"Ha habido dos Itoiz en la historia"
"Foisis" y J.C. Pérez repasan en Ondarroa los diez años de vida de la banda que marcó un hito
Ondarroa
Las gaviotas. Curiosamente, eso es lo que más le llama la atención a Juan Carlos Pérez (Mutriku, 1956) al volver a Ondarroa después de "bastante tiempo". El cantante de Itoiz, nacido en la costa pero afincado en el interior, se juntó el viernes con José Garate Foisis (Ondarroa, 1958), bajista del mítico grupo, para comer y recordar viejos tiempos.
La banda vuelve a estar de actualidad gracias a los conciertos que la Bilbao Orkestra Sinfonikoa ofrecerá -en Bilbao el 11 de marzo y en Biarritz el día 27- para interpretar Itoiz suite. Con este motivo, DEIA, en colaboración con Elkar, ofrecerá, los días 14 y 21, sendos discos del grupo: Itoiz suite y un recopilatorio inédito que contiene los siete temas del suite, pero en versión original.
Los músicos, al entrar al restaurante, son saludados con efusividad por los encargados. Foisis es una cara más habitual -su ama aún vive en Ondarroa y vuelve a menudo al pueblo-, pero Juan Carlos no se prodiga tanto por la zona y así lo demuestran las primeras palabras de uno de los camareros: "Aspaldiko!".
Jauja: la casa de la juventud "Aquí, debajo del restaurante, hay una lonja que utilizábamos como local de ensayo", explica Foisis. "Todo estaba lleno de lonjas de pescado y, recuerdo que, hasta sacar el primer disco, a la vuelta de los conciertos, se mezclaban los instrumentos con las cajas de pescado... era un lío aquello", dice riendo.
Foisis: ¿Y te acuerdas de los disco forums?
Juan Carlos Pérez: Sí, pero se llamaban audiciones musicales, creo.
¿En qué consistían las audiciones?
F.: Eran como conferencias sobre grupos de música. El que más sabía de música del pueblo, porque compraba la revista Vibraciones o porque escuchaba la radio y conseguía discos, los sábados a la tarde hablaba de grupos: un día tal grupo, otro día Pink Floyd... contaba la historia de la banda y ponía su música.
J.C.P.: Recuerdo el día de la audición de Pink Floyd. El resto de los días la música se escuchaba en un pequeño equipo mono, pero el día de Pink Floyd era especial y alguien llevó un equipo estéreo enorme, sólo porque era Pink Floyd. Nosotros no teníamos edad para ir a los conciertos, así que íbamos a las audiciones de Jauja, la Casa de la Juventud, que era como un Gaztetxe, pero auspiciado por los Luises, creo. Las audiciones las organizaban los mayores. Matxitxa era uno de ellos - Matxitxa fue el manager de Itoiz durante los 10 años de carrera de la banda-. Si querías montar un grupo, Matxitxa y estos te preguntaban: "¿Qué música te gusta?". Si respondías Led Zeppelin estaba bien, pero si decías Fórmula quinta o algo así ya te miraban raro, jaja.
F.: En el instituto también se conocían muchos grupos. Al de Ondarroa también venía gente de Mutriku y Markina. Recuerdo un chico de Markina, Elordi Larrinaga, que solía traer disco de Estados Unidos. En Markina estaba la Universidad de la Pelota y muchos jóvenes pelotaris y cestistas se iban a Estados Unidos a jugar. Uno de esos era Orbe, que era quien le traía los discos a Elordi. Y así conocí yo Cosmos Factory.
J.C.P.: Ese disco de la Creedence era como la palabra de Dios y un minuto de silencio, es lo más grande de la música. Indar Trabes era Cosmos Factory. De hecho, sólo teníamos dos discos en el local de ensayo: Cosmos Factory y Made in Japan de Deep Purple.
F.: Hay que tener en cuenta que los ingleses y los americanos no escuchan música del resto del mundo, pero el resto del mundo sí que escucha lo que hacen ellos, y nosotros también lo hacíamos.
Una isla entre dos mares Itoiz fue un grupo entre dos movimientos: Ez dok amairu y el Rock Radical Vasco (RRV), aunque su forma no encajaba ni con el final del primero ni con el comienzo del segundo.
J.C.P.: No soy ningún entendido, pero creo que Ez dok amairu bebió de la canción francesa. Nosotros, sin embargo, estábamos ligados al rock de los 70, guitarras eléctricas, baterías, órganos... Esos instrumentos te hacían tocar de una manera concreta. Ez dok amairu para nosotros era algo lejano y no tenía conexión con lo nuestro. Sabíamos de Lete y de Laboa pero el concepto de Ez dok amairu ni lo conocíamos. Nosotros no fuimos una evolución de aquello, Ez dok amairu terminó en una vía muerta y nosotros, desde otro sitio, empezamos otra.
F.: Y tampoco el RRV fue una evolución de lo nuestro, era otra historia.
Pero vosotros sí que evolucionasteis del rock sinfónico al pop.
J.C.P.: Hay dos épocas en la historia del grupo: los tres primeros discos por un lado y el resto por otro. Rock sinfónico por un lado y pop por el otro. A partir del Musikaz blai, evidentemente, es otro Itoiz; hay dos Itoiz en la historia. Hay gente que no conoce Itoiz antes del Musikaz blai y gente a la que sólo le interesan los tres primeros discos, porque el resto le parecen de un grupo más, sin nada en especial.
¿El cambio sale o se medita?
J.C.P.: Es algo que sale de forma natural pero de lo que eres consciente. Y al final ves que no puedes evolucionar más y decides dejarlo. Nosotros queríamos vivir de la música pero no siempre haciendo música joven, por así decirlo.
F.: Aprendimos el oficio de hacer música en directo pero Euskadi es muy pequeño. Cuando no eres conocido puedes tocar cada semana en un pueblo, pero cuando eres un grupo grande y cobras más, no puedes tocar en la misma zona muy seguido porque toda la gente de alrededor te ha visto ya. Estábamos limitados y veíamos que musicalmente nos repetíamos y perdíamos la ilusión.
Anécdotas "Recuerdo que en Bourdeaux, unos chavales de Bilbao, después de un concierto, me vinieron con malas palabras criticándome por pasar del rock al pop", rememora Pérez. Pero hay más buenos recuerdos que malos, sin embargo, Francia sí que tiene un peso especial en ellos.
F.: Yo suelo añorar los primeros tiempos de Itoiz y los de las verbenas. Cuando era difícil tocar, todo muy manual.
J.C.P.: Sí, yo me acuerdo mucho de la primera Aste Nagusia de Bilbao, en el 78. ¡Tocamos dos veces!
F.: Y los viajes a Francia... teníamos que hacer un listado de todo lo que llevábamos en la furgoneta al cruzar la frontera. Había que rellenar un cuaderno, el cuaderno ATA. ¡Había que rellenar cuatro papeles para cada concierto! Y podíamos tener 25 o 30... imagínate. Yo me volvía loco, porque de eso me ocupaba yo y si a alguno se le rompía un instrumento y comprábamos otro la policía se enteraba y te preguntaba: "¿Y qué has hecho con la guitarra que falta? ¿La habéis vendido?". Había mucho control y yo lo pasaba mal, me angustiaba...
J.C.P.: Joe Foisis, eres mi héroe. No sabía que hacíamos eso, ¡ni que te agobiabas! ¡Jajaja!
F.: ¡Jajaja!
Escribió Bequer que "el recuerdo que deja un libro es más importante que el libro mismo". Es igual que con las vivencias. Porque poder disfrutar de los recuerdo es como vivir dos veces.