EL alcalde de la localidad lo tiene claro. “Efemérides de este tipo hay que intentar mantener. Y más en tiempo de crisis. Además, cumplimos un doble objetivo: conmemorar el 8 de marzo y ayudar a un sector, el primario, que ahora más que nunca, está pasando por sus peores momentos”. Con esta firme convicción se expresó el domingo Ekaitz Mentxaka a la entrada de la Feria Agrícola de Mujeres Productoras mientras aportaba su grano de arena al buen discurrir del evento echando gel hidroalcohólico en las manos de todo aquel que accedía al recinto debidamente acotado para garantizar las medidas sanitarias y de seguridad.

Y no solo eso. Tal y como es costumbre, la villa dedicó también la jornada del sábado a conmemorar, en esta ocasión de manera sencilla y simbólica, el aniversario de su fundación con la exposición en el Palacio Jane de un documento censal de 1888, un concurso virtual de guiso de alubias, talleres infantiles y un espectáculo con aforo controlado. “La situación epidemiológica ha obligado a celebrar el 646 aniversario de forma humilde, pero somos un pueblo con mucha personalidad y un profundo sentimiento de pertenencia y, a pesar de las circunstancias, ha sido una bonita manera de demostrarlo un año más”.

Con el deseo de que “en algún momento, más pronto que tarde, podamos volver a celebrar estas dos importantes citas como merecen el pueblo y sus protagonistas”, lo importante el domingo era empezar a dar pequeños pasos hacia la recuperación de la vida en las calles y de la actividad económica local y del sector primario y, al mismo tiempo, favorecer la incorporación de la perspectiva de género en el mundo rural haciendo visible el papel fundamental que han jugado y juegan las mujeres en el sector primario.

Diecisiete productoras

Gracias a la apuesta del Ayuntamiento de Ugao-Miraballes por una feria que el domingo cumplió su XXI edición y al apoyo de la Asociación de Desarrollo Rural Gorbeialdea, 17 mujeres productoras se pusieron al frente de otros tantos puestos de venta para hacer valer su esfuerzo y su trabajo diarios tras un año especialmente complicado. “Esto se está haciendo muy duro y largo, pero tenemos esperanza en que a partir de ahora la cosa mejore”, declaró Itxasne Agirre, de Mungia, socia junto con dos compañeros de la empresa Patés Eskuola. Y es que los dos ejes estratégicos de venta para sus productos, las ferias y la hostelería, “han sido de los más afectados por la pandemia”.

En el puesto de al lado, Sonia Isasi, de Iurreta, mostraba un talante más optimista. “Para mí el confinamiento ha servido para reinventarme. Tomé la decisión de hacer algo diferente y me decanté por la agricultura biodinámica. Estoy muy contenta con el paso que he dado y la acogida que están teniendo mis productos en ferias como la que tiene lugar todos los sábados en el Arenal, de Bilbao”. Ohiane Ojanguren constituye otro ejemplo de la pasión por un oficio que iniciaron sus abuelos, continuaron su aita y ama y del que ella tomó el relevo con ilusión en 2019. A sus 33 años, está al cargo de la explotación de txakoli y sidra Erdikoetxe y de una casa rural, dos negocios que han notado especialmente el efecto de la crisis sanitaria. “Esta es la primera feria a la que acudo desde la de San Blas, de Abadiño, de 2020. Echaba mucho de menos el contacto directo con la clientela y, cuando desde Gorbeialdea me invitaron a venir, no lo dudé ni un momento. Es una buena ocasión para darme a conocer y vender algo”.

La orduñesa Arantza Meabe volvió a endulzar el mercado ugaotarra con su variedad de pasteles elaborados con productos ecológicos y de manera artesanal, “sin ningún tipo de máquina, solo amasando con el rodillo”. Acostumbrada a asistir a ferias por toda Bizkaia y parte de Euskadi, durante los meses más complicados de la pandemia “me uní desde el primer momento a la red de productores de Aiaraldea que empezaron a recoger encargos por teléfono u on line y a ofrecer un servicio de reparto a domicilio”. De esa experiencia, ha surgido una plataforma digital, pero “la venta directa en ferias y en mercados locales sigue siendo muy necesaria para el sector”, afirmó. Nadia López, de Zeberio, apostó en 2013 por emprender “gracias a un proyecto de banco de tierras que puso en marcha el ayuntamiento”. De ahí surgió Barazkilo, productos de la huerta con sello ecológico “que he podido mantener gracias a que no dependo de la hostelería, sino de la venta directa a la clientela que he ido cultivando estos años”, aunque también ha comprobado que “la gente, cuando baja su nivel adquisitivo, una de las cosas a las que renuncia es a la verdura de esta calidad”.

Y, a falta de otras iniciativas con participación popular en torno al 8 de marzo, el Ayuntamiento de Ugao aprovechó la feria para exhibir grandes collages de imágenes de vecinos mostrando el punto lila.