Bombean energía y entrega articulando un dinámico tejido social que encarna el verdadero capital de esta tierra, de valor incalculable. Las ocho personas y asociaciones reconocidas el jueves a las 18.30 conforman el alma de Enkarterri que resiste frente a todo tipo de adversidades. La comarca sube y baja también en un continuo vaivén de emociones en estos casi dos años de pandemia con la esperanza de que estemos vislumbrando el final del túnel. Mientras algunos eventos emblemáticos van retornando, se cumple el deseo formulado el año pasado en la gala de Zalla de que los Laboral Kutxa DEIA Hemendik Sariak recuperaran el calor del público. Y así será en la XIV edición en un escenario que se estrena en los premios: el frontón de Alonsotegi.

Ander Arteagabeitia se debate en su propia “montaña rusa” desde que en julio de 2020 una caída a la piscina le provocara una lesión medular que le mantiene en silla de ruedas. La movilización popular en torno a una campaña de crowdfunding emprendida por su familia y amigos para sufragar los gastos de las obras para adaptar su casa sobrepasó todas sus expectativas. Y es que la genuina admiración ante la fortaleza con la que el joven de Sopuerta afronta el cambio que ha dado su vida trasciende a la comarca. Le han abrumado las muestras de cariño de su municipio, del Athletic Club, donde jugó “en cadete de segundo año” y le han escrito hasta de Sudamérica. El inmenso apoyo le ha hecho darse cuenta de su capacidad de “ayudar a los demás”. El vértigo que le hubiera podido bloquear al mirar al futuro se esfumó “cuando piensas que puedes morir en un segundo literalmente... cambié el chip y el poder estar me resulta suficiente de cualquier manera”, aprecia el joven de 28 años. “Me parecería egoísta por mi parte no valorar que la vida me haya concedido otra oportunidad, así que esa fuerza al final sale de dentro, del alma”, reconoce. Tal es así que el aniversario del accidente “lo voy a llevar incrustado en la cabeza como mi otro cumpleaños”. Y así lo celebró.

“Seguir sintiendo adrenalina o jugar en equipo” no le están vedados por moverse en silla de ruedas. “Tú te marcas los límites”, defiende. Y lo demuestra iniciándose próximamente en esquí alpino y practicando surf en Muskiz los fines de semana con la escuela Erauntsi. “Floren y David me acompañan y nos llevamos unos cuantos revolcones en el mar”, bromea. Curioso cómo “el agua de alguna forma me quitó un poco de vida y ahora me la está dando”. “La primera vez que cogí una ola pensé en toda esa energía” y lo que le ha tocado vivir. Por todo ello, opina que a veces “cometemos el error de recrearnos en lo que hemos perdido porque la mente intenta traicionarnos, esa vocecilla trata de machacar con lo que hacemos mal y no lo que hacemos bien”. Una valiosa lección que aplaudirá el auditorio.

Con otra calurosa ovación animaron en la plaza Molinar de Gordexola el pasado 26 de junio a Javier Abaurrea en los últimos metros de su desafío solidario a beneficio de la asociación vizcaina contra los cánceres de mama y ginecológicos, Acambi. Entró en la meta de la mano de su mujer, Karmele Isusi, a quien le habían diagnosticado la enfermedad exactamente un año antes. Por ella y por el número de sesiones de quimioterapia a las que se sometió para recuperarse, Javier decidió caminar 16 horas ininterrumpidas por los montes de Gordexola. El desgaste físico “no supone nada, las verdaderas luchadoras son quienes sufren esta enfermedad”.

El eslogan Porque no estás sola acompañó cada paso desde que se puso en marcha a las seis de la madrugada con el objetivo de rendir homenaje a su esposa, recaudar fondos para la investigación y visibilizar esta dolencia. Acoplándose a las limitaciones de movilidad vigentes en cada momento para combatir el coronavirus, se preparó físicamente para cubrir cuatro itinerarios: subir y bajar el monte Ilso hasta la plaza Molinar, enfilar las cumbres Bikirrio e Idubaltza, el Rioya en la tercera curva ascendente y, por último, un itinerario por el casco urbano. A lo largo de toda la jornada el centro de Gordexola se llenó de actividades: desde la degustación de putxeras solidarias a la subasta de objetos cedidos para la ocasión que engrosó el bote junto con lo depositado en huchas instaladas en bares y establecimientos comerciales de Gordexola y Sodupe. En total, se reunieron más de 11.000 euros.

