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La libertad del arte

LA escena se renueva constantemente. Una actividad convulsa cuya precariedad económica no es sinónimo de crisis, sino síntoma de libertad creativa para cada sector social y conocimiento cultural.

Desde las propuestas que remarcan trabajos y reinciden en los discursos del pasado, como las que se presentan en los grandes museos, hasta las menos perennes y más alternativas, cuyo activo puede pasar desapercibido. Ver arte supone un proceso sensible y de conocimiento, que ofrece la perspectiva que los autores tienen de su tiempo. Una opinión sensible y subjetiva junto a otras que plantean notarialmente los hechos reales. Todo un universo fascinante, no exento de dificultades para quien tropieza varias veces con la misma piedra.

Como en otras disciplinas culturales hay imaginación y ficción. Pero también existen actitudes que no renuncian al cuestionamiento crítico ni a alterar la mansedumbre complaciente del espectáculo y el divertimento.

El desafío del aquí y ahora puede percibirse en los grandes espacios públicos o en las minúsculas estructuras de lo alternativo. Es lo que evoca El Contrato, colectiva internacional que se presenta desde el jueves en la Alhóndiga. Siendo la consecuencia de un taller de lectura, es un desafío desarrollado por Bulegoa, colectivo que diluye el aura de lo individual en la suma de personalidades, cuya discusión debe ser permanente.

Este viernes se han producido tres importantes y significativas presentaciones. Por un lado, la siempre inquietante presencia de Agustín Ibarrola, cuya individual de Aritza reúne veinte nuevas piezas y tres libros del artista. Es el mismo artista de siempre pero diferente y en pequeño formato. Un modo de rememorar su trabajo. El resumen de una experiencia actualizada.

Asimismo, se inauguró el enorme espacio de la nueva sede de Carreras Múgica. Todo un evento social y cultural. La presentación de Asier Mendizabal fue a lo grande. Un autor que, sin renunciar a la cultura local, sabe integrar las estrategias y tácticas más internacionales. Siendo muy reflexivo y con intereses intelectuales, no elude tampoco el trabajo directo con los materiales.

Pero también Eriz Moreno está presentando desde ayer los resultados de sus andanzas europeas en la sala de BilbaoArte. Una experiencia que acumula un conocimiento rescatado, desde la huella documental hasta la escenificación posterior, que dio pie a hechos políticos que merecieron ser recordados con estatuas.

José Garrán es un artista vasco que vive en Suiza. Lleva desde 1993 sin mostrar su obra en Bilbao. Un trabajo matérico, denso y enigmático que sorprende. Las piezas son como fósiles rescatados en una excavación. Un conjunto de materiales ruinosos que asumen el paso del tiempo. Son magmas que corroen la estabilidad del que mira. Han sido presentados por Iñaki de la Fuente y se exponen en el Colegio de Abogados de la capital vizcaína.

La actividad de la bilbaina Mariemi Otaola se presenta en Juan Manuel Lumbreras de Bilbao desde septiembre y durante este mes de octubre. Con la serie de un solo trazo, la poesía leve y sencilla del haiku se transfiere a hierros pintados que recorren el espacio sin principio ni final, como en la cinta de Moebius. La realidad que revelan los montajes fotográficos es una especie de prueba del 9 que posibilita percibir cómo las piezas se disponen en espacios amplios sin dificultad. Es el caso de la plaza Elíptica, el muelle del Arenal, la zona del BEC, junto al Kursaal o el entorno de la Zurriola. Lo pequeño es grande. Pero también penetrable y habitable.

A extramuros, se encuentran actividades que desafían el entorno habitual y de paso. La ideación del durangués Karlos Martínez B. para la cabina del Puente de Deusto no sólo enfrenta la experiencia con la actualidad del transeúnte, sino también crea unas lámparas recicladas que acercan metafóricamente la inestabilidad del pasado reciente. Su título: Muchos que quisieron traer luz, fueron colgados de un farol.