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Descubriendo a El Greco

Las luces y las sombras se ciernen sobre 'el griego de Toledo', de cuya muerte se cumplen 400 años. El Bellas Artes se suma al homenaje con una exposición y un ciclo de conferencias en las que participará la experta Leticia Ruiz.

Descubriendo a El Greco

cÓMO era Doménikos Theotokópoulos, el artesano que empezó como creador de iconos en Creta y terminó convirtiéndose en una de las figuras cumbre de la pintura? ¿Fue un artista incomprendido? ¿Padecía problemas de visión? Leticia Ruiz, jefa del departamento de Pintura Española del Renacimiento del Museo del Prado, es una autoridad indiscutible en el estudio la figura de El griego de Toledo (1541-1614). Esta historiadora del arte inaugurará el 7 de mayo el ciclo de conferencias que el Bellas Artes de Bilbao dedicará a este pintor, que no representaba en absoluto al artista "al uso" y cuya obra sufrió un cierto olvido durante casi 300 años. La conferencia forma parte del programa que desarrollará la pinacoteca bilbaina al cumplirse 400 años de la desaparición del pintor, que incluye además la exposición Los Grecos del Museo de Bellas Artes de Bilbao, (30 abril-25 agosto), que mostrará al público aspectos ocultos de las dos obras del pintor pertenecientes a su colección, San Francisco en oración ante el Crucificado y La Anunciación.

Precisamente, esta última obra viajará en septiembre a Toledo para participar en la exposición El Greco: Arte y oficio, comisariada por Leticia Ruiz, que cerrará en el Museo de Santa Cruz el intenso programa de actividades museales del Año Greco, y que mostrará de forma pedagógica cómo era el taller del pintor en Toledo.

revisión "2014 nos está permitiendo revisar a un gran artista desde la perspectiva contemporánea", explica Leticia Ruiz. La conservadora está convencida de que algunas de las teorías que se han cernido sobre él no tienen ninguna veracidad. "Cuando se le redescubrió a principios del siglo XX, se dijeron cosas tan peregrinas como la posibilidad de que pintase figuras alargadas porque padecía astigmatismo. Fue una vieja teoría que a finales del siglo XIX lanzó un hispanista, Carl Justi, y años después la recogió algún oftalmólogo en un artículo. Era un auténtico disparate. También se llegó a afirmar en el siglo XIX que era un pintor que se perturbó y que eso explicaría su forma peculiar de pintar. El profesor y médico Gregorio Marañón publicó un libro en 1952 sobre el artista y disfrazó a varios de los enfermos mentales del hospital Nuncio de Toledo de apóstoles para reflejar cómo los impactantes rostros de los apostolados de El Greco en realidad estaban basados en los de los enfermos mentales. El Greco fue una figura tan especial, tan original, con tantos vacíos documentales, que ha invitado a sugerir muchas cosas".

De sus primeros años en su Creta natal no se conocen demasiados datos. Sus primeros pasos estuvieron relacionados con la pintura de iconos cristianos, algo que le proporcionó un gran prestigio y le facilitó la adquisición del título de maestro en pintura.

Para la época en que vivió fue un gran viajero. Debió trasladarse a la edad de 26 años a Venecia y, tras estudiar a Tiziano, del que aprendió el uso del color, de la luz, de la perspectiva y la anatomía que tan bien supo trasladar a sus obras, viajó a Roma. Su paso por Italia le permitió adentrarse en las corrientes artísticas que marcaban las tendencias principales en Europa Occidental, sobre todo, a la hora de plantear complejas composiciones pictóricas.

Con todo este bagaje llegó a España con el objetivo de mostrar lo que su inagotable ingenio era capaz de expresar y con el convencimiento de que su personal visión estética lograría triunfar en la corte española. Atraído por la noticia de que el rey Felipe II buscaba artistas para decorar el Monasterio del Escorial, viajó a Madrid. Las cosas no resultaron tal y como, probablemente, El Greco había previsto y fue rechazado en la corte.

El primer documento que atestigua su presencia en Toledo es una cédula, fechada el 2 de julio de 1577, que refleja el adelanto de 13.600 maravedíes sobre el cuadro que Dominico Greco debía pintar para el sagrario de la catedral. "Toledo fue su refugio a la vista de que sus planes iniciales no funcionaron. Alquiló al marqués de Villena una casa amplia con varias habitaciones, cuadras... Y estableció un taller estable", explica Leticia Ruiz.

taller Además de los cuadros de su propia mano, hay un importante número de obras producidas en su taller por ayudantes que, bajo su dirección, seguían bocetos suyos. Se estima que son del orden de 300 los lienzos que salieron de su taller. Estas obras están realizadas con los mismos materiales, con los mismos procedimientos y siguiendo sus modelos. "Hablar de la producción del taller no es algo peyorativo, sino algo que permite explicar a El Greco en un contexto del que dependía en buena medida el prestigio de un pintor: solamente los buenos artistas formaban talleres. En su caso tampoco creo que fuera muy numeroso, pero sí muy activo. Algunas de sus creaciones iconográficas tuvieron mucho éxito en la España del momento y, de hecho, se prolongaron después de su muerte gracias al taller de su hijo Jorge Manuel".

Leticia Ruiz describe al pintor como "una persona muy práctica, que en seguida echó cálculos de cuáles eran los trabajos que en la Castilla del momento podían mejorar su economía. Unos eran los retablos, los más complejos, que requerían mayor financiación y la participación de artesanos y artistas de otras especialidades, pintores, obradores... Y vio que la otra posibilidad eran los cuadros para servir a la religiosidad popular de la época y que fueron los que pintó en varias versiones y réplicas ayudado por su taller, dependiendo de lo que cada convento pudiera pagarle. Esto era una práctica habitual. Tenía una mentalidad mercantil que corresponde a la de un pintor de su época".

"Su obra fue el resultado de la expresión de un magnífico artista que demostró un completo conocimiento del arte del Renacimiento italiano al tiempo que una notable originalidad, que fue desarrollando en Toledo hasta su muerte el 7 de abril de 1614", concluye la conservadora.

Tras su muerte y durante casi tres siglos, fue considerado un pintor excéntrico y marginal. Ahora, El Greco, aunque tardío, tiene un reconocimiento a la altura del arte que dejó como legado.