Acambi se mete en la piel de quienes necesitan “alguien que las entienda cuando nos cuentan su dolor mental, su bajonazo y cómo cuesta abrirse”. También se preocupan por cómo la enfermedad afecta a las familias, llamando a no descuidar las revisiones y acudir al médico ante la más mínima duda.

Javier Abaurrea acostumbra a dar inicio con el tañido de su cuerno a la Apuko Igoera, la mayor prueba deportiva de la comarca. Enkarterri puede presumir de paisajes montañosos idóneos para estas competiciones. De ahí que la trayectoria de Ibon Maiz se salga de la norma. El arraunlari de Turtzioz de 27 años boga en Lekeitio a la espera de concretar su destino para la próxima temporada. La afición nació “de mi aita, que ha remado durante más de 25 años y con el que coincidí en su último año compartiendo trainera en mi debut, que guardo con cariño”. Esa primera temporada se enroló en Sestao, luego militó en Getxo dos años y los dos últimos con Lekeitio.

Dedica seis días a la semana dos horas y media por jornada a un deporte “muy sacrificado”, puesto que “hay que organizarte muy bien”. No hay que olvidar el desempeño fuera del agua, que añade un plus para alcanzar la forma óptima en verano. Para Ibon Maiz, la clave reside en “que se respiren compañerismo y mucho trabajo”. Sobre estas premisas, “vendría una preparación física adecuada para ofrecer un 100 por cien en los momentos clave y generar un bloque de remada”. Ha cumplido sueños como “remar con mi aita, ganar las banderas y el ascenso que logré con Getxo, remar con Isuntza en la ACT” y le encantaría “competir en La Concha”. “Hay que andar con pies de plomo y humildad y “lo que se consiga bienvenido sea”.

La pasión por el deporte definía igualmente a Jesús Bilbao. El fallecimiento el pasado 31 de marzo del símbolo del fútbol base del Athletic en Enkarterri entristeció a las muchas generaciones de jugadores formados por una persona buena, como le han calificado de forma unánime en los homenajes que se han sucedido este año en la comarca. Pero su trayectoria fue más allá. Nacido en Zalla, “comenzó a jugar en el juvenil del Zalla Unión Club en la temporada 1966-67”, rememora Iñaki Laiseka, directivo de la entidad. Con intervalos en otros lugares como Getxo o Santurtzi, militó en el equipo de su municipio hasta colgar las botas en 1982.

Más que un entrenador Entonces “se sacó el título de entrenador y se dedicó a la que sería su verdadera vocación”. Se inició “con los infantiles y juveniles del Zalla”. En 1984 con la apertura del polideportivo de la localidad “se creó una escuela de fútbol para los más pequeños y se recurrió al Athletic Club para que pusiera un entrenador a dirigirla y Ángel Nogales entendió que no había nadie mejor que él”. La emergente escuela “pasó a depender del Athletic con base primero en el campo del Zalla y más tarde en el de San Juan de Aranguren hasta que finalmente se instalaron en Galdames en lo que se dieron en llamar los mini Lezamas”. Además, “durante 22 años organizó el memorial Daniel Ibáñez, Dani, en el que participaban 300 niños y niñas con edades muy tempranas y que algunos denominaban el mundialito de los niños”. Jesús Bilbao “siempre” quiso centrarse en la infancia y “nunca aspiró a entrenar en categorías superiores, a pesar de habérsele presentado la oportunidad en varias ocasiones”.

Desde este año el campus infantil de Galdames lleva su nombre, así como el campo municipal de La Aceña. En septiembre se descubrió un monolito en su memoria, el “palco de honor” que le recordará para siempre, como pone de relieve su sobrina, Beatriz Castresana, muy agradecida por las muestras de cariño que no paran de trasladar a la familia. En aquella ocasión, leyendas del Athletic como José Ángel Iribar o Andoni Goikoetxea se unieron a la peña Galdames, entidades deportivas de la comarca y numerosos pupilos del zallarra para celebrar la vida de “una persona entrañable”.

