El juanete o hallux valgus es una protuberancia ósea del primer dedo del pie (dedo gordo), que se asocia a deformaciones de este. Debería tratarse al mínimo síntoma para evitar tanto una intervención quirúrgica como posibles complicaciones en otras partes del cuerpo.
Su gravedad determina la vida cotidiana de los afectados, por lo que son esenciales tratamientos que vayan más allá de los aspectos sintomáticos, garanticen la calidad de vida de los pacientes y minimicen el daño. Por géneros, los juanetes son más frecuentes en mujeres de edad avanzada. Los antecedentes familiares, así como utilizar tacones altos o zapatos demasiado estrechos están relacionados de forma directa con su desarrollo.
Se forma a medida que este se inclina hacia el segundo dedo, en lugar de señalar hacia delante. Se desarrolla con el paso del tiempo e implica dolor en el tejido blando y protrusión ósea. A medida que la deformidad progresa, el desplazamiento lateral del dedo interfiere con el alineamiento y el funcionamiento de los dedos menores, una situación que comporta mayores deformidades, como la superposición de los dos primeros dedos, dedos en martillo o en garra, alteración de los sistemas de sostén del peso corporal y desarrollo de hiperqueratosis o callos.
Cuanto más grave sea el juanete, mayor es la probabilidad de que otras partes del cuerpo desarrollen también alteraciones. Mujeres y ancianos son los más proclives a sufrir juanetes graves y, por tanto, quienes más deberían prevenir esta afección, debido a la mala calidad de vida (tanto en la salud general como en las extremidades inferiores) e intenso dolor que a menudo provocan. No obstante, si bien es frecuente sobre todo en estos dos grupos, la consecuencia de la severidad afecta a todos por igual, con independencia de la edad, el sexo, el índice de masa corporal o el dolor en otra zona del organismo.
La intervención quirúrgica de juanetes representa alrededor de un 30% de las operaciones relacionadas con la especialidad de traumatología. Para valorar la necesidad de una intervención es conveniente diferenciar entre la deformación que duele y la que no. En el primer caso, será necesario operar. En el segundo se prefiere no hacerlo, aunque se debe seguir un control de la evolución.