La última novela de José Saramago llega hoy a las librerías

madrid. La última novela del Premio Nobel José Saramago, en la que se aproxima a la figura del bíblico Caín, llegará hoy a las librerías de España y Portugal. Un año después de El viaje del elefante, novela que se convirtió en un éxito de ventas a lomos del entrañable paquidermo Salomón, Saramago retoma en Caín (Alfaguara) el tema religioso cuestionando la figura de Dios. "Dios, el demonio, el bien, el mal, todo eso está en nuestra cabeza, no en el cielo o en el infierno, que también inventamos. No nos damos cuenta de que, habiendo inventado a Dios, inmediatamente nos esclavizamos a él", afirmaba Saramago hace unas semanas. Caín, que lleva la marca del Señor en la frente y por eso está protegido de las iniquidades del hombre, tendrá que aceptar el destino amargo que Dios le asigna, aunque ese Dios no le merezca el mejor juicio. Al reinventar el Antiguo Testamento, Saramago recrea también a sus principales protagonistas, investidos de unos ropajes complejos e irónicos que acentúan el tono de farsa de la narrativa.

Pertrechado de su habitual vena humorística, Saramago describe una extraña guerra entre el hombre y el Señor e investiga a fondo las posibilidades narrativas de la Biblia, demostrando que, al recontar el mito y confrontar la tradición, el buen autor puede subir a la superficie una historia actual y relevante que colocará al lector ante las grandes preguntas. Saramago alivia la tensión de las respuestas con un sentido del humor que acaba transformándose en el medio más útil para desvelar lo oscuro y tenebroso. Junto a Dios y Caín otro personaje central de esta historia es la humanidad, "con sus distintos nombres y pulsaciones", señala Pilar del Río, esposa del premio Nobel portugués y traductora y presidenta de la Fundación Saramago.

"En este libro, como en los anteriores, El Evangelio según Jesucristo, por ejemplo, nuestro escritor no se anda por las ramas, ni se busca subterfugios a la hora de abordar lo que durante milenios, y en las distintas culturas y civilizaciones, han dicho que es intocable e innombrable: la divinidad y el conjunto de normas que los hombres establecen en torno a esa figura para exigirse a sí mismos -o tal vez sería mejor decir para exigirles a otros- una fe absoluta, en la que todo se justifica, desde negarse a uno mismo hasta la extenuación, o morir ofrecido en sacrificio, o matar en nombre de Dios", añade.