TODO el tiempo recibimos información, pero quiero que aquí se deje de pensar. Que nos refugiemos en el arte. Pienso que no pensar es bueno, es respirar la vida", ha confesado el artista brasileño Ernesto Neto, que ha creado obras en el Guggenheim para atravesarlas, habitarlas, sentirlas e incluso olerlas, con la intención de que el espectador pueda interactuar con ellas.

Y no hay duda de que lo ha conseguido. Prueba de ello es que su exposición El cuerpo que me lleva, que ha reunido una selección de más de cincuenta obras creadas desde los noventa hasta la actualidad, se ha convertido en un importante imán no solo para turistas sino también para el público local. Junto a la retrospectiva dedicada a Yoko Ono, ha conseguido atraer al museo esta Semana Santa a 28.137 personas, un 11% más que en 2013. En las encuestas del museo una de cada tres personas confesó que el motivo principal de su visita era disfrutar de esas muestras.

Este fin de semana será la última oportunidad para ver la exposición de este creador brasileño que se ha metido de lleno en la estructura también orgánica que Frank Gehry diseñó para el Guggenheim Bilbao. Además, coincidiendo con el Día Internacional de los Museos, mañana la entrada será gratis, al igual que en los otros 18 museos de Bizkaia que se han sumado a las iniciativas programadas por la Diputación de Bizkaia.

hasta el lucernario El cuerpo que me lleva presenta voluptuosas esculturas orgánicas - algunas de ellas frágiles y delicadas como el cuerpo humano-, que excitan todos los sentidos. Una exposición que resultó muy compleja a la hora de montar y que se llevó a cabo junto con el propio artista, y que también tendrá algunas dificultades a la hora de desmontar, según explica Daniel Vega, subdirector de Organización de Contenidos Artísticos del Guggenheim Bilbao.

El artista ha reconfigurado muchas de sus obras para adaptarse a los singulares espacios arquitectónicos del Guggenheim y necesitó tres meses de cálculos, ajustes y correcciones. Otras esculturas han sido creadas expresamente por Neto para su exhibición en Bilbao. "El objetivo era que el visitante formara parte de la exposición, que interactuara con las obras. Si éstas hubieran pertenecido a coleccionistas privados o a instituciones, no hubiera podido ser posible, nos hubieran limitado su uso", explica Daniel Vega.

El viaje sensorial que propone Ernesto Neto, que quiso ser ingeniero y astrónomo antes de descubrir la magia cambiante de las formas, comienza en el Atrio del Museo, en el que se ha instalado una de sus obras más espectaculares, su Leviatán femenino, que con decenas de tentáculos y cientos de kilos pende a casi 50 metros. Confeccionado con infinitud de metros de poliamida y bolas de poliestireno destila, sin embargo, ligereza y parece desafiar a la gravedad. "Hemos tenido que colocar puntos de sujeción en el lucernario, en la cota máxima del museo, donde no habíamos trabajado nunca. Nunca habíamos subido tan alto para montar una pieza. El desmontaje será más rápido, pero también requerirá la reparación de los acabados de la arquitectura del museo. Serán los especialistas que se encargan habitualmente del trabajo de mantenimiento del edificio los que llegarán a esas localizaciones para cerrar el pladur. Más que el trabajo en sí mismo lo difícil es la logística que se necesita para acometerlo", en opinión de Vega.

elementos orgánicos Cada sala de las ocho galerías de la segunda planta ofrece una experiencia sensorial diferente al espectador. Por ejemplo, en Labios de piedra, tetas de pimienta, amor de clavo rana de niebla se destila toda una sinfonía de intenso olores que alterna en un iglú de nailon lágrimas femeninas y masculinas. ¿Y qué sucederá con elementos como las especies, cocos, caramelos, poliamidas... que ha utilizado Neto en sus obras para trasladar al espectador a su universo mágico? Daniel Vega explica que, en el caso concreto de esta escultura "con el proceso de exhibición dilatado las especies han perdido aroma, olor, por lo que al artista tampoco le va a interesar utilizarlas en próximas ocasiones. Además, por motivos sanitarios, no tiene sentido darles uso. Así, que nos desharemos de ellas. En la sala 202, en algunas obras que contienen cocos, ya se han tenido que ir cambiando también durante la exposición, porque se han ido pudriendo. Habrá elementos que el artista los utilizará en próximas ocasiones y otros, que se eliminarán. Hay una diversidad muy amplia de materiales y una buena parte de ellos son elementos orgánicos. Algunos ya no están en condiciones de guardarse y el museo se deshará de ellos".

Baleiro Bala es una popular canción de una escuela de samba que cuenta la historia de un vendedor ambulante de caramelos y golosinas que trabajaba cerca de las vías del tren en Río de Janeiro y que el artista toma como ejemplo de la supervivencia del individuo. Pero lo cierto es que los niños y niñas que se acercan a ella no se dan cuenta de que la instalación en realidad es una reivindicación de las cualidades de la artesanía local y de los pequeños rituales de la cultura popular brasileña frente al mercado global actual. Ellos solo se fijan de las bolsas de plástico que guardan cientos de caramelos y que forman parte de esta pieza. Caramelos que viajaron a Bilbao como componentes de la obra y que serán devueltos de la misma forma al artista brasileño.

Entre las piezas que han desafiado el mundo de la gravedad está La vida es el cuerpo del que formamos parte, en la que Ernesto Neto invita al visitante a ascender diez metros sobre el suelo a través de un laberinto de ganchillo, caminando sobre una superficie de pelotas de polipropilen. El lunes, todo este universo mágico de Neto desaparecerá para dar el relevo a partir del 13 de junio a una exposición retrospectiva dedicada al artista francés Georges Braque, que recorrerá la trayectoria de uno de los creadores más importantes del pasado siglo XX.