bilbao - El festival nació en 2006, promovido por el Ayuntamiento de Bilbao y Last Tour, al que pronto se uniría BBK, con un cartel de escándalo protagonizado por Guns N’ Roses, Ben Harper o Placebo, entre otros. A partir de entonces, cientos de bandas se sumaron a un festival que se ha convertido en uno de los referentes en Europa. El hasta la fecha desconocido por muchos Kobetamendi vio con sus propios ojos el comienzo de una sintonía especial entre Bilbao y el mundo de la música. Barkala impulsó desde su área la gestación del exitoso evento cultural y económico.

¿Bilbao necesitaba un BBK Live?

--Buscábamos eventos de calado para la capital vizcaina, que tuvieran proyección internacional. Así conseguimos, junto con la Diputación, traer a Bilbao una carrera automovilística de las World Series by Renault, el mayor espectáculo deportivo de grandes monoplazas tras la Fórmula 1. Y que Bilbao fuera proclamada, en competencia con otras 35 ciudades del mundo, la anfitriona del comienzo y final de la VII edición de la Regata 5-Oceans una de las más importantes del calendario internacional de vela. Entonces, nos planteamos buscar algún evento cultural con las mismas dimensiones.

¿Por qué se decidieron por un festival musical de estas características?

--Nos parecía que era un tipo de evento del que la ciudad carecía, que podía convertirse en un importante motor económico y de atracción internacional. A Last Tour también le interesaba que se organizase en Bilbao. Buscábamos también un sponsor privado y entró la BBK. Fue un conjunto de alianzas que facilitó que la capital vizcaina contara con un festival de estas características.

¿Recuerda aquella primera edición?

--Por supuesto. A la mayoría nos gustaba el formato, el concepto del festival, pero tengo que confesar que había algunos escépticos. A mí me preocupaba que el cabeza de cartel, Guns N’ Roses, no acudiera al final, pero a la vez tenía mucha confianza en Last Tour. Todo salió bien, fue un éxito y la seriedad de la empresa lo ha demostrado; cuando se ha contratado un grupo nunca ha fallado.

¿Cuándo fue el momento exacto en el que se dieron cuenta de que iba a ser un éxito internacional?

--Cuando se encendieron las luces y comenzó a sonar la música. Recuerdo que el alcalde Iñaki Azkuna llamó por teléfono para preguntarme cómo iba, no podía estar porque estaba tratándose su enfermedad. Le dije: “Alcalde, si llegas a estar aquí, te emocionarías”. Yo me emocioné, la carpa estaba a rebosar, había tanta gente joven bailando, disfrutando... Y encima del escenario, todo un lujo de grupos.

¿Cómo ha visto la evolución del festival?

--Ha sido más que notable; en las siguiente ediciones trasladamos a los grupos a la ciudad para que los bilbainos también vivieran los conciertos. Había muchas dudas sobre la accesibilidad a la campa, que solucionamos con buses que subían y bajaban. Luego permitimos poner las tiendas de campaña en Kobetamendi para que la gente pudiera estar más cerca. No se han generado conflictos, los festivales siempre han transcurrido de una manera muy pacífica...Y el nivel de los grupos y la satisfacción de la gente ha sido también muy notables.

120.000 espectadores, 20.4 millones de euros de impacto económico directo en la ciudad cada edición... No hay duda de que acertaron con la apuesta.

--Sí, hosteleros, instalaciones, comercios... están todos encantados. Son fechas a marcar en el calendario para conseguir que la gente esté cómoda, disfrute y ¿por qué no?, consuma en la ciudad. Es una experiencia muy positiva.

¿El BBK Live puede seguir creciendo o ha llegado a su máximo?

--Creo que podemos permanecer en el cenit varios años, pero es tan positiva la experiencia que merece la pena hacer una valoración fría y tratar de que crezca aún un poco más. Es el momento de darle un vuelta al espacio, a los grupos... de cara a darle un impulso mayor en el futuro. Todavía tiene posibilidades de crecer, sería una pena desaprovecharlas.

¿Suele ir a los conciertos?

--Subo todos los años, si no puedo los tres días, al menos un par de ellos. Independientemente del grupo que toca, que me puede gustar más o menos, suelo acudir para ver cómo va transcurriendo el festival. Me pongo mis vaqueros y me mezclo con la gente, con el público, así tengo una percepción de primera mano del festival. Y lo confieso, disfruto mucho.