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"Maddalena", de Antonio Caldara, en el Arriaga

Maddalena ai piedi di Cristo", de Antonio Caldara, fue una valiosa interpretación en el Arriaga, bajo la dirección musical de Stefano Montanari y con tan excelente como breve orquestación. Los solistas vocales estuvieron muy en el carácter de esta obra.

Como se sabe, Caldara es uno de los autores importantes italianos. Pudo haber nacido en Venecia (aunque no es seguro del todo) en el último tercio del XVII, donde fue asimismo violonchelista en San Marcos y murió en Viena, en 1736. Se sabe que escribió casi ochenta óperas, así como que realizó muchas obras religiosas, tanto en el barroco como en el preclasicismo, como se dice en los métodos musicales.

Tal y como se refiere al oratorio Maddalena ai piedi di Cristo hay que reconocer que es una obra perfecta, en dos actos. Los solistas cantantes y los instrumentistas mostraron en Arriaga una excelente interpretación. Llamaron la atención casi todos. Puede indicarse en primer lugar que, (aunque se hubiera anunciado la dirección de O. Dantone), fue el director Stefano Montanari quien llevó bien la obra, así como quien expresó con su violín los solos con algunas partes con cantantes. De los seis solistas puede asumir a todos. En el primer acto sólo actuaron cuatro de ellos: Geraldina McGreeva, Ina Kancheva, Catherine Wyn Rogers, Carlos Mena. En el segundo acto interpretaron estos cuatro más dos masculinos, Miguel Sola y David Alegret.

Puede especificarse la gran actuación del vitoriano Carlos Mena, personaje "Amor celeste", quien tuvo convencionales arias en el primer y en el segundo acto, e interpretó este excelente contratenor con estupendo sentido de esta obra de Caldara. Asimismo, puede indicarse a Geraldine McGreevy, quien dio buen acto. La soprano Kancheva y la mezzo Wyn Rogers estuvieron también con buena interpretación, así como el barítono Sola y el tenor Alegret, en el segundo acto, realizaron de buen sentido.

Hay que indicar la buena sonoridad de la pequeña orquesta. En general, la obra anduvo con buena sesión. La banda visual de Frederic Amat, en la tela del escenario, no parece estar muy de acuerdo con la obra, pero tampoco molesta.