintza: “Agrupar todo lo publicado es necesario para contar la historia del pueblo vasco”
El deustoarra Gaintza lleva 40 años trabajando codo con codo con algunas de las principales fundaciones vascas en la elaboración de un extenso archivo gráfico
Bilbao - Durante el año 1979, unas misteriosas misivas sin remitente comenzaron a llegar al convento de los Benedictinos de Lazkao (Gipuzkoa). Los sobres contenían panfletos publicados durante el franquismo que este donante anónimo deseaba formaran parte del archivo que el monje Juan Joxe Agirre iniciaba por aquellos años. A pesar del recelo que le generaba el desconocimiento de su procedencia, Agirre guardó cuidadosamente el material que asiduamente recibía. Más tarde descubriría que el benefactor era Luis Angel Gaintza (Bilbao, 1942), quien desde hace cuatro décadas se ha convertido en el principal proveedor de documentos de varias fundaciones vascas.
Su labor recolectora comenzó con unas misivas sin firma. ¿Por qué?
-Franco había muerto unos pocos años antes y había miedo, desconfianza. A mí siempre me ha gustado guardarlo todo y cuando se repartían las ikurriñas, los panfletos... solía esconderlos y guardarlos porque me daba pena que se perdieran. Luego pensé que guardarlos yo no servía para nada cuando había una persona, como era Juan Joxe, que se dedicaba a procurar mantener todo eso.
Y decidió que pasarían a sus manos.
-Eso es. Yo metía toda la información que le quería enviar en un sobre, intentando que no abultase mucho para no llamar la atención, y él lo recibía. Siempre cuenta que tenía miedo de que quien lo mandaba fuera un txakurra, un policía, pero no fue así.
¿Cómo fueron esos inicios?
-Empezamos recogiendo material de temas políticos y sindicales y siempre que iba a cualquier lugar y pedía los papeles para llevarlos a Lazkao nadie ponía ningún problema, fuera cual fuera su ideología, desde anarquistas hasta Fuerza Nueva. Yo creo que si en lugar de pedirlo para ellos lo hubiera pedido para otra institución, quizás muchos no hubieran colaborado. Lo que sí que no puedes pensar nunca es que llamas a un sitio y te lo van a enviar directamente. Hay que estar encima e ir tú porque trabajamos con un material efímero que se exhibe en un momento en concreto, pero guardarlo luego es difícil.
Los carteles se hacen, por tanto, para ser expuestos pero no guardados. ¿No existe aún la conciencia de preservar el material generado?
-No, todavía no, y peleo mucho por eso. Es algo que se ve muy claro porque en muchos carteles solo aparece el mes y el día, pero no el año. Es complicado datarlos y lo mismo sucede con pegatinas o programas de fiestas; éstos, no obstante, pueden enseñarnos cómo ha cambiado la sociedad a lo largo de los años.
Con una producción cultural actual mucho más abundante, ¿resulta más complicado recopilar?
-Complicado es siempre, pero nos hemos dado cuenta ahora de que hay muchos pueblos en los que solamente publican revistas digitales. Nosotros seguimos con el papel y nos resulta imposible meternos en internet para cogerlo todo. Se están empezando a almacenar los carteles que se ven en redes sociales pero es algo que todavía está en el aire, un desafío.
En la época del franquismo y de la Transición le resultaría verdaderamente complicado llegar al material en muchas ocasiones.
-Sí, y además estaba el miedo que he citado antes, la gente no se fiaba a dar. A veces yo iba, explicaba lo que hacía y caía bien, pero otras me iba con las manos vacías. Eso sí, en todos los sitios me han tratado fenomenal.
El trabajo conjunto que comenzó con la Fundación Lazkaoko Beneditarrak se fue extendiendo a Labayru y a Sancho el Sabio. ¿Cuándo surgió la idea de crear Euskodok, la asociación que los une a todos?
-Fue en 2004. Cuando me jubilé, Carmen Gómez, la que fuera directora de Sancho el Sabio, se empeñó en que teníamos que crear una asociación para tener un poco de peso. En el núcleo están Lazkao, Labayru y Sancho el Sabio, pero colaboramos con muchas entidades. A finales del año pasado pusimos en marcha la página web y seguimos trabajando; hay mucho que hacer en ese sentido porque la historia del pueblo vasco siempre la han escrito otros, por lo que necesitamos agrupar lo que se publica para poder contarla nosotros.