HAY pintores de pintores, poetas de poetas y músicos de músicos. Es lo que debe suceder con el cuarteto de violonchelo, viola y violines formado por Vera Martínez, Abel y Arnau Tomàs y Jonathan Brown. El Cuarteto Casals se encuentra en plena gira de celebración del 25 aniversario de su fundación. Y lo hacen tocando El Arte de la Fuga de Johann Sebastian Bach. Una obra formada por 14 fugas y 4 cánones que el genio de Eisenach dejó inclonclusa y sin indicaciones de instrumentación ni orden. Todo un desafío a la altura del prestigio de sus intérpretes. Ayer tarde lo ofrecieron en el auditorio del Euskalduna.
Isabel Aragón, con lo que parecía un chelo en su funda colgado de la espalda, y Diego Val acababan de comprar sus entradas. Describió Isabel al Cuarteto Casals como “la crème de la crème a nivel internacional”. Quizá por esa misma razón, el también chelista Jaime Puerta quisó disfrutar de la delicatessen para instrumentos de cuerda en compañía de profesionales de la partitura como Néstor Sutil, Juan Cuenca, Tamal García, Nicolás Fernández y David García.
Acudieron Sandra Ibarreta y Juanma Fernández de Gamarra, Ana Cadiñanos, José Luis Vila y Marta Villar, Ane Elisabeth Martínez-Conde, Pilar Arana o Pedro Núñez, además del grupo de habituales de los conciertos clásicos compuesto por Rafael Picó, Dorotea Chausson, Elena Martínez-Sapiña y Adela Saralegui, quien recalcó que “vamos todas y todos y a todo”.
Tampoco quisiseron perderse la oportunidad las hermanas Carmen y Luisa López, o las jóvenes integrantes del grupo de música de cámara del conservatorio de Bilbao, Nerea Muñoz, Isabel Ariz y Nora Arnaiz.
Los Villadas, Jon y Óscar, con su padre, Juan Luis, tocado con un borsalino oscuro de ala corta, estudiaban el repertorio junto al rótulo de la entrada. “Somos muy fans de este tipo de música; es devoción lo que tenemos por Bach”, subrayó Jon.
A punto de pasar al auditorio, María Luzarraga reflexionó sobre la obra. “Se trata de una composición fundamental dentro de la música barroca. Y muy exigente con los músicos que la interpretan. Debe tratarse de verdaderos maestros”.
El melómano Sendoa Aizpurua apuró el horario, igual que los hermanos getxoztarras Gabriel, Johannes Wilhem, Carmen y David Von Heeren. Teresa Val descencía las escaleras desde la entrada del Euskalduna hacia el auditorio apresurando el paso para no perderse ni una sola nota de las fugas del gran Johann Sebastian.
Cine africano
Mientras, por la Gran Vía del Lehendakari Agirre de Sestao bajaban acalorados los peregrinos del Camino de Santiago. En su ruta, que no deja de ser una fuga espiritual, pasan por delante del centenario Conservatorio de Música, donde a menudo se hablará de Bach. Pero no esta vez.
Al salón de actos se accede por un lateral, el de la calle 25 de diciembre. Ahí es donde comenzó ayer, casi a la vez que el Cuarteto Casals acariciaba los pentagramas de Bach, el Ciclo de Cine Africano que impulsan Asociación IRDAS, Haldi Fotty, Guinea Bizkaia, EGBA Kirolak y Nazioarteko Elkartasuna con el apoyo de los ayuntamientos de Sestao y Getxo y el Gobierno vasco.
Proyectaban Faaji Agba, de Remi Vaughan-Richards; un retrato de la cultura y los ritmos de Lagos, Nigeria, desde los años 40 del siglo pasado hasta hoy. Se acercaron Soulé Abiola, Naroa Mera, Anaitz Iturregi o Eva Rojo. También asistieron el joven holandés Julian Remmerswal y el italiano Simon del Duca. Desde Portugalete llegaron Rosa y Teresa Cacho con Eli Pascual, que regresarán mañana miércoles para ver el largometraje Les prières de Delphine, de Rosine Mbakam.
Cine africano y Johann Sebastian Bach, todo un ejemplo de contrapunto. Como El Arte de La Fuga.