En sus viajes al terreno de juego de Galdames divisaría la ermita de Nuestra Señora de Txabarri, que “llama la atención por su tamaño y alberga en su interior un bonito retablo barroco del que sabemos la fecha de construcción: 1691”, explica Javier Unzueta, miembro de la asociación Amertxa. Este grupo cultural se fundó en 2014 con unas cincuenta personas con el objetivo de “colaborar en su mantenimiento y conservación”. Se produjo el detonante “con la plaga de insectos xilófagos: había carcoma por todas partes e indicios de la presencia de termitas en uno de los laterales de la entrada”.

No es habitual “observar en una ermita un retablo de las dimensiones del de Txabarri y tampoco que este se adecue perfectamente a la cabecera del templo”. Habría que buscar la razón de este despliegue en “personas con un importante poder económico que hubo en Galdames, que situamos en el entorno de la familia Castaños”. Así, “Juan Felipe Castaños y Urioste, padre de Francisco Javier Castaños Aragorri, más conocido como el General Castaños, ejerció como corregidor de Galdames y era hijo de Francisco de Castaños y Montellano”, nacido en Galdames en el año 1666, precisa. “Para hacernos una idea del poder que llegó a ostentar esta familia, basta decir que el General Castaños presidió el Consejo de Regencia durante la minoría de edad de Isabel II”, añade Javier Unzueta.

A lo largo de los siglos, la ermita cobró relevancia, porque “no debemos olvidar que a su alrededor se generaba mucha actividad social”, y, por tanto, atesoran “infinidad de recuerdos vinculados a ella”. Gracias a la implicación de Amertxa, en 2017 “pudimos rehabilitar el retablo entrando en un programa de recuperación de patrimonio foral con la ayuda, entre otros, de Juan Manuel González Cembellín, director del Museo Diocesano, y Zuriñe Antoñana, responsable del servicio de Patrimonio Cultural de la Diputación”. Como asociación “aportamos en su momento el dinero correspondiente al 20% del coste de restauración del retablo y el necesario para acometer varias actuaciones complementarias: desinsectación, iluminación, arreglo del tejado, refuerzo de la estructura del pórtico, consolidación y saneado de paredes, etc.”. En edificios tan antiguos, “siempre hay cosas pendientes de hacer” y en ello están. Arte y cultura representan una parte destacada de las excursiones de los hogares del jubilado de Güeñes. En los cuatro núcleos urbanos tratan de recuperar algo de normalidad sin perder de vista que la pandemia aún no ha terminado. Poco a poco, los locales van reabriendo para ofrecer un punto de reunión a los mayores que tanto han padecido en muchos casos la soledad en estos casi dos años. “Planificamos excursiones, pero cuesta que la gente se apunte porque hay miedo”, confiesa Candi Álava, presidente del hogar del jubilado de Sodupe, que cogió las riendas en enero de 2021. El confinamiento “vino como un shock y los mayores hemos estado encogidos”. En su sede para los alrededor de 550 socios imparten talleres de memoria o música y mantienen abierto el bar. “Con cuidado, pero hay que hacer algo porque, si no, nos entristecemos”, dice. Edurne Arrieta acumula 17 años al frente del hogar del jubilado de La Quadra y también aconseja “precaución” frente al coronavirus. En el de Güeñes se apuntan “sobre 200 personas”, según indica su presidenta, Feli Zorrilla. “Preparamos nuestra primera salida, a Araba, a finales de este mes. Agradecemos poder vernos, ya que el encierro fue terrible”, reconoce. Las instalaciones de Zaramillo se han trasladado desde los bajos de la iglesia a otro local más céntrico y accesible para el centenar de asociados. “Generalmente, por aquí pasamos mucho tiempo” pero a raíz del “covid-19, pocos bajan a jugar la partida”, señala el vicepresidente del hogar del jubilado, Emilio Pérez, quien insta a guardar las normas de salud.

