"Existe poco reconocimiento para Balmis, que llegó a salvar a un imperio de la viruela"
Reconocida por la crítica como una de las más destacadas escritoras de novela histórica actuales, los libros de Almudena de Artega han llegado a permanecer más de cuatro meses en las listas de los más vendidos, con numerosas reediciones y traducciones a varios idiomas
Bilbao. Almudena de Arteaga (Madrid, 1967), descendiente de la Casa del Infantado, ejerció la abogacía antes de dedicarse "de rebote" a la literatura. La Marquesa de Cea presenta estos días su novela Ángeles custodios, con la que ha querido hacer justicia al poco reconocimiento que tuvo la expedición de Balmis a principios del siglo XIX, marcha que salvó al imperio español de la viruela.
¿Cómo una abogada acaba escribiendo novelas?
La princesa de Éboli era antepasada mía y en la editorial estaban buscando a alguien que pudiese casar con el personaje. Yo conocía la historia de mis antepasados, pero ellos querían una sinopsis de siete páginas y quince días. Lo mandé en un e-mail y me contestaron enseguida. Y al día siguiente aparecieron con un contrato debajo del brazo.
Así que la afición se ha acabado convirtiendo en una profesión...
Yo escribí La Princesa de Éboli y pensé que sería uno en la vida, como quien planta un árbol o tiene un hijo. Pero de repente me encontré con que el libro se iba reeditando una y otra vez. Decidí dejar de redactar demandas para redactar novelas.
Echando una mirada a la bibliografía se decanta, sobre todo, por la novela histórica. ¿Por qué?
Porque a la cuarta o quinta escribí una novela de ficción que se llamaba Estúpida como la Luna, que contaba el constante afán de superación por parte de una joven. No tuvo éxito, ni el mismo éxito que tenían mis novelas históricas. Aunque ningún escritor debe anclarse en un género, una se debe a lo que piden sus lectores.
¿Piensa volver más adelante a la novela de ficción?
Algún día seguro que lo intentaré. Pero ahora mismo lo que hago es meter ficción en las lagunas que deja la historia, que son muchas. Pero la base de la novela es toda real. Porque quiero que mis novelas históricas sean novelas históricas de verdad. Últimamente se leen cosas que salen con el sello de novela histórica, pero que luego no aportan ni conocimiento cultural, ni arquitectónico, ni histórico...
Dentro de este genero ¿cuál sería su época histórica favorita?
Es difícil, ya que yo adoro el tiempo en el que me estoy moviendo. En mi próximo libro me voy a seguir moviendo a principios de siglo XIX, porque me gusta mucho, pero quiero hacer algo novedoso. Una novela donde habrá de todo, toreros, pintores, músicos... Se va a juntar una especie de batiburrillo que voy a intentar trazar.
Centrándonos en el libro, ¿qué es lo que le llama la atención sobre la expedición de Balmis?
Que queda diluida en la historia. La expedición de Javier de Balmis es casi más importante que la de cualquier aventurero o expedicionario francés o inglés. Existe poco reconocimiento para alguien que salvó a un imperio de la viruela, letal por aquel entonces. Edward Jenner descubrió su vacuna en Inglaterra. Pero es a Balmis a quien se le ocurre hacer una transmisión cuerpo a cuerpo. Si bien es cierto que utilizó niños huérfanos para poder llevar la vacuna, no cobró por la vacunación a los enfermos. Realizó una gran labor humanitaria.
¿Ha querido hacer justicia con esta novela?
Sí, como lo intento hacer con todas mis novelas. Así, aquel que no sabía nada acerca de esta expedición sabrá un poco más. Cuando termine de leer la novela, si de verdad le ha gustado, pueda utilizar la bibliografía que yo siempre pongo al final para poder seguir profundizando.
¿Qué ingredientes debe tener una buena novela histórica?
Yo creo que el secreto de una buena novela nadie lo sabe. Hay libros americanos que se llaman Cómo escribir un best-seller. Si lo supiésemos lo escribiríamos todos. Yo creo que simplemente es dejar volar la imaginación, llegar al lector, y dejar que el lector lo sienta. Que lo sienta o se vea identificado con la novela. Pero son muchos los elementos que entran en juego. Por ejemplo, en esta novela en particular veía claro que me faltaba meter el amor entre un hombre y una mujer. Pero lo que debe hacerse es innovar, aportar algo nuevo dentro de que casi todo esta inventado. Ahí está la creación pura.
Más en Cultura
-
El Teatro Arriaga cierra la temporada con la ‘Missa Solemnis’ de Beethoven
-
Danzando desde hace seis décadas a lo largo y ancho de Bizkaia
-
El Museo Guggenheim Bilbao obtiene la beca de Arte y Sostenibilidad de Getty
-
La directora de cine Jennifer Abbott, hallada muerta en extrañas y violentas circunstancias