Kepa Murua regresa a la novela a través de las páginas del relato ‘Tangomán’

gasteiz - Con el final del invierno llegó el poemario La felicidad de estar perdido. Con la primavera ya lanzada es el momento de volver por segunda vez a la novela con Tangomán (El Desvelo), que el pasado martes fue presentada en la 45 Feria del Libro de Bilbao.

Kepa Murua vive entre la sonrisa de encontrarse de nuevo con el lector y el cansancio que suponen dos títulos en un corto espacio de tiempo. Pero “en época de crisis es cuando más hay que demostrar que uno sabe trabajar y que defiende la responsabilidad del oficio”, describe el autor nacido en Zarautz y residente en Gasteiz.

En esta última incursión en el género, tras Un poco de paz, el creador mira a la sociedad actual, a esa ciudad que parece Gasteiz pero que pudiera ser otras muchas, a este arranque del siglo XXI donde “todo el mundo reniega aparentemente del amor aunque está deseando encontrarlo”, a ese hoy en el que cualquiera puede verse reflejado, para plantear una novela “divertida, obsesiva, erótica e incluso pornográfica en algunos momentos”, un retrato ácido, crítico pero también tierno.

Para ello, Murua da voz y teórico protagonismo a Pedro Muros, un hombre de mediana edad que no tiene una vida, ni personal ni profesional, demasiado agraciada. Un personaje que pasa desapercibido incluso para él hasta que da con una tecla que parece abrir un presente y futuro distintos: el baile. Surge por tanto Tangomán y ante él un abanico femenino hasta entonces olvidado y, por así decirlo, prohibido. “Es un hombre que se transforma”, un cambio imposible de hacer sin ellas, aparentes secundarias puesto que la narración de las andanzas relatadas en el libro no les pertenece. “Me encanta el mundo de las mujeres, rodeado de ellas me siento muy bien”, dice el escritor, que aprovecha todos estos elementos para relatar una historia sobre la falta de comunicación, cercanía y deseo de la sociedad contemporánea, para hablar sobre las identidades construidas y lo que de verdad es cada uno, para reivindicar la belleza sin palabras mayúsculas, la que se encuentra en lo cotidiano.

A la música y el baile se le une otra herramienta más para acercarse a lo que hoy acontece a las personas: el boxeo. A él llega el personaje siguiendo “las casualidades de la vida”, dotando así a Murua de otra puerta abierta para asomarse al comportamiento humano y, de paso, descubrir al lector un mundo lleno de tópicos y estereotipos. “Más de uno se sorprenderá, pero el baile y el boxeo son mis dos grandes pasiones”, confiesa luciendo una amplia sonrisa.

Son los cimientos de una novela sobre el héroe moderno que para el escritor se representa en los hombres y las mujeres anónimos, en aquellas personas que intentan superar los problemas diarios y, de esta forma, van transformando no solo lo que les rodea. “Me gustaría que el lector se divirtiera, que entendiera la novela con naturalidad, que sacara sus conclusiones, y que colocara su propio reflejo” en un texto que también supone un cierto relato generacional que se refleja en músicas y nombres que, incluso en el caso de los inventados, tienen su propia razón de ser.

Quienes se acercaron a su anterior incursión en la novela encontrarán aquí una propuesta bien distinta a la de 2013. La buena recepción de Un poco de paz fue una motivación importante a la hora de afrontar este nuevo título aunque Tangomán es una propuesta “exagerada muy diferente” donde tiene un peso específico el humor. “Es algo que nos sienta bien a todos, sobre todo para reírnos de nosotros mismos”, al tiempo que en estas páginas “me permite romper muchos esquemas sobre la imagen que se tiene de mí como escritor”.

Con todo, Murua defiende que a lo largo de su trayectoria se puede ver que “hay una lógica donde un libro siempre llama al anterior”, incluso con respecto al poemario que ha publicado este mismo año, un 2015 en el que no habrá más novedades aunque ya tiene un ensayo entre las manos.