Al tratarse de localidades limítrofes, posiblemente conozcan a Pedro Coloma, que regenta una carnicería en Alonsotegi desde hace 25 años. “El sacerdote don Javier Gaztelu vino a inaugurarla, tallamos un San Pancracio en maquetería” que todavía preside el local. Se refiere a la etapa en la que su madre, Maite Chapela, comandó el establecimiento en 1977 antes de cederle los trastos. El linaje toca también “a mi padre, a quien le enseñó su tío político”, cuyo padre ya dirigía una carnicería en 1930. “Así son los pueblos”, con ramificaciones que se retrotraen décadas atrás. “Elaboramos nuestras propias salchichas y hamburguesas”, aunque detecta que “el consumo de carne va a menos”.

No bajaron la persiana ni durante lo peor de la pandemia, cuando “acercábamos la comida a domicilio”. “La cola para comprar en el supermercado daba la vuelta a toda la calle” en aquellas jornadas de inquietud. Con todo, elegiría “las inundaciones de 1983” como el acontecimiento que más le ha impactado. “El ejército construyó un puente provisional” sobre el Kadagua por la rotura del único existente entonces, para evitar que parte de Alonsotegi quedara incomunicado. La riada arrastró un autobús y lo empotró contra el edificio donde se encontraban el viejo establecimiento y la vivienda de sus parientes. Episodios que narra a sus hijos, que no albergan intención de colgarse el delantal cuando él se retire. “Me apena que acabe conmigo, pero así es”, se resigna.

En ese aspecto, en Balmaseda pueden respirar tranquilos con respecto al Vía Crucis. “Desde 1950 un grupo de vecinos del barrio de la Magdalena escenifica de forma viva la Pasión y muerte de Jesucristo con pocos o escasos medios”, que ha evolucionado hasta la participación actual de “más de 150 niños de la villa de entre 1 y 14 años” en la representación que recorre el casco histórico, precisa Unai Cid, de la asociación de la procesión infantil de la Magdalena. Constituida en 2001, la integran alrededor de cuarenta personas que se implican en todos los detalles: desde los preparativos para los ensayos de la semana de Pascua hasta “confeccionar los trajes o distribuir el material almacenado en el local que nos cede el Ayuntamiento”. Por suerte, “personas ajenas a la organización se ofrecen a tirarnos un cable, así que al final todos formamos la asociación”. Cuando alcanzan la edad límite, los niños pueden escalar otro peldaño más al Vía Crucis adolescente de Santo Domingo, con idénticos “realismo y emotividad”.

Los últimos dos años en los que la pandemia les ha privado del Vía Crucis “han resultado muy duros” sin ver “las caras de los txikis, que oscilan de los nervios de la concentración previa a salir, a la satisfacción y alegría por lo que han conseguido cuando se despojan de los ropajes”. Aun así, “no perdemos la ilusión de volver en 2022 con más ganas que nunca”. Todo llegará en una comarca acostumbrada a superar con valentía los numerosos obstáculos que se cruzan en su camino.

PREMIOS

Ander Arteagabeitia. Espíritu de superación que movilizó una ola solidaria para sufragar las obras de adaptación de su casa.

Javier Abaurrea. Otra causa solidaria, en este caso para reunir fondos para la asociación Acambi contra los cánceres de mama y ginecológicos de Bizkaia.

Ibon Maiz. Natural de Turtzioz, a sus 27 años debutó hace cuatro en el remo.

Jesús Bilbao. El símbolo de la cantera rojiblanca en Enkarterri recibe el premio a título póstumo. Asociación Amertxa. La asociación que preserva la riqueza patrimonial de la ermita de Txabarri, en Galdames.

Hogares del jubilado de Güeñes. Cuatro sedes en distintos núcleos urbanos para mantener activos a los mayores.

Carnicería Pedro. El negocio familiar alimenta desde hace cuatro décadas una clientela fiel en Alonsotegi.

Asociación de la procesión infantil de la Magdalena. El futuro de la Pasión Viviente de Balmaseda está garantizado con el entusiasmo de los más pequeños y el esfuerzo de quienes les ayudan en la representación.

El jueves, 18 de noviembre, el frontón de Alonsotegi albergará los XIV Laboral Kutxa DEIA Hemendik Sariak, a partir de las 18.30 horas.