LA etapa de ayer tenía 190 kilómetros, pero pongamos que en la televisión solo emitieron los últimos 80... Pues bien, yo hoy me paso por aquí para explicar lo que ocurrió durante los primeros 60, una auténtica locura. Fuimos a mil, no se formaba la fuga, y tuve la oportunidad de vivirlo en primera persona, porque en el equipo nos habían designado a Joseba López y a mí para intentar entrar en la escapada del día. ¿Que cómo funciona eso? Pues a turnos: el compañero sale a un ataque y tú al siguiente, siempre dentro de lo posible. Y continúas así hasta que se hace el corte.

Joseba y yo cumplimos con el plan, pero comprobamos con extrañeza cómo el Bora no permitía que se formaran grupos de cinco con representación de los equipos procontinentales españoles. Fue raro. Se trata de un perfil de escapada que normalmente recibe el visto bueno de los capos del pelotón. Pero esta vez nada... Desde la salida en Otxondo hasta la subida a Basakabi perdí la cuenta de las intentonas en que participé. Más de cinco. ¿En torno a diez quizás? El caso es que lo que provocó el propio Bora con su actitud fue una fuga generada ya por pura fuerza, casi al coronar el segundo puerto del día. Se supone que así tienes que perseguir a gente más peligrosa, pero como se fueron solo tres ciclistas les dieron luz verde.

Así, nos quedamos un día más con todo el equipo en el pelotón, y ya en el tramo final tocó trabajar de nuevo para Orluis Aular, que tenía sus opciones al esprint. No llegó bien a la última curva y perdió así la posibilidad de pelear la etapa, pero eso yo ya lo vi luego, por la tele, porque llegué a meta a un minuto. La última caída me pilló cerca, unos cinco ciclistas delante de mí. Primero escuchas el ruido de las bicis en el asfalto. Luego, los frenazos. Y después frenas tú con todas tus fuerzas para evitar irte al suelo. Ayer lo conseguí. l

Sorarrain (Tolosa, 1996) disputa su primera Itzulia, prueba que supone a su vez su estreno en el World Tour.